Bernardo Muñoz, 'Carnicerito', recuerdo de un torero con gracia y flamenquería

Verlo pasear por la calle larga era todo un espectáculo de elegancia torera y la gracia que le acompañaba era natural cien por cien. Parecía que fuera haciendo el paseíllo, porque siempre vivió como un torero, dentro y fuera de la plaza

Juan De La Plata

Jerez, 29 de mayo 2013 - 08:46

Se llamaba Bernardo Muñoz Marín, era malagueño de nacimiento, pero casi toda su vida la pasó en Jerez, siendo, viviendo y sintiendo como un jerezano más. Fue un gran torero, una gran persona y un hombre elegante, no solo en el vestir, que lo era, sino en todas sus cosas; y que, además de tener muchísima gracia, cantaba y bailaba flamenco estupendamente. De ello, damos fe, pues lo tuvimos varios años por vecino, en la barriada de La Plata, y durante mucho tiempo frecuentamos su amistad, así como su tertulia taurina en ‘La Venencia’, y en “La Española” y, más de una vez, nos recibió en su casa de la barriada España, para entrevistarle para el ‘Dígame’ y algún que otro periódico.

Bernardo era primo del gran actor teatral y cinematográfico Guillermo Marín; y estuvo casado con Pilar Leytón Moreno, hermana del banderillero jerezano ‘El Coli’, muerto por un toro en la plaza de Madrid, cuando iba de rehiletero con Copano, el 15 de agosto de 1964. Muñoz fue padre de Marina Muñoz, esposa del también matador de toros Rafael de Paula y, por lo tanto, suegro de éste, además de haber sido su primer apoderado. Pero Bernardo estuvo casado, anteriormente, con la gran estrella del baile – y también torera –Soledad Miralles, recordada como una temperamental y genial bailaora, considerada la primera que bailó la petenera.

Esta bellísima bailarina de la que tuvo un hijo, llamado Antonio, al que nosotros llegamos a conocer y tratar, cuando andaba por Jerez intentando ser torero como su padre -que igualmente gozaba de la gracia natural de su progenitor -, era hermana de un picador de toros, llamado José Fernández Miralles y apodado ‘El Madriles’.

El diestro malagueño/jerezano recibió la alternativa como matador de toros de manos de Rafael Gómez ‘El Gallo’, actuando de testigo su paisano Paco Madrid, en agosto de 1920, en la plaza de ‘La Malagueta’, en corrida a beneficio de la Cruz Roja, cuando contaba 25 años de edad, pues según el Cossío había nacido en Málaga, en 1895, aunque él creía que nació en 1891. El apodo artístico le venía no por haber sido matarife, sino por haber ayudado a sus padres, de niño, en la carnicería que aquellos tenían. Ya de matador, alternaría con las más grandes figuras taurinas de su tiempo, y el 22 de abril de 1921 actuaría como testigo en la alternativa de Manuel Granero ‘Granerito’, concedida por Manuel Jiménez ‘Chicuelo’. Al retirarse como espada, fue de subalterno con distintos matadores. Entre éstos, con Manolete y, finalmente, con su protector y amigo íntimo el caballero rejoneador Álvaro Domecq y Díez, quien viviera junto a él la triste corrida de la cogida y muerte de Manolete, en la plaza de Linares.

Son muchas las anécdotas que se cuentan de Bernardo, quien tenía un carácter tranquilo y sosegado, y sus golpes de gracia eran todos realmente espontáneos. Como aficionado al flamenco fue amigo de muchos grandes cantaores. Entre ellos de Antonio Mairena, quien llegó a sentarse con él y con este periodista, en el desaparecido bar ‘La Venencia’, allá por los años cuarenta, y de Manolo Caracol, al que llevó una vez a su casa de La Plata, en cuyo jardín de la calle Fernando de la Cuadra improvisaron una sonada juerga de la que fuimos testigos.

Ver pasear por la calle Larga a Bernardo Muñoz ‘Carnicerito’, tan elegantemente vestido, era todo un espectáculo, ya que el torero era uno de los hombres más elegantes que había en su época en Jerez. El decía que era ‘la percha’, pero lo cierto es que se pusiera lo que se pusiera – nunca le vimos con vaqueros – todo le caía realmente bien. Y, después, aquella parsimonia, la naturalidad de sus movimientos, la majestad de su porte, sin querer nunca pontificar, con sencillez y humildad, hablando de toros en sus vespertinas tertulias, entre viejos aficionados y gente del mundo del toro: Julio Luque, Alfonso Calle, Manolín, Alberto Aliaño… Como se decía de los viejos toreros, ‘Carnicerito’ era tan torero en la calle, como en la plaza. Siempre viviendo, andando, y hablando en torero. Sin dejar ni un solo minuto de sentirse torero.

De toros y de toreros hablamos muchas veces con él; recordando ahora una corrida que lidió en solitario, en una plaza de la Francia ocupada por los nazis, durante la segunda Guerra Mundial, de la que guardaba una impresionante fotografía, que nosotros publicamos en ‘Dígame’, en la que se veía toda la plaza llena, únicamente ocupada por soldados alemanes, y Bernardo en el centro del ruedo, solo, delante del toro.

El que fuera valiente matador de toros se retiró oficialmente de los ruedos el año 1935 , toreando en la plaza de Jerez, con Domingo Ortega y Armillita. Antes lo había hecho en Fuengirola; y en su despedida de Barcelona, lidió reses de González Nandín (3) y de Nogales (3), mano a mano con su homónimo y amigo Carnicerito de Méjico. Bernardo Muñoz fallecería en Jerez, el miércoles, día 17 de septiembre de 1969. De él dijo el crítico José Luis de Córdoba que fue “sobre todo una excelentísima persona, todo simpatía, nobleza, bondad... Fue buen torero Bernardo, pero fue mejor persona... Manolete le tuvo en gran estima”. Y el investigador y tratadista José María de Cossío, aseguraba en su monumental obra ‘Los Toros’, que fue “un gran lidiador”....Y así quedó para la historia.

Nosotros hoy le hemos querido recordar con el mismo aprecio que siempre le tuvimos.

stats