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La crítica de Compañía

Baile al azar

En su descargo queda que un día antes lo advirtió de forma tajante en rueda de prensa. Fue en ese momento en el que ella misma avanzó que dependía de la inspiración para que aquello saliese bien o mal. Y claro, cuando uno lo fía todo al azar, por muy genuino y ancestral que sea su arte, es complicado atinar y afinar. Definitivamente, a Concha Vargas no le apareció la inspiración en la madrugada de ayer en La Compañía. La encargada de clausurar el ciclo 'Con nombre propio' apenas bailó unos diez minutos de prácticamente sesenta que duró la propuesta que subió hasta el escenario del antiguo convento jerezano. Y claro, así es imposible. Si a su poco peso sobre las tablas le sumamos una aturullada entrada en la soleá y una irrupción en las alegrías abortada por ella misma por problemas con su vestuario -que podrían haber encontrado otra solución-, difícilmente podemos valorar y calibrar el paso por el Festival de Jerez, el más importante que se dedica al baile y la danza en el mundo (conviene no olvidarlo), de la veterana bailaora lebrijana. Al margen de la claramente improvisada puesta en escena, no es la primera vez que ocurre que alguien paga una entrada en este espacio escénico del certamen para ver en acción a un artista determinado y al final termina viendo de todo menos al susodicho intérprete.

En la madrugada de ayer, Manuel Tañé y Rubio de Pruna se rasparon unos veinte minutos de soleá, cantaron tonás que engarzaron con una generosa ración de seguiriyas, empezaron por alegrías y ya bien entrados los tercios, justo en el recuerdo para el Pinini, emergió Vargas, casi cuarenta minutos después de haber hecho su primera entrada en escena. Entre medias, el guitarrista Paco Fernández, hermano de Esperanza y sobrino de la pariente de los Pinini y los Peña, se quedó solo en el escenario y decidió que había que promocionar su disco. La idea no la entendí muy bien dentro de un concepto de espectáculo de baile, pero ahí queda.

Pese a la desconcertante idea global de la función, más recital entre amigos que planteamiento serio para un festival de este calibre, me quedo con algún que otro destello racial de Vargas por soleá, con esos rodeos felinos que acomete en el proscenio y esas erupciones súbitas que despierta un baile anclado en la noche de los tiempos. Una señora del baile que domina el mundo con el braceo, con su pose trágica y su dramatismo. Ya vimos algo de lo anterior hace unas cuantas noches a Matilde Coral, con casi veinte años más a sus espaldas que Vargas, y en aquel ramalazo cabal se nos saltaron hasta las lágrimas.

Baile: Concha Vargas. Cante: Manuel Tañé, Rubio de Pruna y Carmen Vargas. Guitarras: Paco Fernández, Curro Vargas. Día: 10 de marzo. Lugar: Sala Compañía. Aforo: Algo más de tres cuartos de entrada.

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