Francisco Bejarano, en El jerez de los bodegueros (2004).

Los bodegueros del Marco del Jerez no solo se dedicaron a cuidar sus grandes extensiones de viñas y elaborar sus exquisitos vinos en sus catedralicias instalaciones, labores que les proporcionaban enormes beneficios, sino que muchos de ellos también se dedicaron a la política, tanto en el ámbito local, provincial y/o nacional.

Las cuestiones que nos asaltan es saber cómo pudieron influir estos empresarios, vinculados al sector vitivinícola en la política; o como se beneficiaron, ellos y su entorno, en el ejercicio de los cargos públicos.Poco, o casi nada, se ha estudiado sobre este asunto, tan solos algunos apuntes aquí y allá.

Eduardo Delage Atané.

La ciudad de Baco, como la define el historiador Fernando Aroca en su trabajo sobre la arquitectura y urbanismo del vino de Jerez, sería diseñada según los intereses de las poderosas e influyentes familias bodegueras.

Eran dueñas de las mejores viñas del entorno, de las enormes naves industriales que dominaban el paisaje urbano, de palacios y caserones, y además controlaban la política local, pasándose la alcaldía de la ciudad de unos a otros. Ostentaban, por tanto, el control de la mayor parte de la población que habitaba en la ciudad y su entorno.

lasco Ibáñez, en su novela La bodega (1905), retrató a los Dupont, los Domecq de finales del XIX, de esta manera:" Para Dupont, el amo lo era por derecho divino, como los reyes. Dios quería que existiesen pobres y ricos, y los de abajo debían de obedecer a los de arriba, porque así lo ordenaba una jerarquía social de origen celeste".

Álvaro Domecq y Díez, en el centro de la imagen, junto a Gregorio López Bravo.

Como contraste, las semblanzas más edulcoradas de algunos de estos personajes nos las ofrece Diego López Rico en sus Bronces jerezanos (1917).

Por su parte, el antropólogo jerezano, Esteban Ruiz Ballesteros en su ensayo Construcción simbólica de la ciudad. Política local y localismo (2000), concretamente en el capítulo titulado Poder local e imagen de la ciudad escribe: "El vino era el referente simbólico de la burguesía, el signo de su poder y prestigio...".Este mismo autor nos dice que "el vino se incrusta en la vida local, en dimensiones que, aunque intensas, pasan inadvertidas, por cotidianas, a los propios jerezanos".

Julio González Hontoria.

De forma somera, trataremos aquí a algunos de los más destacados bodegueros que, en Jerez y otras ciudades de su entorno, fueron también alcaldes de sus respectivas ciudades.

El vino manda

El mejor acercamiento que conocemos nos lo ofrece el profesor de la Universidad de Cádiz, Alberto Ramos.En su trabajo Los bodegueros del Marco del Jerez: Actitudes y mentalidad, que se incluye en la publicación El Jerez-Xèrés-Sherry en los tres últimos siglos (1996), reflexiona de la siguiente manera sobre el comportamiento de estos bodegueros: "Tras alcanzar el poder económico, se logra la consolidación del lógico y consecuente prestigio y consideración social. Lo que se traduce en una notoria representación en la vida de la localidad, la comarca y la provincia. Posteriormente la participación en instituciones de todo el estado".Ramos apunta a una cuestión importante en esta actitud: "...la necesidad del cuidado de los propios intereses, y los de su grupo, controlando cualquier esfera de poder y no solo la económica: de ahí los afanes por controlar el poder local, el regional y el nacional".

Retrato de Federico Ysasi Dávila.

Por lo tanto, según Ramos: "El control de la vida pública no pasa exclusivamente por controlar el gobierno local, el Ayuntamiento. Antes incluso, surge la necesidad de consolidar el grupo con la participación en otras actividades que proporcionan cierto prestigio en el entorno social...".

Aquí relaciono instituciones como la Sociedad Económica de Amigos del País, la Cámara de Comercio, los Casinos, o los Clubs deportivos.

De Jerez

A finales del XVIII sobresale en Jerez una figura clave, la de Jean Haurie Nebout, nacido en Francia en 1719.Según el historiador portuense, Javier Maldonado, había reunido al final de su vida ciento cincuenta y dos aranzadas de viñedo y levantado grandes bodegas de envejecimiento de vinos. Su negocio continuaría más tarde bajo la firma Pedro Domecq, pero lo más destacado es que la transformación que encabezó es una de las manifestaciones más interesantes, en los ámbitos económico, jurídico y político del Antiguo Régimen al capitalismo español.

Etiqueta de Pedro Díaz López.

Ocuparía cargos públicos como el de Caballero Diputado del Común y Miembro de la Junta de Propios y Arbitrios.

Como veremos, los bodegueros de origen francés jugarían un papel importante en la vida pública de algunas de estas ciudades.

En estos días, la académica Fátima Ruiz de Lassaletta presentará su nuevo libro titulado: Franceses en la expansión del jerez. La viña y el potro, los criamos nosotros. Algunos de sus antepasados fueron destacados bodegueros, como también alcaldes, entre ellos su bisabuelo Juan Fadrique de Lassaletta Salazar, nacido en Jerez en 1858. Tanto él como su sobrino carnal, Pedro Luis Lassaletta Crussoe, fueron alcaldes de Jerez en 1903 y 1915, pero no ejercieron en el negocio del vino.

Tumba de Pedro Díaz López en el cementerio de Jerez.

En 1913 la alcaldía sería ocupada por Manuel Ysasi y González.

Compartiendo apellido, Federico de Ysasi y Dávila. Primera autoridad municipal en 1926, cargo que ejerció durante la dictadura de otro jerezano, el general Miguel Primo de Rivera. El rey, Alfonso XIII, le otorgaría el título de vizconde Isasi-Dávila ese mismo año.

A mediados de los años 50 del siglo XX Álvaro Domecq Díez lo sería entre 1952 y 1957. También sería presidente de la Diputación de Cádiz, de 1957 a 1967.

Portada del libro La familia Otaolaurruchi.

Unos años antes, 1941-1943, le había precedido el también bodeguero de raíces francesas Eduardo Delage Atané, que fue presidente del Sindicato Provincial de la Vid, cerveza y licores.

Y como colofón, dos nombres en esta relación, los de Julio González Hontoria (Sanlúcar de Barrameda, 1843 – Jerez, 1929), que muy joven se inició en el negocio, de la mano de su tío, propietario de la compañía González Byass; y el de Pedro Díaz López, de familia de montañeses.

Monumento dedicado a Zoilo Ruiz-Mateos Camacho.

Hontoria sería elegido en 1881 diputado provincial por Sanlúcar de Barrameda, cargo que desempeñó en diversas ocasiones, y en 1901 concejal del Ayuntamiento jerezano, siendo nombrado alcalde poco tiempo después. En dicho puesto permaneció durante cuatro legislaturas, hasta 1919.

Por su parte, Pedro Díaz López fallecería en 1921, siendo alcalde. Así consta en su lápida.

Sanlúcar y el Puerto, pasando por Rota

Las otras localidades del Marco, con sus peculiaridades y sagas locales, muchas de ellas con vínculos familiares repartidos entre las tres ciudades, muestran una tendencia similar en ese periodo comprendido durante el siglo XIX y la primera mitad del XX.

Publicidad francesa de las bodegas Lacave.

El escritor sanluqueño Eduardo Otaolaurruchi Muñoz ha dedicado gran parte de su tiempo a escribir la crónica familiar, plasmada en dos volúmenes. Nada más llegar el primer Otaolaurruchi a Sanlúcar, procedente de México y Cuba, es nombrado alcalde en 1837; su nombre: Antonio Otaolaurrucho Goiti.Años más tarde lo sería otro miembro de esta familia, Carlos Delgado Otaolaurruchi.

Esta población vecina vería pasar por su casa consistorial una serie de alcaldes con apellidos compartidos, como José María La-Cave Gassin, en 1840, padre de Adolfo La-Cave Domínguez, alcalde Constitucional en 1889.

Como también Carlos Asquerino La-Cave.

Personaje destacado en la sociedad sanluqueña fue Pedro Manjón y Fernández de Valdespino (1803-1865). Diputado a Cortes por la provincia de Cádiz, Senador vitalicio del Reino, y alcalde de Sanlúcar de Barrameda en 1838, estuvo vinculado al Partido Moderado.

Su viuda, Leona Mergelina y Gómez de Barreda, se haría cargo de la compañía.

El apellido Barbadillo tiene especial significancia en el tema que tratamos, dando dos alcaldes: Pedro Barbadillo Ambrosy (1861-1922), alcalde en 1898, y Manuel Barbadillo Rodríguez (1891-1986).

Tomás Barbadillo Delgado (1904-1962), lo sería de Cádiz, 1940-1941, como presidente de la Diputación, cargo que ejercería también el presidente del Consejo Regulador, Antonio Barbadillo y García de Velasco.De El Puerto de Santa María, por cuestiones prácticas, reseñaremos a dos de estos bodegueros-alcaldes.La figura de Alfonso Sancho Mateos (Jerez, 1858-El Puerto de Santa María, 1952), ha sido estudiada por su bisnieto, el profesor Bernardo Rodríguez Caparrini.

Elegido alcalde - sin solicitarlo-, en 1924, estuvo en el cargo seis años. Periodo que abarca la dictadura de Miguel Primo de Rivera.

En el último periodo del franquismo sobresale la figura de Fernando Tomas de Terry Galarza (1923-2004). A él le sucedería, en 1976, Juan Melgarejo Osborne.

Remataremos este artículo con la figura de Zoilo Ruiz-Mateos Camacho (1900-1962), alcalde de Rota, de 1927 a 1929, por la Unión Patriótica. Puesto a dedo por Miguel Primo de Rivera.