Jerez

Bendita imperfección

  • 'Territorio Albariza', mucha verdad y toda la pureza en un paseo por los pagos históricos del Marco

Ramiro Ibáñez y Alejandro Nárvaez en el stand de 'Territorio Albariza', el rincón en Vinoble del grupo 'Manifiesto 119'.

Ramiro Ibáñez y Alejandro Nárvaez en el stand de 'Territorio Albariza', el rincón en Vinoble del grupo 'Manifiesto 119'. / pascual

He estado en muchas catas en Vinoble, al menos una por día en las últimas ediciones y el doble en las primeras, pero pocas veces se ha visto tanto entusiasmo como el que ayer contagiaron Willy Pérez y Ramiro Ibáñez con su 'paseo por las albarizas y el viñedo del Marco'. Me quedo con la ovación final de los asistentes como prueba inequívoca del interés que genera la nueva generación de enólogos que tanto y tan bien está dando que hablar con su trabajo, repleto de verdad, pegado al terruño y a las tradiciones que hicieron del jerez un vino único y el más universal.

Desde la base del "respeto a la calidad por encima casi de la calidad", Pérez y Ramiro son la punta del iceberg de los integrantes de 'Manifiesto 119', grupo de enólogos y bodegueros de Sanlúcar, Jerez, El Puerto y Chiclana que toma su nombre de las variedades de uva que había en Andalucía en el siglo XIX, las prefiloxéricas, y que se caracteriza por su pasión, compenetración, unidad...

Sin ánimo de incomodar, 'Manifiesto 119' remueve conciencias y hasta los cimientos de la Denominación de Origen jerezana, en la que tarde o temprano acabarán encajando buena parte de los postulados de este grupo, que por primera vez ha contado en Vinoble con un espacio propio, el 'Territorio Albariza'. Junto a Pérez (Bodegas Luis Pérez) e Ibáñez (Cota 45), en el stand de 'Territorio Albariza' tienen cabida Alejandro Narváez y Rocío Aspera, de Bodegas Forlong; los hermanos José y Francisco Blanco, de Bodegas Callejuela; Armando Guerra, de la Taberna der Guerrita y director de Alta Enología de Barbadillo; y Primitivo Collantes, de la bodega chiclanera del mismo nombre.

'Territorio Albariza' ha sido un hervidero constante durante los tres días del Salón, como lo fue ayer la cata que abrió la tercera jornada de Vinoble en la Mezquita y en la que el grupo hizo peña para arropar a Pérez e Ibáñez en la defensa de la filosofía y los valores que comparten a través de nueve vinos, cada uno de un pago, todos de albarizas, en un paseo desde la Sanlúcar más costera hasta el interior de Jerez a través de Carrascal, Miraflores, Armijo, Maína, Balbaina, Añina, Macharnudo y Carrascal.

Vinos con carácter, de menos a más estructura y concentración, que expresan el amplio abanico de matices de los pagos históricos y sus microclimas en una cata que culminó con una añada de 1940 (saca de 1945) del mítico 'Carta Blanca' de Agustín Blázquez, todo poderío de un vino al estilo antiguo de los tiempos en que todo se hacía a mano en la viña.

Parafraseando a Juancho Asenjo, miembro del comité asesor de Vinoble, Willy Pérez resumió la forma de entender la enología del grupo al significar que "los vinos de terruño son imperfectos". Bendita imperfección la de estos jóvenes, aunque alguno peine canas, que sin renunciar a las raíces y los orígenes han comenzado a reescribir la historia del jerez. Y todo ello sin perder la ilusión, pues según confesó Ramiro Ibáñez, cuando Bodegas Fundador les dejó coger uva del pago La Notaría de Macharnudo para elaborar un vino se pusieron a dar saltos como niños.

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