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Jerez

La 'casa' de Castillo Lastrucci, Eladio Gil y Mampaso

Primer plano de la torre.

Primer plano de la torre. / vanesa lobo

Las historiadoras Ricarda López y Rosa M. Toribio publicaron en 2012 un estudio sobre joyas de la arquitectura del pasado siglo en Jerez. En su publicación repasan numerosos enclaves del término municipal para ponerlos en valor. El libro La Arquitectura del siglo XX en Jerez de la Frontera. 85 obras singulares dedica un capítulo a las construcción religiosas en los pueblos de y, entre ellas, destaca precisamente la iglesia de La Barca. Durante su exposición, las historiadoras aseguran que "la más monumental de todas es la iglesia de San Isidro de La Barca de la Florida. Su fachada principal, toda blanca, está precedida de un pequeño jardín que nos permite observar la majestuosidad de su torre campanario y el bello juego de volúmenes de la cubierta a dos aguas y el pórtico de acceso".

Con fotografías Rosa M. Toribio, Ricarda López narra que "la altura de la torre-campanario se convierte en un elemento omnipresente del poder religioso en todo el poblado, como las torres señoriales de la Edad Media o del Renacimiento. Posee dos cuerpos, el primero el del reloj, cuadrangular, y el segundo, el cuerpo de campanas, octogonal, y un remate piramidal cerámico de brillos metálicos que produce destellos con el sol". "De una gran potencia y rotundidad escultórica es el perfil del cimborrio con veleta que cubre el prebisterio, ahogado hoy día por una desafortunada construcción", añade.

En el libro se explica que "tras el pórtico, el nártex impide la visión diáfana del interior de la iglesia de una sola nave, cubierta por dos aguas con falsa armadura de inspiración mudéjar y arcos diafragma apuntalados que compartimentan el espacio en cinco tramos". Además, "un arco triunfalis de medio punto focaliza la atención de los fieles hacia el voluminoso presbisterio, verdadera qubba de planta cuadrada cubierta por bóveda de aristas, que asienta sobre un elevado tambor, horadado con óculos y armónicas bóvedas".

A juicio de la historiadora, "maravilloso y excepcional es el gran mural de la Virgen de la Asunción que preside el presbisterio, pintado al fresco por Manuel Mampaso en 1953. El autor, uno de los grandes artistas de la pintura abstracta española, representa a la Virgen gigante, siguiendo pautas orientalizantes, frente a los arcángeles y apóstoles que la rodean de menor tamaño". Desvela, incluso, que "no es de extrañar que la diferencia de canon de las figuras, la geometrización del espacio, o la esquematización, simplificación, y la abstracción de las formas no fuera del gusto de la población campesina de la época o del párroco de La Barca, que tras ver los bocetos quiso impedir su realización teniendo que intervenir el propio cardenal Segura". Por último, Ricarda López asegura que "son de destacar la plasticidad de las escenas del viacrucis realizado en placas cerámicas monocromas, la imagen de San Isidro Labrador obra de juventud del escultor Eladio Gil realizado en 1958 y el Cristo de la Piedad del imaginero Castillo Lastrucci fechada en 1955.

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