hostelería

'Casa Petra', desde 1938 hasta 'antié'

  • La histórica taberna de la calle Porvera echa el cierre casi 80 años después de su apertura. Los hermanos Segura, nietos de la fundadora, rechazan una subida de renta y buscarán otro local.

Los hermanos Manuel y Juan Segura charlan ayer con algunos parroquianos asombrados por el cierre del local.

Los hermanos Manuel y Juan Segura charlan ayer con algunos parroquianos asombrados por el cierre del local. / miguel ángel gonzález

"Dame un vazo". La expresión es un clásico en 'Casa Petra', donde se utilizaba como saludo y, de paso, para pedir. Era el buenos días o buenas tardes en el argot del histórico local de Porvera, que anteayer -antié en el habla autóctona- dejó de despachar vino tras casi ochenta años para disgusto de los parroquianos, una variopinta mezcla de clientes de toda la vida e hijos y nietos de los que lo fueron en su día y ya pasaron a mejor vida.

Un parroquiano longevo se asoma desde la puerta del pequeño local del número 59 de Porvera, donde los hermanos Juan y Manuel Segura, nietos de la fundadora Petra Berraquero, recogen los bártulos tras el cierre del negocio la víspera.

-"Dame un vazo -saluda el cliente desde la calle, quien al percatarse del cierre pregunta- ¿Qué ha pazao, ya no ze despacha vino?".

-"No hay más vino, estamos desmontando" -responde Manuel-.

-¿Y ezo?

-¿Que los dueños del local quieren más y esto no da para más".

-"Po habrá que buscá otro bujío, pero me da que no vamo a encontrá ningún zitio con el vino a cuarenta céntimos".

La antigua 'Casa Petra', 'Taberna Petra' o 'Niño Petra', tanto monta, puede considerarse la última víctima jerezana del fin de la moratoria de la Ley de Arrendamientos Urbanos, el fin de las rentas antiguas que ya se llevó por delante en 2015 a otros negocios señeros de la hostelería local como los bares 'Maypa' y 'Adeli'. O quizás no sea exactamente así, porque los hermanos Segura, que heredaron el negocio hace tres décadas tras la jubilación de su padre Manuel Segura Berraquero, ya pagaban una mensualidad de 450 euros por un local de veinte metros cuadrados, con una instalación eléctrica antigua y jalonado por dos escalones altos que hacen inviable la apertura de un nuevo negocio sin adaptarse a las actuales normas de seguridad y accesibilidad. Y para hacer frente al alquiler abrían todos los días del año, salvo el 1 de enero, de 7.30 de la mañana a medianoche, con un descanso en medio de dos horas y media.

Petra Berraquero Torreglosa inició la saga en 1938 al montar una mercería tras el fallecimiento de su marido en la casa colindante. La abuela Petra, que también vendía pan, no tardó mucho en cambiar de actividad para adaptarse a la demanda de su clientela. "Llegó un momento en que vendía más vino que pan, así que estaba claro", explicaba ayer Manuel Segura hijo, quien anima a Tomás, otro asiduo del local, hijo y nieto de antiguos clientes, a contar el resto.

"Las mujeres del barrio le pedían vino fresquito para guiso. Estaba claro que no era para guisar, si no a cuento de qué lo pedían fresquito, pero no estaba bien visto que bebieran en público", indica Tomás en el inicio del relato de la que considera su segunda casa. Y prosigue: "Aquí han parado todos los artistas flamencos del Arco de Santiago, porque era el único que aguantaba hasta las y pico con el 'Popeye' de la calle Merced. Terremoto, 'Tío Borrico', Morao, José Mercé y su padre, todos han pasado por aquí", relata Tomás, quien también cita a Paula o más recientemente 'El Juli' entre los famosos, en este caso del toreo, que hicieron parada en 'Casa Petra'.

La clientela de a diario, sin embargo, eran "trabajadores de la fábrica de botellas y de la de tapones, de Jerez Industrial, de la Hispano Olivetti que estaba en la calle Ídolos y de las bodegas, que hacían cola en la antigua 'Casa Petra' -la que regentaba Manuel Segura padre al lado de la floristería-, la que abría a las cinco y media de la mañana, para tomarse el café y la copa antes de ir a trabajar. Y luego estaban las prostitutas, los taxistas, los barrenderos y los guardias, como el cabo Manta, que venía en la Bultaco y se jartaba de poner multas a todo el mundo".

"No es el museo del Prado, pero es una institución en Jerez, en la Porvera y en el barrio de Santiago, una reliquia que da para escribir cuatro best sellers porque tiene mucha solera", prosigue el parroquiano, no sin lamentar que "el dueño no ha querido llegar a un acuerdo para mantener abierto un sitio que tenía fama en todo el Marco, un bar de beber, no de comer, donde se venía a tomar un vaso de jerez de la tierra albariza buena a 40 céntimos, el granel, y a un euro, el de marca. Con esos precios, ahora que se vendía la mitad porque los tiempos han cambiado y por la crisis, era una ruina".

Los hermanos Segura tienen intención de buscar un local cercano para mantener el negocio y a su clientela, con la misma política de precios. "Muchos de los que vienen aquí son personas mayores -los hay nonagenarios y octogenarios- que pagan 150 euros de alquiler y lo que les queda de la pensión es para comer y tomarse dos copitas. ¿Cómo íbamos a subir los precios?".

"Esto es un bar para la gente de aquí, nada de turistas y extranjeros. Esos a los sitios que les cobran 1,50 euros la copa. Aquí zapatilla y para el barrio", apostilla alguien que ayudaba ayer a los hermanos Segura en el desalojo del local.

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