Catar el mundo

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La aragonesa-jerezana Elena Alejos encara la recta final de un concurso de enólogos en China y proyecta ya nuevos destinos en su carrera.

1. Elena Alejos, tras la entrevista días atrás. 2. Un descanso durante la cosecha de la uva, en la vendimia de 2015. 3. Con el encargado de la viña, durante los controles de maduración, en septiembre-octubre de 2016. 4. La enóloga, junto a unas barricas, en julio de 2016.
1. Elena Alejos, tras la entrevista días atrás. 2. Un descanso durante la cosecha de la uva, en la vendimia de 2015. 3. Con el encargado de la viña, durante los controles de maduración, en septiembre-octubre de 2016. 4. La enóloga, junto a unas barricas, en julio de 2016. / Vanesa Lobo
A. Cala

Jerez, 13 de febrero 2017 - 08:07

La enóloga y bióloga Elena Alejos, de origen aragonés y afincada en Jerez desde hace años, saborea la vida. Experta en catarla, encara la recta final de la segunda edición del concurso de enólogos de China en Ningxia ('Ningxia Winemakers Challengue'), región situada en el centro-norte de un país que reza ya como el segundo con la mayor superficie de viñedo del mundo, por detrás de España, a la que llegó en septiembre de 2015. Concretamente, a la bodega 'Meng ShaQuan'.

Esta semana será la quinta vez que Alejos viaje a China, para este concurso que ahora mismo se encuentra en la fase de embotellado del vino, es decir, "sacarlo de barrica, hacer el coupage, afinarlo y embotellarlo. Y para todo ello sólo tengo dos semanas", apunta. Luego regresará, de nuevo, a finales de junio para observar cómo va el vino en botella y echarle un ojo al resto de vinos, ya que también es asesora de dicha bodega, la que le fue asignada en el certamen. Casi con toda seguridad, el jurado dará su fallo en septiembre. "Cuando volví a Jerez el pasado noviembre tras mi última visita, me sentía contenta con el vino que estaba haciendo, y así sigo hoy", asegura.

A pesar de estar en un país muy lejano, su día a día en la bodega "es muy similar al que se haría aquí. Las técnicas son muy parecidas, pero tiene la complicación de que los compañeros ni hablan español, claro, ni inglés casi nadie. Es decir, hay que comunicarse en chino o como se pueda. Tiene su dificultad cuando quiero que se hagan las cosas de una determinada manera, así que la mayoría de las veces las hago yo, y enseñarles luego cómo se hace. Pero en mi bodega son bastante apañados y resolutivos". Durante la vendimia reside en la bodega, pero el resto del tiempo vive en la capital, Yinchuan. Con un clima que en verano es más suave que aquí, el invierno es duro, y las temperaturas pueden bajar hasta los -20 grados o más. Una zona desértica además en la que azota bien el viento y el trabajo es realizado en un 50% por mujeres, "en labores que aquí tradicionalmente eran más de hombres o más físicas, allí las hacen las mujeres igualmente".

Una región vitivinícola relativamente nueva en la que aprecian la experiencia y los conocimientos de esta joven enóloga, que subraya que la bodega para la que trabaja, "cumplirá este año su cuarta vendimia, como muchas otras bodegas de la zona. De lo que se adolece es de experiencia, así que todo lo que pueda venir de fuera les viene muy bien. Hay potencial pero todavía están comenzando". Hay que destacar que algunos de los socios de la bodega, que son 12 en total, conocen y aprecian los vinos de Jerez.

Los vinos chinos se venden en su mayoría en el propio país, mercado nacional, "donde cada vez hay más consumidores de vinos, más interés y más poder adquisitivo. Todavía ellos mismos ven el vino chino como de peor calidad que el extranjero, por eso de que este mundillo es un tanto snob. Y si la cosa viene de Francia, pues mejor. Pero a pesar de mi sorpresa inicial he descubierto vinos de gran calidad allí". Una vez que finalice esta labor de embotellado, Alejos se marchará a Nueva Zelanda durante la vendimia. Trabajará sobre todo con la uva Sauvignon Blanc.

Estas estancias en el extranjero las aprovecha para moverse a 'paraísos cercanos' como Shangai, Pekín, Hong Kong..., entre otros, donde siempre ha recibido amabilidad y ayuda a la hora de comunicarse, aunque normalmente en China va acompañada de un traductor, "pero ya medio me apaño y he aprendido algo del idioma. Además, es un país muy seguro. Lo peor es la contaminación y lo mejor, la gastronomía. De hecho, he aprendido a hacer algunos platos y me he acostumbrado a tomar el agua caliente, como les gusta allí, con una rodaja de limón, excepto en verano, claro. También me manejo bastante bien con los palillos, porque en la región donde trabajo no usan cubiertos", cuenta Elena, a quien sin embargo le incomoda el excesivo consumismo que llevan los chinos, "que es brutal".

La enóloga reconoce que ha conocido a mucha gente, especialmente enólogos de todo el mundo (son 48 concursantes), "y hemos podido compartir información, conocimientos, contactos, etc. Muy bien, la verdad, para eso todo esto es genial. Ese intercambio cultural-profesional es fenomenal". La meta de Elena Alejos es ser 'flying winemaker', es decir, viajar por el mundo como asesora de bodegas, que en parte ha conseguido porque ya desempeña esta labor en China.

Este concurso ha supuesto un punto de inflexión para ella, ya que antes de iniciar esta aventura se dedicaba a ser enóloga a tiempo completo en bodegas de España. "Llegó un momento en que vi que eso no me llenaba, quería un cambio. Por ello me marché a Nueva Zelanda en 2014 y dar así un giro a mi carrera. Y aunque no es fácil, ni todo es de color de rosa, porque estás lejos de casa, el idioma chino es muy difícil y es otra cultura, esta nueva vida me compensa, me gusta. Hay más partes buenas que malas". Y, ¿dónde se ve en el futuro? "Me apetecería trabajar con vinos del este de Europa, tal vez. No me planteo el futuro más allá de un año, voy planificando por temporadas. No sé dónde me veré en cinco años. Quién sabe, lo mismo tengo mi propia bodega, ¡ojalá!".

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