Memoria me dio 'pa' ti...

Ana Parrilla: "Soy bailaora porque nací bailaora"

  • "Yo lo bailo todo, hasta las trilleras, pero la soleá es lo que más fácil me resulta, igual que la bulería, el baile de mi tierra", aseguraba la bailaora en 1984 en Diario de Jerez

"Soy bailaora porque nací bailaora"

"Soy bailaora porque nací bailaora"

Desde este pequeño rincón de la memoria queremos recordar a muchos artistas que de una manera u otra han dejado su huella en el mundo del flamenco. Este primer espacio queremos dedicarlo a Ana Fernández Molina 'Ana Parrilla' (1943-2004), bailaora jerezana, nieta del célebre Tío Juanichi El Manijero e hija de Tío Parrilla y que nos en julio de 2004.

En una entrevista de Juan de la Plata en el suplemento de televisión de Diario de Jerez en mayo de 1984, Ana reconoce que "soy bailaora porque nací bailaora, nadie me enseñó, lo llevo en la sangre".

La jerezana se definía como una persona "libre" y entendía que al bailar "el aire me lleva. Cuando bailo, no pienso, voy sola".

Admitía admiración por "Trini España", una bailaora a la que describía como "muy completa, muy buena", y al hablar de sus preferencias sobre el escenario lo tenía claro: "Yo bailo de todo, hasta las trilleras, pero la soleá es lo que más fácil me resulta. También la bulería, claro es el baile de Jerez, de mi tierra".

Ana presumía de ir por libre, "la única compañía a la que pertenecí fue la de Luisillo", y al mismo tiempo no escondía que "de todos mis compañeros se aprende, siempre se ven cosas buenas que te sirven para perfeccionarte y mejorar".

En otra entrevista a este mismo Diario en 2003, la artista cuenta a que su baile "es mi movimiento". Además, al preguntarle por su flamencos andares apunta que "no son del baile, los he heredado de mi madre. Los andares que tienen ahora las niñas que están en las academias son otros. Yo puedo distinguir una que baila clásico de otra que baila flamenco y hasta la que baila bien lo veo andando. Porque el baile empieza andando, que es lo más complicado. Bailar andando. Y pararse, según lo entiendo yo".

El baile para Ana "no me ha dado para ser rica, pero sí que me ha dado un conocimiento muy rico. Es mi universidad. También te enseña a esperar, a tener calma, paciencia, tolerancia, respeto, obligación. Te va marcando unas pautas".

Al ser preguntada por si había pensado en retirarse decía: "Sí, pero me ha durado tres horas. Hay veces que antes de salir al escenario con una bata de cola que pesa más que tu propio peso, que tienes miedo, que te duele el estómago piensas, 'bueno, ¿cómo hay ahí 5.000 personas esperando que yo haga el qué?'. Dudas. ¿Yo sé hacer algo? Hay unos segundos que son muy curiosos. Ahí es cuando te dice el baile 'Yo estoy contigo'. Porque sientes una soledad tremenda. Cuando estás entre bambalinas no ves, pero en el momento en que te da la luz, la bata vuela. Y manda el baile".

A pesar de pertenecer a una generación de artistas de corte clásico, en lo que respecta al baile, Ana era una persona de mente abierta. Al referirse a la fusión y si representaba una falta de respeto decía: No, si no nos damos por aludidos, no, porque están buscando cosas e igual puede salir otra cosa que no sea flamenco. E igual sale algo interesante un día que sea flamenco, el flamenco se renueva y la gente joven se aficiona. Lo que no se puede es una vez que se ha recogido la uva en la vendimia, arrancar la cepa. Hay que respetarla y si me aprietas, adorarla. Porque podemos quedarnos sin vino".

Ana a la que Juan de la Plata definía como "mujer de alabastro y seda", que Antonio Núñez llamaba "esa gran gitana cabal", o que Rafael Lorente describía como "bailaora racial, de inspiración, arte y singular porte", recibió en 1984 con la Copa Jerez de la Cátedra.

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