Jerez, tiempos pasados

La Alameda Vieja de hace un siglo

  • Los jardines del Alcázar se abrían libremente a los jerezanos, con ofertas diarias, en verano, de cine, comidas y bebidas, pero esa 'terraza' hoy día está infrautilizada

Hace cien años, cuando más o menos alboreaba el siglo XX, la Alameda Vieja, también conocida oficialmente como Alameda Fortún de Torres, por el valiente defensor del Real Alcázar, así llamado, era la mayor terraza que Jerez podía tener para sus noches de verano.

Una terraza, hoy infrautilizada, a la que los jerezanos solían acudir para disfrutar de la fresca temperatura que entonces ofrecía, como un lugar realmente único e inmejorable.

En su paseo principal se establecía, según vieja costumbre, un cine de verano, llamado el Cine de la Caridad, porque todos sus ingresos se destinaban a obras benéficas. La juventud gozaba de los distintos chiringuitos y las mujeres mayores, especialmente las viudas, solían reunirse en el llamado Paseo de las Viudas, en los jardines bajos frente a la calle Puerto.

Bajo el título de 'El Alcázar', en la prensa diaria solía publicarse este o parecido anuncio:

"En este hermoso parque de recreo, situado en el Real Alcázar (Alameda Vieja) se expende: Por la mañana, los domingos y días festivos, de 8 a 10, chocolates, cafés, etc. y buñuelos. Estos pueden también comprarse para fuera del local.

Por la tarde, los clásicos vasucos jerezanos a 0,25 cts. el fino y 0,30 el oloroso; sirviéndose platitos variados."

Pero el mayor atractivo de los jardines del Alcázar, se anunciaba para las noches de verano, de esta manera:

"Se exhiben cuatro secciones (sic) de cine, a las 8,30; 9,30; 10,30; y 11,30; siendo las dos primeras variadas a las dos últimas y a los siguientes precios: Al consumo, terraza alta, 0,20; idem baja, 0,10; preferencia, 0,15; entrada general, 0,05 cts.

Precios principales para el consumo: café, taza, 0,15; maquinilla, 0,25; mantecado, 0,50; medio idem, 0,25; cerveza, medio bock, 0,20; entero, 0,40; gaseosa chica, 0,15; grande, 0,25; cognac varias marcas, 0,15 la copa; refresco, 0,15; con sifón, 0,25.

La entrada al local es libre. Por la mañana y tarde se hace por la calle de las Armas (puerta principal del Alcázar); por la noche, por las dos del paseo principal".

Y para remate el anuncio concluía con estas indicaciones: "Vinos de varias marcas.- Abonos para almuerzos y comidas.- Cenas económicas.- Banquetes y buñoladas". Con lo cual quedaba cerrada la amplia y diaria carta de consumiciones que El Alcázar ofrecía, a quienes querían disfrutar libremente de tan atractivas ofertas.

Pero los que no deseaban pasar a los jardines interiores del "hermoso parque" del Real Alcázar y preferían quedarse fuera, que era generalmente un público menos selecto y más popular, se dedicaban a pasear por el paseo principal de la Alameda Vieja, visitando sus chiringuitos y pretendiendo los jóvenes a las muchachas.

El atractivo veraniego del recinto del Alcázar duraría varios años, pero cuando sus puertas se cerraron, entonces se instalarían otros cines desmontables, y casetas de variedades, con cante flamenco; e incluso, en ocasiones, con exhibición de fieras, en los jardines de la Alameda, ganando cada noche en asistencia de público. Por las mañanas y tardes, generalmente solo acudían niñeras de casas bien, con niños pequeños, a pasar el rato, hasta la hora del almuerzo; y también soldados, muchos soldados en busca de novia, enamorando a más de una niñera, las cuales, por lo regular, venían a trabajar a Jerez, procedentes de los pueblos de la sierra.

Estas costumbres se mantuvieron durante años, hasta los sesenta, más o menos, del pasado siglo; y uno aún recuerda los paseos y los conciertos de la banda municipal, los jueves y domingos, en el templete de la música, para los que se llevaban sillas de la Asociación Jerezana de Caridad; y las célebres Cunitas de Mariano, a la entrada del recinto por la calle Manuel María González, siempre en el mismo sitio, junto a los servicios subterráneos, a los que se bajaba por una escalerilla, cerrada por arriba con un verja de hierro. Y hay quien recuerda al tío de las arropías, a perra gorda, cada una. Así como las clásicas tapas de coquinas y caracoles, en los distintos chiringuitos que se montaban durante todo el verano; durando las veladas, que duraban desde el día de Corpus, hasta final de agosto.

De ser el máximo atractivo veraniego, la Alameda Vieja fue decayendo con el paso de los años, hasta desaparecer sus veladas totalmente; utilizándose únicamente, en los últimos tiempos, para montar los rastrillos de los domingos y alguna que otra atracción, con motivo de la descafeinada fiesta de la vendimia (ahora, tituladas en plural) y algún que otro acontecimiento, más bien pocos; lo que quiere decir que la Alameda ya no es lo que era, hace un siglo, ni mucho menos, en que cada noche se veía abarrotada de gente. Como pasó con el Parque González Hontoria, utilizado ahora sola y exclusivamente para celebrar en él la Feria del Caballo y la Feria de San Antón. Y pare usted de contar. Tan poco o nada ha quedado de los antiguos paseos de la Alameda Vieja, infrautilizada desde hace muchos años, que para ponerla en valor, la hemos convertido en un baratillo dominguero, despreciándose el gran historial que la misma atesora, y su gran utilidad como terraza de verano, durante dos siglos aproximadamente. ¡Ojalá y alguna vez sus jardines vuelvan a ser escenario de sus inolvidables veladas veraniegas!

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