La crítica

El arte de convertir lo complicado en sencillo

  • Amaya echó la responsabilidad y la presión sobre su espalda, despachándose a gusto durante más de hora y cuarto

Asumir el peso del apellido Amaya no debe ser tarea fácil, y más aún si antes de ofrecer cualquier dato cuantitativo o cualitativo sobre Karime Amaya se le presenta como sobrina-nieta de Carmen Amaya, es decir, palabras mayores. Son prejuicios demasiado poderosos como para obviarlos.

Sin embargo, viendo a esta joven bailaora moverse sobre el escenario no parece que todo este tipo de argumentos le afecten como tal pues ayer, en su puesta de largo en el Festival de Jerez, no dio muestra alguna de debilidad ni de nerviosismo, todo lo contrario, echó la responsabilidad y la presión sobre su espalda como si tal cosa, despachándose a gusto durante más de hora y cuarto.

No es de extrañar que el público, al que este año notamos más exigente que otras veces, la despidiera con una sonora ovación. No era para menos, y si no sólo bastaba echar la vista atrás y comprobar cómo después de bailar durante casi una hora, a la mexicana le sobraban las fuerzas suficientes para ejecutar una carretilla con tal brío que recorrió el ancho del escenario con una parsimonia irrechazable.

Y es que si algo demostró en la Compañía es que posee un tren inferior fuera de lo común de ahí que sus pies martillearan las tablas con una tremenda aceleración y sin cometer errores. Por momentos, pareció como si el tiempo hubiese retrocedido casi cuarenta años, cuando los bailaores de época ejecutaban a una velocidad de vértigo cualquier palo.

No hablamos de una mujer que basa su baile en ser veloz, ni mucho menos, lo verdaderamente interesante aparece en su habilidad para convertir lo difícil en fácil. Viéndola desfilar parece que todo es sencillo y ni mucho menos lo es.

Karime domina los tiempos y los registros de la escena con maestría, revoluciona el baile cuando le conviene y lo desacelera cuando es menester. El mero hecho de buscar una estampa flamenca, como la que dejó en su último baile por soleá, le hace ser una artista versátil.

Para estrenarse en Jerez preparó un montaje clásico, sin alardes de ningún tipo. Amparándose en una iluminación cálida, la bailaora obsequió a la sala con unas seguiriyas cargadas de fuerza y explosividad, en las que tuvo tiempo para bracear con arte, pese a que no se prodiga demasiado en estas lides.

Continuó por alegrías, que bailó de negro y blanco y con chaquetilla, como la mismísima Carmen Amaya, y concluyó por soleá, siempre alternando elementos clásicos con movimientos más actuales, una prueba más de lo que es capaz de hacer.

La joven artista estuvo bien acompañada por un elenco potente y bastante 'acamaronado'. Las diferencias en las tonalidades de las voces le dotó de un especial calado destacando el poderío de Rubio de Pruna, una garganta trabajada y que sabe moldear cualquier situación que se le ponga por delante.

Tampoco fallaron las guitarras de Tati Amaya y el artista invitado, Justo Fernández 'El Tuto', al que tuvimos oportunidad de escuchar en una pieza de cosecha propia y donde demostró dominio de la técnica, gran pulsación y sobre todo limpieza a la hora de ejecutar las escalas.

El público se rindió a los pies de una elegante bailaora cuyas condiciones apuntan alto, pues personalidad y carácter tiene de sobra. El tiempo lo dirá, pero Karime Amaya de por sí, e independientemente de lo que diga su ADN, es una artista con futuro. El tiempo, para bien o para mal, le pondrá en su sitio.

Baile

Solos en compañía               

Baile: Karime Amaya. Cante: Raúl Levia, Joaquín Gómez Contreras, Rubio de Pruna. Guitarra: Tati Amaya y Justo Fernández ‘El Tuto’. Percusión: Juan Cristóbal Sánchez. Día: 25 de febrero. Lugar: Sala Compañía. Aforo: Tres cuartos de entrada.

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