Cincuenta años de amor gitano

José Suárez y Pepa Antúnez cumplirán mañana más de medio siglo juntos · La pareja reconoce que el secreto de su felicidad reside en el respeto que ambos se procesan

El matrimonio Suárez-Antúnez posando ayer en el patio de su casa con el álbum de fotos familiar.
El matrimonio Suárez-Antúnez posando ayer en el patio de su casa con el álbum de fotos familiar.
Miguel Curtido / Jerez

10 de agosto 2008 - 01:00

El amor si es verdadero dura toda la vida… Con esa frase están de acuerdo José Suárez y Pepa Antúnez que mañana cumplen más de medio siglo juntos. Este matrimonio jerezano se conoció cuando eran unos críos porque vivían en la misma calle. Reconocen que el secreto de estar tantos años con la misma persona radica en el respeto y la comprensión "Desde pequeños jugábamos juntos. Nuestros padres y familiares se conocían. El amor de antes era más puro y verdadero", señala José Suárez.

Este bombero jerezano, galardonado con la medalla del Mérito al Trabajo, reconoce que hubo un momento en el que él dio el primer paso para conquistar a su actual esposa. "Siempre estuve enamorado de ella, desde que éramos pequeños. Un día la miré y Pepa me devolvió la mirada. En ese momento supe que sería la mujer de mi vida" reconoce José Suárez a la vez que afirma, "antiguamente no íbamos dándonos besos por la calle, para nosotros los gitanos, el respeto hacia la mujer es algo muy importante". Primero José pidió la mano de su esposa a su suegro y después fue el propio padre de José, Ramón Suárez junto con dos flamencos más los que pidieron que su hija se casara con su hijo de manera muy especial. En concreto, uno de los flamencos dijo: "Rafael aquí te traigo un clavel que quiere una rosa de tu jardín y nosotros los gitanos queremos que la cortes para mi hijo porque se quieren y se aman. Entonces el padre de Pepa dijo: "Mira Ramón y mira Juan, para ese clavel que tu me dices que quiere una rosa de mi jardín yo la corto para que se junten y salgan unos capullos de felicidad floreciendo". Posteriormente todos se partieron las camisas llorando de alegría y se fueron de fiesta.

La boda que se celebró fue todo un auténtico espectáculo. Una expresión del arte y la cultura gitana. "El puchero, los dulces, el cante y el vino no faltó en dos días de fiesta seguidos. Estaba tan ilusionada de casarme con mi marido que para mí fue uno de los momentos más felices de mi vida", sentencia Pepa.

La luna de miel que vivieron no tuvo nada que ver a las que estamos acostumbrados actualmente. No hubo viaje al Caribe o paseo turístico por Europa. "Mi tía nos dejó un piso que tenía en Sevilla, en la alameda de Hércules. Estábamos muy ilusionados y pudimos disfrutar de unos días muy buenos", señala José a la vez que comenta "una vez en Sevilla, durante nuestra luna de miel, fuimos a un cine de verano. La película narraba un robo en una casa. Nos metimos tanto en el papel de los protagonistas que nos dio miedo que robaran en la casa de mi tía y nos fuimos corriendo del cine". La llegada de los niños no se hizo esperar años después de su boda y la familia Suárez-Antúnez ahora sigue aumentando. "Estamos locos con nuestra nieta, es una niña con mucho arte", afirma Pepa.

El secreto para estar tanto tiempo juntos está en la simpatía con el que este matrimonio de Jerez se ha tomado todas los momentos por los que ha tenido que pasar. "Debido a mi trabajo, muchas veces he venido cansado de estar tantas horas de guardia pero Pepa siempre ha estado ahí, animándome", señala José. No pudieron celebrar sus bodas de plata pero en esta ocasión piensan hacer una cena familiar y un viajecito para conmemorar sus cincuenta años de amor gitano.

stats