XXIII Festival de Jerez | La Crítica 'Recital Flamenco'

La necesidad de bailar

Imágenes del espectáculo 'Recital Flamenco' de Concha Jareño

Imágenes del espectáculo 'Recital Flamenco' de Concha Jareño / foto © Miguel Ángel González (Jerez)

Resulta curioso pero cuando uno se acostumbra a montajes con una base intelectual o regidos por un hilo conductor, tarda en asimilar lo que es verdaderamente el flamenco de toda la vida. Sí, es lo que evoca Concha Jareño en su ‘Recital Flamenco’, un espectáculo de hora y veinte minutos de duración en el que su principal preocupación no es otra que bailar, sin pensar en estructuras externas, escenografías ni historias que contar. Simplemente baile.

Así, sin coraza alguna, la bailaora madrileña asume todo el protagonismo de la escena, acometiendo hasta cinco bailes en una maratoniana sesión que arranca por tangos y acaba por soleá y que deja por el camino guajiras, martinetes y bulerías demostrando sus increíbles condiciones físicas.

Durante todo ese tiempo, Concha se nutre del cante de Manuel Gago y David El Galli, voces contrapuestas en los matices, de la percusión de El Bandolero, que por momentos asume un rol significativo, pero sobre todo de la guitarra de Juan Antonio Suárez Cano ‘Canito’, que no deja a nadie indiferente. Cano no es un tocaor corriente, ni en el sonido que desprenden sus cuerdas (con un manejo brutal de la mano derecha poco habitual) ni en la forma de acompañar. Es distinto pero sobre todo, como dice Paco Cepero, con personalidad, que hoy día se ve poco. La bailaora lo conoce bien, y aprovecha su poderosa presencia sobre las tablas para unir los cantes. Eso sí, sus particularidades, con ese uso de los contratiempos y rasgueos largos, pueden jugar a veces malas pasadas, hasta el punto de restar solemnidad a una seguiriya.

Ahora bien, si hay que ponerlo en la balanza, yo me quedo con Cano, porque te da más que te quita. Lo demostró acompañando la malagueña de Manuel Gago (que se acordó de El Mellizo), uno de los momentos de la noche, primero por la forma de seguir el cante, por medio de notas concretas separadas en el tiempo, y segundo por la maravillosa interpretación del cantaor gaditano, brillante durante todo el espectáculo gracias a esa melosa garganta.

Pero volvamos al baile. Concha se entona por tangos nada más levantarse el telón. Valiente, atrevida y tirando de todo el talante femenino, la bailaora levantó los primeros aplausos gracias a mudanzas y pasos sutiles y gráciles.

De la misma forma se mostró en la guajira. Con el abanico en mano, y un vestuario que realzaba su figura gracias a los volantes delanteros, la madrileña dibujó verdaderas estrellas en el aire, siempre sin perder la elegancia y haciendo uso de diferentes recursos técnicos.

Si en este inicio de espectáculo, se midió bien el tiempo de cada baile, como quedó patente con unos martinetes (con El Galli llevando el peso), lo mejor de la noche, muy concretos y que Concha bailó con entereza y hechuras. No ocurrió lo mismo en las bulerías, tremendamente largas en su duración, más de diez minutos, poco jugosas y algo repetitivas. Sobró gran parte.

Tras una poco ortodoxa seguiriya, en la que Gago y El Galli, con esa garganta tan quejumbrosa, alternaron los cantes, Concha Jareño cerró la noche por soleá. Con mantón en mano y bata de cola, la artista madrileña hizo un esfuerzo para, después de casi una hora de baile, acometer un palo tan exigente. Y vaya si lo hizo, aunque no por ello fue sencillo. Con brío y decisión, se fue metiendo al público en el bolsillo con un equilibrado manejo del mantón, pero sobre todo sacando de dentro las fuerzas necesarias para rematar la faena.

Guiada la por la guitarra de Canito, y esa voz del Galli que suena a añejo, fue rebuscando cada paso, cada movimiento hasta rematar la fiesta braceando y elevando las muñecas con arte. El público premió su esfuerzo despidiéndola con aplausos.

Concha Jareño - Recital Flamenco from Festival de Jerez Televisión on Vimeo.

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