XXIV Festival de Jerez

La sombra que se hizo luz

Carmen Herrera en Sala Paul

Carmen Herrera en Sala Paul / Manuel Aranda

Carmen Herrera llegaba siempre a la academia de Ana María López, en la antigua sede de la peña La Bulería de calle Mariñíguez, de la mano de su padre. Tenía por entonces unos doce años y, como cualquier niña de aquella época, aspiraba a convertirse en una figura del baile. Algunas se quedaron por el camino pero otras, gracias al esfuerzo y la constancia, han llegado a convertirse en una buena figura del baile de Jerez.

En ‘La luz que me alumbra’, recuerda con sentimiento nostálgico a esa figura que le dio la confianza y la oportunidad, el cariño y el empuje, para que no desistiera en el largo camino. Ya su padre no está, se marchó para siempre siendo aún una jovencita, pero ahora lo siente más cerca que nunca.

Bajo esta premisa, Carmen recurre a un nuevo lenguaje con el que enfrentarse al público, defendiendo siempre su perfil flamenco y clásico. Pero desde ese ‘Raíz y Pureza’ que estrenara en el Festival en el 2014, su vida ha cambiado y ahora demuestra una madurez importante. No es la Carmen de antes, ahora expresa su creatividad y su arte desde otra óptica. Su repertorio no es el de siempre, se sale, pues, del sota, caballo y rey.

Incluso se deja acompañar por nombres que no siempre le han arropado, pues la bailaora ha recurrido en los últimos años al cante de La Plazuela, y en esta ocasión ha llegado hasta Cádiz con May Fernández, que sustituye por baja médica a Fernando Soto.

Lo más sorprendente ha sido su amplitud de miras. Para su relato musical se deja asesorar por Javier Ibáñez, con una sutileza y una elegancia exquisita. Él y Miguel Salado se hacen cargo de las guitarras de la tarde. La Sala Paúl estaba a rebosar en la tarde de ayer, quedándose sin plazas libres desde hace ya varias semanas. La propuesta mantiene al espectador atento a partir de un ritmo cuidado, desde el inicial garrotín con sombrero hasta la soleá del final. Bueno, el montaje acabó por bulerías. Su baile es emocional y sentido, se deja llevar por el momento y escucha el cante para crear coreografías. ‘El Londro’, cantaor todoterreno, se entona por farrucas y Carmen demuestra destreza. A veces la notamos nerviosa, pero de nuevo toma las riendas.

May Fernández nos lleva hasta Cádiz con ‘Aquellos duros antiguos’, por tanguillos, con mucho gusto y con una lluvia de sal. Suenan bandurrias y un laúd. También nos regala la copla ‘Ay mi sombrero’, con esa media voz tan aplaudida, acompañada por la Banda Sinfónica Ciudad de Jerez. En el recuerdo aparece Manuel Ríos Ruiz, con una poesía que da sentido a la escena.

Es en la soleá donde mejor se mueve. Se envuelve en el ‘quejío’ de José Mijita para dibujar un paisaje de alta calidad interpretativa. José cierra los ojos y se dedica a transmitir emociones. Concluye la noche de Carmen con un fin de fiesta, en el que bailan unos y otros ante el aplauso del público que valoró, por encima de todo, la entrega y autenticidad de esta jerezana que sigue creciendo desde la fuerza de sus principios.

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