En una de tantas reuniones sociales de un grupo de amigos de toda la vida, "disfrutones" del buen comer y el mejor beber, se planteó la posibilidad de disfrutar de experiencias gastronómicas con más frecuencia y ampliar el círculo para compartir su pasión con otras personas , facilitarles el acceso a productos únicos, pequeñas sacas de vinos, destilados u otros manjares.

En aquel encuentro informal, celebrado en 2015, se gestó The Anchor Club (el Club del Ancla), un navío tripulado por Fran López, Willy Pérez, Fernando García y Fran Monreal que hace unos meses completó su primera travesía entre Escocia y Jerez con el lanzamiento de los primeros productos, dos exclusivos whiskies fruto de largos años de investigación y desarrollo en los que se fusiona lo mejor de dos regiones con mucha historia y grandes lazos comerciales: la cuna de los mejores maltas escoceses de Spyside y la de los afamados vinos de Jerez.

La cata de ambos single malt con doble envejecimiento, cinco años en barrica de bourbon en la destilería escocesa Glen Moray y otros siete en sherry casks en Jerez, acompañados de los vinos que envinaron sus botas -una manzanilla pasada y un oloroso viejísimo de La Riva- sirvió el jueves de carta de presentación en público en el Gallo Azul de esta iniciativa, a través de la que próximamente verá la luz un tercer whisky de la misma camada, sólo que redondeado en su fase de crianza jerezana en una bota de Pedro Ximénez.

Los dos whiskies single malt envejecidos en botas de bourbon y sherry casks.

El club, que debe su nombre al espíritu marinero de sus impulsores que identifica la intención de tender puentes entre Jerez y otros puertos del mundo, busca realzar la riqueza gastronómica mundial, con especial atención a las conexiones con Jerez, para ofrecer whiskies, brandies, vinos y otros productos.

En palabras de Fran López, Jerez tiene una historia milenaria y una relación con otras zonas que también atesoran mucha historia, vínculo que The Anchor Club se propone reforzar desde el punto de vista de la elaboración y de las alianzas gastronómicas, contribuyendo a que el jerez no sea sólo un subproducto, una herramienta para el envejecimiento de destinos, sino que aporte su huella de distinción.

De esta forma, los socios tendrán garantizado el acceso, con descuento, a productos únicos y efímeros, que se presentan en pequeñas sacas de ediciones limitadas, de una sola barrica en el caso de las bebidas como sus dos primeros whiskies, que podrán encontrarse también en escogidos establecimientos hosteleros y tiendas especializadas.

El club apoyará la divulgación a través de una serie de actividades como catas, maridajes, talleres y viajes relacionados con la gastronomía, por ejemplo, “a Francia para elegir entre los socios un champán y embotellar 400 botellas, o a Japón para ver qué nos traemos”, deslizó Willy Pérez en la presentación, toda vez que el grupo de amigos que ha dado forma apunta la posibilidad de establecer más vínculos con otros destilados y vinos como el ron, la ginebra, un espumoso y “quién sabe si quizás un sake”.

Con los single malt lanzados al mercado a finales de 2022 se abre la primera de las tres vías en las que navegará The Anchor Club, la de vincular diferentes elaboraciones del mundo con la aportación enológica de Jerez a través de la crianza.

Las otras dos vías explorarán, de un lado, la elaboración propia, en la que ya están trabajando con un vermú de estilo jerezano, que reforzará su identidad con botánicos y especias autóctonas, “botánicos de albariza” avanzó Pérez; y de otro, la colaboración con otros productores para el disfrute de productos gastronómicos exclusivos, por citar algunos, del cerdo ibérico, atún de almadraba, champán…

Los whiskies catados en la presentación reflejan la filosofía de The Anchor Club, la búsqueda de productos exclusivos y efímeros que conviertan cada experiencia gastronómica en algo único.