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Festival de Jerez

Chiclana, presente y futuro

Aunque todos los caminos llegan a Roma, Antonio Reyes ha elegido el correcto. El chiclanero, como el buen vino, mejora y se asienta con el paso de los años y poco a poco ha ido adquiriendo un nivel de madurez importante sobre las tablas, una cualidad que le ha hecho crecer notablemente como artista. El pasado jueves en Los Apóstoles dio una lección magistral de cómo se tiene que cantar, sin dar un solo grito y amasando cada tercio hasta adormecer al público que llenaba la bodega.

Dedicando su primer cante a Fernando Terremoto inició su andadura. Su voz clara y melosa encaró con respeto la soleá con ese regusto clásico de Los Puertos y con el puntito camaronero que el gaditano siempre da a su cante. Los primeros olés se oyeron principalmente al interpretar estilos como los de El Mellizo, Juan Talega o Paquirri el Guante.

Su repertorio clásico se detuvo entonces en los tangos, otro de los palos que domina. Higuero lo acompasó en muchos momentos, recogió la guitarra cuando fue necesario y lo llevó con mucho tacto hasta conseguir el equilibrio entre cantaor y tocaor, fundamental para conectar con el público. Si algo tiene Antonio Reyes es que puede hacer lo que quiere con su aterciopelada garganta, desde meter un fandango camaronero por tangos hasta entonar 'el día que nací yo', aquella copla de Imperio Argentina, o meterse en territorio de La Paquera interpretando 'en la soleá de mis noches sin luna'.

Así fueron pasando palos, seguiriyas, fandangos, con ese aliño caracolero, bulerías y una zambra. Con ésta última, compuesta por Paco Cepero, reventó la bodega. El trémolo de Higuero le hizo cantar con el alma llevando la emoción y erizando el vello de más de uno. Grande.

Pese a que el listón se había quedado alto, Rancapino tardó poco en presentar credenciales. Antes recordó "a ese gran cantaor, Fernandito Terremoto". Fielmente guiado por Fernando Moreno, uña y carne a la hora de acompañarle, el chiclanero no cogió el rodante hasta llegar a los cantes de Cádiz, ya que la malagueña inicial no pasará a la historia. Por alegrías trajo la brisa marina de la bahía a Jerez. Sufrió en los altos, pero para eso está la experiencia.

Mejor aún estuvo en la soleá. El pulgar de Fernando Moreno echó humo y Alonso cada vez se sentía más a gusto. Su voz áspera y rajada arañó las entrañas en varios tercios. Le costó, pero le ganó la partida al cante. "Olé los que cantan con fatigas", se oyó. Era la Cañeta de Málaga, invitada de excepción.

Entonado, Rancapino hizo todo a pequeña escala, pero hiriendo como nunca. Lo bordó en el segundo fandango que ejecutó, y sobre todo por seguiriyas con la que puso broche de oro a su actuación.

Cante: Antonio Reyes. Guitarra: Antonio Higuero. Palmas: El Tate y Diego Montoya. Lugar: Los Apóstoles. Día: 11 de marzo. Aforo: Tres cuartos de entrada.

Cante: Alonso Núñez 'Rancapino'. Guitarra: Fernando Moreno. Palmas: Luis y Ali de la Tota. Lugar: Los Apóstoles. Día: 11 de marzo. Aforo: Tres cuartos de entrada.

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