Para Jerez y para el mundo… Lucía Álvarez La Piñona

La bailaora ha presentado en el Centro Cívico Blas Infante un espectáculo guiado por las canciones que han marcado su universo sonoro, desde Camarón a Joaquín Rodrigo

Fotos de La Piñona con 'Lucía en vivo' en el Festival de Jerez 2025

La Piñona con 'Lucía en vivo' en el Festival de Jerez 2025
La Piñona con 'Lucía en vivo' en el Festival de Jerez 2025 / Manuel Aranda
Valeria Reyes Soto

25 de febrero 2025 - 05:27

Un día Lucía Álvarez La Piñona tuvo un sueño, que era juntar a Patti Smith con La Niña de los Peines y que fueran una misma persona, aunque también podría decirse que Lucía Álvarez La Piñona tuvo un sueño, que era convertirse en la estrella de una banda de rock progresivo. Hoy La Piñona ha convertido en realidad su transmutación en un espectáculo de inclasificable etiqueta. La playlist interior de la artista ha sido llevada a escena con una banda flamenca formada por Manuel Pajares al cante, Ramón Amador a la guitarra, Juanfe Pérez al bajo y Javier Rabadán a la batería, y con un recorrido musical que ha ido desde Manzanita a Pastora Pavón pasando por María Jiménez, Camarón, El Luis, Juan Villar o Joaquín Rodrigo. La dirección artística ha sido co-creada junto a Sara Arguijo, habitual compañera ya de la bailaora de Jimena de la Frontera. Alberto Velasco en la dirección escénica y Benito Jiménez en el diseño de luces.

En este concierto de baile ha estado presente en todo momento la presencia de su banda, los “caballos” que la escudan y protegen, los que la han ayudado a reflejar su estética sonora, transitando memoria e imaginario. Lucía La Piñona se ha entregado a la música que la acompaña y también al público presente, en un proceso abierto en el que ha habido espacio para la interacción y para una videollamada improvisada con su padre, con el que ha querido compartir en directo la interpretación de Adela, de Joaquín Rodrigo.

El espectáculo se acerca por momentos a la performatividad, en especial en aquellos en los que Lucía Álvarez interactúa con el público o en los que ella misma se convierte también en cantante. Es un riesgo y hay que saber hacerlo muy bien para que estas incursiones más teatralizadas se integren bien con el resto de la obra, pero en este caso estaba totalmente justificado el juego. De hecho, los mejores momentos, por cómicos y por tiernos a la vez, han sido estos, con una entrañable Lucía presentándose ante Jerez. “Soy a veces un poco intensa”, ha compartido en un alarde de vulnerabilidad. Lucía en vivo ha sido como recrear lo que pudo ser la Alameda sevillana en la década de los 80.

El espacio escénico del Blas Infante no ha posibilitado que la propuesta haya resultado más espectacular, sobra decir que en el Villamarta hubiera engrandecido más este formato. La escenografía presentada se caracterizaba por su sobriedad, tan solo una plataforma central, unos focos y el pie de micro que se colocaba y retiraba según el número, simulando con este movimiento a los técnicos de los conciertos que salen a ultimar detalles.

El viaje musical de La Piñona ha sido sin duda alguna novedoso en su formato, aportando un plus de sorpresa a la escena flamenca y también a la propia trayectoria de la artista. Este recorrido por el repertorio interior ha jugado más a favor de la propia música que del baile mismo de La Piñona. A pesar de no haber abandonado prácticamente el escenario, en algunos momentos he llegado a echar de menos una mayor conexión con ella y con su baile, espacio que se ha cedido al formato mismo de este Lucía en vivo. La Piñona ha presentado a su banda como buena líder que ha sido, ha animado a bailar al público y se ha despedido a su manera, primero por bulerías y luego por psicodelia jonda. Y es que Lucía… es mucha Piñona.

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