Andrea La Brava | Concursante de Maestros de la Costura

“No es fácil gestionar todo este cúmulo de emociones”

  • La jerezana de adopción del programa ‘Maestros de la costura’, sueña con ganar: “Ayudaré en casa y me compraré una furgoneta”

“No es fácil gestionar todo este cúmulo de emociones”

“No es fácil gestionar todo este cúmulo de emociones”

El desparpajo y atrevimiento de Andrea ‘La Brava’ sorprendió a los más del millón de espectadores que el pasado lunes siguieron el inicio de la tercera edición de ‘Maestros de la costura’, el programa de TVE. Esta jerezana de adopción vive estos días una experiencia única y se ve dispuesta a hacerse un hueco en este complicado mundo.

Aunque nacida en Madrid, Andrea llegó a Jerez hace más de 17 años. “Yo tenía 14 años y llegué con mi madre, mi hermano y mi abuela. Mi madre quería estabilidad para nosotros, mi hermano y yo, y como aquí teníamos familia, nos vinimos. Antes ya había venido a Jerez, pues desde los 5 años veníamos de vacaciones y siempre hemos estado muy a gusto aquí”, explica.

Su presencia en este talent de costura ha sido casi de casualidad y en parte “a la presión de mi familia y mis amigos para que presentara. Lo hice por ellos y les estoy muy agradecida de que confiaran tanto en mí, porque… ¡Mira donde estoy!”

Por el hecho de vivir en Jerez y de gustarle la costura siguió con especial atención la edición en la que estuvo presente la jerezana Luisa Reyes. “Aunque estaba entonces trabajando en Sevilla, veía el programa por internet mientras cosía en casa. La verdad es que la trayectoria de Luisa en el programa fue impecable y sí que dejó el listón alto. Espero estar a la altura”, recalca entre risas.

Curiosamente, con ella “he hablado a través de la redes sociales y me ha dado ánimos y mucha buena energía sus palabras. También me ha dicho que tenga confianza para aguantar. La conocí en el casting de Sevilla, que fue a visitarnos. Hemos hablado de conocernos bien en persona, cervecita o café de por medio y hablar de toda esta aventura. Espero que pueda asesorarme sobre todo que me explique cómo gestionar todo este cúmulo de emociones y trabajar igual que ella”.

Tras el primer programa, Andrea reconoce que lo que más le ha llamado la atención hasta ahora “es lo rápido que se te pasa el tiempo. Al ser el primer programa, no estas familiarizado con el entorno, ni con el equipo, las cámaras, ni siquiera con los compañeros. Todo es nuevo. Lo mejor es el trato de Raquel y de los jueces (María, Alejandro y Lorenzo) con nosotros. Aunque son duros, tienen mucha comprensión por nuestros nervios del primer contacto con el taller”.

En cuanto al nivel de sus compañeros y a la vez contrincantes, La Brava considera que en el taller “hay variedad de niveles, pero lo importante no es cómo se empieza sino cómo se acaba. Con esto quiero decir que posibilidades de ganar tenemos todos, pero hay que trabajar mucho.

De ellos destaca por encima de todo, “lo buenos compañeros que son. Nos respetamos por encima de nuestras diferencias puntuales y contribuimos para que haya una buena convivencia y que esta experiencia sea lo mejor para todos. Lo más importante es que no queremos nunca perjudicarnos entre nosotros, aunque estemos compitiendo. Nos ayudamos y apoyamos siempre. Somos una familia”.

Cuando se le pregunta por cada uno de ellos Andrea recalca que “hay gente con la que tengo más afinidad que otros”, y a la hora de valorarlos individualmente destaca: “Begoña son los nervios personificados y el buen hacer; Fran es el desparpajo y la picardía; Xiaona es constante y presumida; Arantxa es ternura y la seriedad; Joshua desprende música por todos sus poros; Marga tiene lucha y compañerismo; David es magia y sensibilidad; Borja es un gran descubrimiento y la perfección, Laura es especial y genuina y Marc es conocimiento y generosidad”. De Helen, por su parte, la primera concursante expulsada la ve como una persona “con estilo y mucha fuerza".

Fuera del concurso, Andrea desarrolla desde hace tiempo su propia marca persona, ‘Brava’, unas creaciones que cataloga como “muy personales, principalmente porque diseño y creo a partir de estados de ánimo, emociones o influencias volátiles. Mi intención no es hacer ropa, sino fabricar emociones, potenciar rasgos de la personalidad de las personas que compran prendas. Darle un significado al lenguaje no verbal. Tengo muchas referencias artísticas y, al final, siempre tengo un remolino de ideas que tengo que dar forma poco a poco. Me falta madurez y formación y soy muy dispersa, porque quiero hacer muchas cosas y, a veces, no me centro”.

Dedicarse a esta profesión es su gran sueño, aunque actualmente “no sé realmente si se puede vivir de ella o no porque no estoy dentro del mercado. Espero estarlo pronto”.

“Pero sí creo que-continúa-para empezar se necesita tener los medios adecuados, el producto y los contactos, o por lo menos una de las tres. A nivel social, la manera actual de consumir moda no facilita que diseñadores y creativos, que apuestan por productos más auténticos y especiales, puedan hacerse un hueco estable en la industria. Hoy en día, hay muchas iniciativas que incitan un consumo responsable y más ético. Hay que concienciar de lo contaminante que es la industria y fomentar el buen consumo, porque es más importante la calidad que la cantidad. Sobre todo, para mí es muy importante desarrollar un vínculo emocional personal entre consumidor y prendas”.

Aunque el programa acaba de empezar, Andrea La Brava sueña con ganarlo, para entonces “seguir con mi proyecto de Brava y continuar formándome, que es realmente para lo que me he presentado, es decir, tener la oportunidad de seguir aprendiendo y aspirar a acceder a estudios que, por razones económicas no me puedo permitir. Además, ayudaría en casa económicamente y me compraría una furgoneta”.

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