Arte y naturaleza

La finca Los Alburejos, de la familia Domecq, acoge dos días a la semana el espectáculo 'A Campo Abierto'.

Domingo Díaz / Jerez

15 de agosto 2016 - 07:57

Naturaleza y arte. O lo que es lo mismo: el hombre, el toro y el caballo. En definitiva, eso es lo que se puede disfrutar en la dehesa de la finca Los Alburejos, donde se muestra a estos dos animales, junto a otras reses, en un estado natural que parece estar muy alejado de un mundo donde mandan las prisas y lo artificial. Allí, el tiempo lo marcan el sol y la luna, porque no hay paredes donde colgar relojes que salgan de cualquier ruidosa y contaminante fábrica. Y es que en aquel paraje natural, el mayor ruido llega con el galope de toda una manada y el tintineo del cencerro que cuelga del cuello de los bueyes.

'A Campo Abierto', un espectáculo que la familia Domecq desarrolla desde hace casi una década en la finca mencionada anteriormente, busca mostrar esta esencia de la naturaleza, el toro y el caballo en plena libertad, conviviendo con otras cabezas de ganado día a día en una dehesa con el único límite de los accidentes del terreno. Esta iniciativa nació en 2008 y en un principio se desarrollaba durante tres días distintos de la semana. Con el paso de los cursos, el espectáculo se ha concentrado en tan solo dos jornadas: todos los miércoles y los sábados de marzo a agosto. La intención, como ya se ha referido, es dar a conocer el toro y el caballo en su estado más natural; así como el trabajo que jinetes y vaqueros -el hombre, en definitiva- realizan en el campo con las diferentes reses, haciendo un arte de la doma y la crianza.

El paquete turístico que se puede disfrutar engloba una oferta del producto andaluz que aleja de cualquier mente aquella visión que se encuadra con la marca Andalucía de sol y playa, esa con la que todos venden de forma mayoritaria la tierra del sur de la Península. Se cuentan por cientos los turistas que se acercan hasta el lugar en cada ocasión para disfrutar de un rato de desconexión. Familias enteras y grupos de amigos llegan a la finca Los Alburejos para pasear primero de forma agradable por un sendero rodeado de naturaleza y visualizar después un espectáculo de hora y media apto para todos los públicos y todo tipo de familias.

Poco antes del mediodía comienza el 'show'. La grada semicircular se van llenando poco a poco y desde ésta queda patente la frase que un ciudadano de Jerez utiliza habitualmente en la conocida red social Twitter. A través de su cuenta, @JosAntonioNez -más conocido como Avanti Con La Guaracha- suele escribir una frase para explicar los paisajes que se pueden ver en Andalucía: "De Despeñaperros para abajo somos los mayores productores de salvapantallas de ordenador del mundo". Y es que las imágenes idílicas que uno suele colocar en su computadora se pueden conseguir fácilmente en esta finca de Los Alburejos. Caballos con cabellos tordos y en su mayoría de sangre hispanoangloárabes; toros bravos mostrando su nobleza antes de ser enviados a cualquier plaza del mundo; bueyes que guían por medio del campo a sus hermanos sementales al son del tintineo de sus cencerros; y, por supuesto, el hombre bailando con sus equinos, que llevan a la perfección el compás de la música de la tierra y parecen tener guardado el secreto del soniquete flamenco.

El paisaje que se dibuja en la dehesa tan solo con los animales en reposo parece trazado a conciencia. La acción del hombre, además, lo mejora. Los molinos de viento que se avistan al fondo no hacen más que dar un aspecto natural que hace volar la imaginación de aquellos que leyeron viejas aventuras desarrolladas en La Mancha. ¿Habrá algún Don Quijote que quiera y se atreva después del espectáculo a luchar contra aquellos gigantes que ondean sus brazos en el horizonte?

La imagen más espectacular llega cuando el ganado recorre varios cientos de metros al galope para llegar hasta el picadero en cuya grada están situados los espectadores. Una camada de reses aparece desde detrás de un árbol, doblando a paso ligero una de las curvas formadas en un paraje completamente natural. A su paso, todo en silencio. Tan solo el cencerreo de los bueyes anuncia de forma sonora su llegada. Si pegáramos el oído al suelo también podríamos escuchar la llegada de las diferentes piezas de ganado, pero de forma sonora, pocos mecanismos más podríamos utilizar. Esta acción ha dejado con la boca abierta a más de un niño, que señala la llegada de los animales.

Pura naturaleza al galope. La bravura que se supone que tienen estos animales no está presente mientras se encuentran en su hábitat natural, donde tan solo la nobleza lesa acompaña por campo abierto, un lugar en el que levantan una humareda de polvo con su paso que han hecho prestar atención incluso a los más urbanitas. Solo un par de jinetes escoltan a toda una manada de astados que ha dejado atrás esa inmensa cortina de humo que solo el tiempo hace desaparecer.

Pero el espectáculo no es solo visual. Durante los 90 minutos que dura la función desarrollada en el picadero, una guía narra y explica hasta en cinco idiomas distintos, de forma continuada, como son las diferentes etapas de la vida de las cabezas de ganado que componen la ganadería Torrestrella, perteneciente a la familia Domecq. El carácter didáctico de la actividad va más allá y enseña también a diferenciar las diferentes divisas con las que las ganaderías señalan a sus astados antes de que estos luchen por su vida, de forma estéril la mayoría de veces, en una plaza.

Después de ver bailar a los caballos y presenciar la vida del toro bravo en libertad solo falta tomar una copa de vino de la tierra. El show 'A campo abierto' es solo una forma más de desconectar con la vida urbanita y conectar con lo que solo el planeta puede fabricar. En definitiva: arte y naturaleza.

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