Ángeles Gómez Sánchez ‘Angelita Gómez’ se convirtió ayer en Académica Numeraria de la Real Academia de San Dionisio de las Ciencias, Artes y Letras, una corporación que está celebrando durante el presente curso su 75 aniversario.

La maestra jerezana brilló con luz propia en una tarde noche en la que recibió el calor de sus familiares pero sobre todo de muchos amigos y conocidos que no quisieron perderse este día tan especial, que le permite completar un proceso iniciado en noviembre de 2012 y culminado ahora.

Su discurso de ingreso tuvo dos partes, una en la que Angelita Gómez hizo un pequeño recorrido por su trayectoria profesional, acordándose de sus maestras, “porque nadie nace sabiendo”, indicó, nombrando así a María Pérez, Carmelita Bernal ‘La Gitana Blanca’, María Pantoja y el guitarrista Sebastián Núñez.

Recordó su experiencia en Caracas, donde conoció a su marido Vito Valerio , y su primera experiencia con su academia en 1985, una academia, situada en la calle Porvera, donde se encargó de fomentar “nuestro arte flamenco” hasta 2002, cuando “se la cedí a María del Mar Moreno”.

Se detuvo también en los Cursos Internacionales de Flamenco que realizó con la Cátedra de Flamencología a principio de los años sesenta y que desarrolló durante algunas décadas, y especialmente en el Festival de Jerez, citando concretamente el año 1997 “cuando Manolete y yo dimos dos cursos a los alumnos del Ballet de Andalucía”.

Con esa naturalidad y gracia que atesora, Angelita reivindicó “la bata de cola”, “con ese mantón bien colocado, el roete bien cogido, no como ahora que salen las bailaoras despeinás”, y sobre todo “la peineta daleá”, dijo entre las risas de un público que llenaba la sala de la calle Consistorio.

Otro momento del acto.

Pero lo mejor estaba por llegar. Salió a relucir entonces el gen de la enseñanza, impartiendo una verdadera clase magistral ante el deleite de todos. Acompañada por la guitarra de Santiago Moreno, Angelita derrochó poderío y garbo con el pericón, doblando las muñecas como se debe hacer al ritmo de guajiras, y remató su aparición con “los palillos”, como ella llama a las castañuelas, mientras sonaban compases de seguiriyas.

Con la sala en pie, fue entonces el presidente de la Real Academia de San Dionisio, Juan Salido Freyre, quien llevó a cabo el discurso de contestación, un recorrido perfectamente estructurado por el baile y esa escuela de Jerez, en el que no faltaron los grandes tratadistas, como el maestro Otero, y algunas de las grandes bailaoras que ha dado esta tierra, desde María Pantoja, maestra de Angelita, a Mariquita Malvido, las hermanas Antúnez, La Macarrona o Rosa Durán. Seguidamente, la protagonista de la noche recibió la Medalla de la Academia entre aplausos.