Jerez

Cataluña nazi

Quim Torra, presidente de la Generalitat de Cataluña.

Quim Torra, presidente de la Generalitat de Cataluña.

El enemigo está en casa, aunque no terminemos de asumir, en todas sus consecuencias, lo que esto puede llegar a significar; dormimos con él, porque en realidad no creemos que nos vaya a hacer todo el daño que se dice; y, para terminar por el comienzo: 'no hay enemigo pequeño', a pesar de que pensemos que el nuestro sí lo es, porque estamos convencidos de que no es tan fiero como lo pintan. Ya está, ya hemos cometido 'los tres errores', como los que contaba el incomparable Clint Eastwood en uno de sus famosos 'westerns'.

Mañana será el día de Cataluña, una autonomía en la España del siglo XXI -en la Europa del siglo XXI-, en la que no hay libertad ni, por lo tanto, puede haber nada parecido a una democracia. Una Cataluña en la que, de modo sistemático y como ya he denunciado muchas veces desde esta tribuna, se conculcan los derechos de los 'no adictos al régimen', es decir: de los que no se declaran independentistas; se les amenaza e insulta, se les discrimina, señala y agrede; exactamente igual que pasaba, en los aciagos comienzos de lo que luego sería el horror de la Alemania de Hitler o de la Rusia de Stalin, exactamente igual.

Una Cataluña en la que el poder político supremacista se ha apropiado por completo de los medios de comunicación públicos y privados. De los unos, imponiendo a sus acólitos en los puestos de mando y purgando a los disidentes; de los otros, comprando su repugnante 'lealtad' con escandalosas subvenciones pagadas, claro, con el dinero de todos; manejándolos luego a su antojo y conveniencia, tergiversando noticias, ocultando verdades y entronizando falsedades, amordazando a los críticos y glorificando a los aduladores falsarios; exactamente igual que ocurría, y aún sucede, en la Cuba de Castro o la Venezuela de Chávez.

Después, más bien ya…, llegará la violencia. Los nazis empezaron por quemar libros y romper cristales -si no lo saben, lean, por favor, la Historia de lo que sucedió-, luego destrozaron los establecimientos y negocios de los judíos, después confiscaron sus bienes, poco más tarde los apalearon, luego los encerraron en campos de concentración y por fin los exterminaron, los masacraron, ¡los quemaron!: ancianos, mujeres, niños… sólo, por ser judíos, "enemigos del pueblo", sentenciaban ellos, los de la raza aria, "la raza superior", que clamaba enloquecida; "nacional-socialistas" se hacían llamar... Los bolcheviques de Lenin, primero, y de Stalin, después, fueron más expeditivos: detenciones hoy, torturas mañana, expoliación de bienes pasado mañana, deportación inmediata a los gulag de Siberia y muerte, de un modo u otro, para todos los "enemigos del pueblo", todos esos "defensores del capitalismo", vociferaban descerebrados los comunistas radicalizados; "social-demócratas" decían que eran…

En Cataluña, hoy, tenemos a unos independentistas -PdeCat, ERC y CUP- que han comenzado a hacer exactamente lo mismo que hicieron Hitler, Lenin, Stalin, Castro, Pinochet, Mao-Tsé-Tung o Chávez. 'Ellos' -los catalanes 'puros'- son de una raza 'distinta', el resto de los españoles, y los franceses también, somos 'fuerzas de ocupación'; los españoles no independentistas somos -en palabras de Torra-: "carroñeros, víboras, hienas, bestias con forma humana que destilan odio, un odio perturbado nauseabundo, como de dentadura postiza con moho. Están aquí, entre nosotros. Les repugna cualquier expresión de catalanidad. Es una fobia enfermiza. Hay algo freudiano en estas bestias. O un pequeño bache en su cadena de ADN. ¡Pobres individuos!" Podría continuar, largo y tendido, contándoles "lindezas" vomitadas por este racista repugnante; un nazi xenófobo y excluyente que a pesar del intento de exterminio -de momento ideológico- que está llevando a cabo en Cataluña, la Ley, inexplicablemente le consiente que siga donde está y haciendo lo que está haciendo; pero para muestra bien vale un botón.

Las tragedias no suceden por las acciones de 'los malos' -ellos siempre van a estar ahí-, sino por la inacción de los buenos, que no los toman en serio hasta que es demasiado tarde. El lacito amarillo cada vez se parece más a la cruz gamada hitleriana o a la hoz y el martillo soviéticos. ¡Qué tengas mañana un buen día, Cataluña!

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