Canto a la pureza del Rocío en un pregón que fue preludio de la romería
Óscar Torres, el pregonero, ofreció anoche en la bodega de La Concha una hermosa exaltación plena de autenticidad rociera, de vivencias y ante todo de una explícita devoción a la Reina de las Marismas
Algo menos de una hora fue tiempo más que suficiente para que Oscar Torres demostrara su enorme amor a la Virgen del Rocío; para exponer de forma clara sus convicciones sobre qué es el Rocío, todo en una exaltación en la que compartió con la audiencia de La Concha su fe, sus vivencias, sus intimidades y lo mucho que ha aprendido de mucha gente rociera en los caminos por Doñana y ante la Virgen. Proclamó ayer la romería en un pregón de corte clásico, sin grandes alardes escénicos más allá del cuadro de la Virgen tras él, pleno de sinceridad, combinando prosa y hermosos y efectistas versos, acordándose de su gente, de los que ya no están, de la importancia de Jerez es el Rocío y de lo que supone ser un auténtico rociero.
Fue el pregón de un devoto, de uno de los de aquí, de un romero que vive y sabe lo que es Jerez y el Rocío, defendiendo el papel evangelizador que tiene la romería por encima de los otros estereotipos que difuminan la pureza de este acontecimiento. Oscar Torres tuvo la oportunidad de expresarse y de compartir sus verdades rocieras sin que faltaran referencias a todo lo que ha hecho en su inquieta forma de entender la vida, como su paso por los medios de comunicación como cronista del Rocío en radio y en televisión.
Oscar Torres no dejó pasar la ocasión para llevar a las 55 páginas de su pregón a sus amigos, a su presentador, Andrés Cañadas, que dejó algunas 'reflexiones' en su intervención inicial, de todo punto obligadas, como que "Iglesia local a la que ciertamente, no comprendemos en su forma de actuar y gestionar la actual realidad de nuestra querida y no siempre, ni valorada ni tratada como debiera, Real Hermandad del Rocío de Jerez", o la gran ausencia de este año, la del padre Alexis: "ahora mismo, en este patio de butacas, una silla vacía, dominica, que yo te invito a que llenes con tu voz, porque esa silla es de un muy buen amigo mío, por el que yo hoy, en el temporal exilio de su voluntaria tristeza, y compartido el gozo por tu Pregón, pongo la mano en el fuego, porque para eso estamos los amigos… que pa tomar cuatro copas, amigos hay un montón…". No obstante, el pregonero fue reivindicativo pidiendo a la Iglesia su constante presencia en la hermandad y en el Rocío, solicitando respeto para los cristianos así como para nuestras creencias y expresiones, como la defensa que hizo de Juan Pablo II, mostrando en su mano una postal del beato enviada desde Roma el mismo día de su beatificación.
El pregonero es el vestidor de las Angustias, es cofrade de aquí y de allá. Así los 'Siete Dolores de la Virgen' fueron la justificación para el arranque del pregón: "siete motivos tengo para quererte Señora, tus siete dolores son una profecía de gloria, que encienden mi corazón, que más que latir galopa buscando siempre en tu nombre, el porque sí de las cosas". La jerezanía fue otra de las 'medallas' que expuso el pregonero: "ser rociero jerezano, significa pertenecer a una de las familias con mayor tradición y devoción a la virgen, y eso, mis queridos hermanos y amigos, es una enorme responsabilidad".
Y ese Jerez se va al Rocío. Versificando la salida de la hermandad hasta su llegada a la ermita, Oscar Torres empezó a meter a la gente en un camino en el que se acordó de los ausentes: su madre, Mariano Ramírez, Pepe Antonio… "hoy tienes que desplegar la antena de tu inconfundible Land Rover blanco, para que mis palabras lleguen directamente a mis abuelos, a nuestros amigos que están a tu lado, a tu madre y a la mía, hoy, ahora, más que nunca, la magia de la radio que tanto me ha dado, me sirve para mandaros a todos un beso muy fuerte, y mi cariño más sincero". La Virgen siguió siendo el epicentro de todo el trabajo que expuso anoche. Cualquiera de las composiciones poéticas tenía en Ella la inspiración y una oportunidad para proclamarla por los presentes y ausentes: "la Virgen, es el camino de la mejor romería, la que nos lleva a las plantas, de nuestra fe cada día, en renovado bautismo que nuestros pecados limpia. Déjame rocío, que de nuevo yo te pida, por el alma de la gente, que ya a tu lado, cerquita gozan felices en paz del reino donde tu habitas. Que cuando el mundo se acabe y ya no exista la ermita y no suenen las campanas y se seque la marisma, los caminos no se encuentren con su arena y con su brisa, estaremos en el cielo caminando ya sin prisa cantando por sevillanas con una inmensa alegría de saber que te veremos más hermosa todavía en la gloria que en ti tiene el cielo de Andalucía".
Sin romper el hilo conductor de todo el pregón, lo cerró exaltando lo puro del Rocío, pidiendo generosidad a los romeros y a la sociedad en general y como no podía ser de otra forma, versificó el epílogo en un canto al Jerez que comienza caminar hacia las marismas: "viva la Blanca Paloma, adelante ya nos vamos, que suenen las bulerías tras una hilera de carros, y que suenen los cohetes, y el aire vaya anunciando que Jerez se va al Rocío, detrás de su Simpecado".
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