La crítica · Los Apóstoles

Camino hacia el Olimpo

  • El jerezano Jesús Méndez se ha ganado a pulso, con tesón y trabajo, el estar en lo más alto del panorama artístico.

Se podría decir de Jesús Méndez que posee un potencial de voz al alcance de muy pocos. Podríamos decir, también, que es fruto de una saga cantaora querida y respetada en nuestra cultura flamenca. Incluso podríamos decir de él, que en el escenario es absolutamente elegante, profesional y contemporáneo. Por supuesto, decir se pueden decir muchas cosas, pero de lo que uno no se puede olvidar cuando nos referimos a este cantaor jerezano es que se ha ganado a pulso, con tesón y trabajo, el estar en lo más alto del panorama artístico. Lleva la bandera de su tierra hasta lo más alto con una serie de cantes que gustan desde a los más aficionados, de cualquier punto del mundo, hasta los rezagados inexpertos que seleccionan su estilo como válido.

Este noble y sincero cantaor, con carrera brillante y honesta, puso al público en pie con un recital clásico y auténtico. Incluso vamos a decir, que la actuación que Méndez realizó en la madrugada del sábado, supone otro asalto ganado, sirviendo pues, como impulso a seguir recorriendo ese camino de éxitos que, hasta ahora, ha tenido y que, sin duda, seguirá teniendo.

Porque Jesús no vende humo. Fiel a sus creencias y sin pretender comercializar su eco, muestra la afición inculcada, a través de unos estilos intensos y repletos de drama. Como en el caso de la seguiriya, en la que derramó el frenesí de la pena, un perfume que consiguió enamorar. Recorrió estilos de Manuel Torres o Tío José de Paula, porque Jesús sabe lo que hace.

El recital tuvo lugar en la Bodega 'Los Apóstoles' de González Byass, un lugar recuperado para este Festival de Jerez con gran acierto, pues por ese escenario pasarán grandes artistas del cante flamenco durante esta muestra. Jesús contó con un equipo inmejorable en el acompañamiento, desde las guitarras de Manuel Parrilla y Manuel Valencia, perfectas en el toque, hasta las palmas de Diego Montoya, Juan Diego Valencia y Manuel Salado.

Inició por alegrías, con dedicación incluida a 'Moraíto', "con quien compartí este mismo escenario años atrás". Por tarantos se amarró los machos, sobre todo, cuando entonó el fandango de Frasquito Yerbabuena, un estilo que necesitó de todo el poderío de su garganta. La gente iba entrando en calor, y eso que la noche se presentó gélida. Pero Méndez sabe desenvolverse y transmitir la calidez de su sangre. Por tientos-tangos recurrió a la memoria acordándose, cómo no, de su tía 'Paquera' y de 'La Niña de los Peines'. Y no se quedó ahí, pues precisó aún más con tangos del Piyayo y algunos trianeros.

Cuando ya el respetable estaba entregado, Jesús tenía guardado aún mucho en su alma. Y se terminó de entrega en el romance del 'Conde Niño' que el maestro de Los Alcores elevó a los cielos del buen gusto. Porque aunque en su casa Caracol sea un referente, Mairena sigue teniendo su sitio. ¡Viva tú! Y en la soleá, con Parrilla haciendo de las suyas, de nuevo se paseó por aires de Alcalá, Utrera y Triana. Íbamos quedando prendados. La seguiriya fue otra muestra de conocimiento y sensibilidad. Interiorizó y puso a la gente en pie. No faltaron un par de fandangos muy agradecidos, sobre todo el que hizo sin megafonía, con suma belleza.

El compás de Jerez se materializó cuando los dos maestros de la guitarra se entonaron por bulerías y ahí, 'entregamos la cuchara'. El flamenco tiene esa fuerza sobrenatural que, cuando muchos dicen que se está acabando, aparecen figuras como Jesús que lo remueve todo y nos trae aromas nuevos, ilusiones encontradas.

Cante

Jesús Méndez

Cante: Jesús Méndez. Guitarra: Manuel Valencia y Manuel Parrilla. Palmas: Manuel Salado, Juan Diego Valencia y Diego Montoya. Día: 26 de febrero de 2016. Lugar: Bodega Los Apóstoles. Aforo: Lleno. 

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