Jerez y Kiyosu, unidos por el flamenco
XXVII Festival de Jerez
La ciudad española y la japonesa, hermanadas en 1994 y 2008, encuentran ahora en la figura de la cantaora y bailaora Yuka Imaeda, que actúa hoy con Kojima, otro nexo de unión
En 1994, Jerez y la ciudad japonesa de Kiyosu quedaron hermanadas. Pedro Pacheco y el entonces alcalde Kiyosu, Susumu Takeda, firmaron un acuerdo para la colaboración de ambas localidades a través de la educación, la cultura, el deporte y el turismo, preferentemente.
Como símbolo de aquel acontecimiento, la ciudad japonesa regaló a Jerez, en 1995, un tigre blanco al que llamaron ‘Kiyosu’, precioso ejemplar albino, que se convirtió en un elemento fundamental en el Zoobotánico hasta su fallecimiento en 2011.
Años más tarde, en 2008, Jerez, esta vez bajo el mandato de Pilar Sánchez, volvió a renovar el acuerdo al modificar Kiyosu su término y fusionarse con otras dos ciudades, en 2005. El acuerdo lo selló con Shizuharu Kato, alcalde de la ciudad nipona.
Esa conexión entre dos ciudades con más de once mil kilómetros de diferencia ha llegado ahora por el flamenco, y a través de una artista japonesa: Yuka Imaeda, nacida en Kiyosu, y que hoy volverá a subirse a las tablas del Villamarta de la mano de Javier Latorre y Shoji Kojima.
“Va a ser mi tercera actuación en Jerez. La primera fue en 2018 con ‘Flamenconaturas’, la segunda en la Fiesta de la Bulería de ese mismo año también con el maestro Shoji Kojima y ahora con ‘Toda una vida’. En las dos anteriores canté, y ahora voy a cantar y bailar”, explica Yuka Imaeda.
Apenas estará unos días en Jerez, por eso apura al máximo cada instante vivido en la que considera “mi segunda tierra y donde hay más compás”.
Ajena a aquel hermanamiento entre Jerez y Kiyosu, Yuka reconoce que se enamoró del flamenco “cuando estaba estudiando Bellas Artes en la Universidad de Tama, en Tokio. Yo tenía entonces 19 años y escuché un disco de cante jondo, donde venían unas bulerías de Jerez. Fue un impacto para mí y desde entonces, mi sueño fue visitar Jerez”.
Trabajó y trabajó con dureza para poder costearse el viaje, hasta que por fin, en 2003, “cuando apenas tenía 25 años, visité por primera vez Jerez”, explica ayudada en la traducción por su amiga Aya Kozato.
Fue entonces cuando descubrió “que Jerez y Kiyosu, donde he nacido, eran ciudades hermanas, parece que el destino me había traído aquí”, comenta.
Yuka Imaeda no esconde su atracción por esta ciudad, “porque cada vez que vengo, me cuesta mucho irme”, apunta. “Me pasaba antes y me pasa ahora”.
Sin embargo, la vida le cambió en 2009 cuando tuvo su primer hijo, “que ahora tiene 14 años”, y que le impidió durante algunos años regresar a Jerez. “Mi vida cambió, tenía que cuidar de él y trabajar, y claro, estuve mucho tiempo sin venir”.
Tal es su apego a la ciudad que en 2012 decidió coger a su familia, su marido, guitarrista y su hijo de 3 años, y se trasladó a vivir a Jerez. “Mi idea inicial era venir a vivir como una ciudadana normal para entender mejor lo que estaba estudiando. Incluso no quería hacer lo típico que hace la gente que viene a aprender flamenco. Pero claro, mis amigas venían y se inscribían en cursos y la única manera de estar con ellas era apuntarme a los cursos. Así que me apunté a uno de cante que hizo Jesús Méndez”.
“Un día-prosigue- me invitó a cantar y alguien grabó un vídeo que se hizo viral y eso me ayudó”.
Su estancia en Jerez fue de dos años, “hasta 2014, porque mi hijo ya entraba en la escuela y tenía que marcharme”, explica, tiempo suficiente para empaparse de todo el conocimiento cantaor y bailaor e incluso para grabar su primer disco “que hice con José Gálvez y se llamó ‘Vamos’, y en el que tuve la ayuda de una amiga, Takayo Muramatsu”.
Desde entonces, ha desarrollado su carrera en Japón, donde goza “de buena reputación”, apunta Chano Carrasco, guitarrista jerezano que nos acompaña en la entrevista.
“En Japón trabajo dando cursos y también actuando. Normalmente trabajo en Nagoya, aunque suelo viajar mucho a Tokio para hacer masterclass”.
Aunque se define como bailaora y cantaora, Yuka no oculta que el “el cante es lo que más me gusta, aunque sé la dificultad que tiene porque no es mi idioma”. De hecho, siente especial admiración por artistas como “Terremoto y La Paquera”, y no se olvida de “Juan de la Morena, que tiene mucho compás. También me gustaba mucho su padre”, recalca.
No obstante, de quien guarda un recuerdo imborrable es del añorado Juanillorro “que me aconsejaba mucho en el cante, me acuerdo mucho de él”.
Su próximo sueño es que ese hermanamiento entre Jerez y Kiyosu cristalice con “alguna iniciativa entre las dos ciudades que pueda llevar el flamenco a mi tierra. Allí se han hecho algunos actos culturales, pero sólo con vinos de Jerez y con caballos, pero nunca de flamenco. Me da mucha pena que el flamenco nunca haya tenido su espacio, por eso voy a intentar hacerlo”.
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