La crítica

La inspiración como sustento

 La Sala Paúl acogió en la noche del pasado viernes, primera de esta muestra internacional jerezana, “Una Experiencia Plástica del Flamenco”. El arte plástico se unió con el flamenco en una propuesta original que atrajo la atención de un público numeroso.

El pintor y dibujante Gonzalo Conradi demostró que al igual que el toreo y el flamenco, la pintura puede crear un gran binomio con el cante y el toque. Con la sala casi llena y un poco de retraso, el escenario daba luz a una iniciativa cuanto menos atractiva y dinámica, que estuvo a la altura en todo momento, aportando nuevas facetas de lo que puede llegar a dar el flamenco. De riguroso negro y con sólo la ayuda de sus manos y algunas brochas y rodillos, Conradi plasmaba sus sentimientos jondos en una superficie vertical rígida que ocupaba la mayor parte del escenario.

La noche la abrió Andrés de Jerez por martinetes. Éste, junto a Carlos Grilo en el acompañamiento de la guitarra, fueron los que pusieron la nota flamenca, interpretando cada uno de los estilos más jerezanos para inspirar al artista plástico. El cantaor abrió la velada con aires fragueros, donde mostró claros rasgos agujeteros, influencia palpable a lo largo de la noche y que sirviera a Conradi para dar la bienvenida al respetable con el título de la obra. 

Seguidamente, mientras el cantaor interpretaba la soleá de Alcalá, el protagonista de la noche comenzaba a plasmar sobre la superficie blanca sus técnicas plásticas. Lo hacía con un sinfín de gestos, curvas y formas abstractas al compás del cante y el toque. El rojo y el negro fueron los colores predominantes, equiparables a la seriedad y pasión de la soleá. 

El público parecía sorprenderse de la transmisión directa que le llegaba del escenario, algo que viene siendo una actividad más propia de concursos televisivos que de programaciones flamencas, pero sí es cierto que el arte es subjetivo y sobre todo si se vive en directo. La iniciativa resultó un éxito. 

Prosiguió Andrés por seguiriyas, en cuyas letras guardaba lo más esencial del cante, el sentimiento. Mientras, Conradi daba forma física a esos significados en el panel, tanto lágrimas como tumbas, incluso con vocablos que resumían perfectamente el sentimiento del grupo artístico, tales como ¡Ay! o “me duele”. 

Sin duda una de las atracciones de la noche era ver a Carlos Grilo, reconocido palmero, haciendo sus pinitos con la guitarra. El jerezano se mostró brillante a lo largo de la gala, especialmente en el tema más musical que interpretaron mientras el dibujante descansaba, el cual recogía alusiones de la unión del cante y el dibujo a través de los pinceles. De nuevo y de forma continuada para no dar tiempo al aburrimiento, Andrés se lució con una larga tanda de fandangos naturales y agujeteros, inspirando la evocación de un caballo desbocado rodeado de palabras aflamencadas como “Ojana”. 

La noche acabó por bulerías cortas de la Plazuela, en las que Conradi utilizaba otros colores más vivos como el verde para dar forma al tallo de claveles, una imagen que acercaba a las noches andaluzas con una luna, una bella mujer y un gran colorido que de manera abstracta llegó al público sin intermediarios. Todos recibieron una gran ovación. Fue seguramente una cita inusual, cuya experiencia gustó y abre las puertas de la experimentación en el futuro, porque flamenco y pintura son almas gemelas.

Cante/Pintura

Una experiencia plástica del flamenco

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