Consuelo Cantalejo 'La Jerezana', trapecista y dueña de un circo en los años cuarenta
Jerez, tiempos pasadosHistorias, curiosidades, recuerdos y anécdotas
En 1943 estuvo en Jerez, instalado en la calle San Agustín, el Circo Estadio, propiedad de esta artista circense jerezana que, durante muchos años, formara pareja con su marido, el trapecista Francisco Sala, más conocido por Frankoco, junto al que recorrió el mundo entero.Consuelo Cantalejo 'La Jerezana', dueña del Circo Estadio, acompañada por su hijo Pepe Sala, director del mismo, clown y motorista aéreo, durante su estancia en Jerez en el año 1943. (Foto Manolo Iglesias)
Aunque hoy nos parezca increíble, hubo tiempos en que los circos que venían a Jerez, no solo se instalaban en la Feria o al final de la calle Porvenir, en la hoy llamada plaza de Madre de Dios. Nosotros los recordamos, de haberlos visto, también, funcionando en el antiguo solar de Sindicatos, en la plaza del Arenal, y en el solar del Ambulatorio, en la calle José Luís Díez.
Pero el sitio más insólito donde vimos instalado más de un circo, sería en la calle San Agustín, en su parte más ancha. Allí vimos, en una ocasión, actuando en el Circo Segura, a la célebre artista canaria Pinito del Oro, la más famosa trapecista española de todos los tiempos, a la que daba verdaderos escalofríos verla hacer sus piruetas sobre el trapecio.
En dicho lugar estuvo instalado, en Jerez, en el mes de abril del año 1943, el Circo Estadio, propiedad de una trapecista, natural de esta ciudad, que paseó por el mundo el sobrenombre de 'La Jerezana', saltando de trapecio a trapecio, junto a su marido el trapecista Francisco Sala, más conocido artísticamente como 'Frankoco'. Su nombre, Consuelo Cantalejo.
De esta mujer, hoy día completamente olvidada, apenas se sabe nada, pese a que he intentado conocer más detalles de su vida, incluso poniéndome en contacto con la asociación nacional de artistas de circo.
Pero Consuelo Cantalejo 'La Jerezana', trapecista y propietaria del Circo Estadio, instalado en la calle San Agustín, en vísperas de nuestra feria abrileña, ya retirada del trapecio, concedió una entrevista a un reportero del antiguo diario 'Ayer', que firmaba 'Adrián', y por dicha entrevista alcanzamos a conocer algunos importantes detalles de su vida, como jerezana y como trapecista y dueña de un circo que paseó por todo el mundo.
DE SIRVIENTA A DUEÑA DE UN CIRCO ECUESTRE
Refería doña Consuelo Cantalejo que su afición por el circo le venía desde su más tierna infancia. Nacida en la calle Empedrada número 21, y bautizada en la iglesia parroquial de San Miguel, ya desde niña le atraía el peligro y la emoción del mundo fascinante del circo, a cuyos espectáculos solía acudir, con sus padres, cada vez que uno de ellos venía por Jerez.
- Me eduqué en el colegio de las Carmelitas -declaraba Consuelo- , donde permanecí hasta esa edad, en que siéndome ya posible poder ayudar a mis modestos padres, entré a prestar servicio en la casa de don Juan Planelles Ripoll, un médico militar que, por aquellos años, residía en Jerez, y que tenía su domicilio en la calle Doña Blanca, número 16.
Su vocación por el circo, que ya le venía desde muy temprana edad, hizo que una noche, cuando contaba dieciocho años, actuando en Jerez la famosa Compañía Alegría, que frecuentemente lo hacía en nuestra tierra, le presentaran a Francisco Sala 'Frankoco', uno de sus principales artistas, y que lo que primero fuera una amistad, más que nada nacida de la admiración por la habilidad y destreza del trapecistas, terminara en un apasionado amor que les llevó hasta el altar. Y a su lado comenzaría Consuelo a prepararse para colaborar con su marido, en el trapecio, haciendo así realidad la que había sido la mayor ilusión de su vida. Una vocación que la llevaría a debutar como trapecista, en Zaragoza, formando parte de la Compañía Alegría, con el nombre artístico de 'La Jerezana', al que no quiso renunciar nunca "porque lo estimo como un orgullo", según decía. De aquella primera noche, subida al trapecio, y de los aplausos del público, guardaba nuestra heroína los mejores recuerdos de su vida. De ahí a recorrer el mundo, todo fue una.
Consuelo Cantalejo 'La Jerezana' y su pareja 'Frankoco', convertidos en trapecistas de éxito internacional, y con circo propio, recorrería todos los países de Europa, de América y de buena parte de Asia y África. La primera guerra mundial les sorprendió actuando en Egipto y la segunda, recorriendo Holanda, desde donde se trasladaron a España. Poco después fueron a recorrer el Norte de Africa; pero al extenderse el conflicto armado a Túnez, se vieron obligados a regresar de nuevo a España.
Al retirarse Consuelo, por razones de edad, de la vida artística, se deshizo la pareja de trapecistas, desapareciendo el número que siempre se anunció como 'La Jerezana et Frankoco'; aunque continuando su marido actuando en la pista, con una colección de perros amaestrados; hasta que en 1941, encontrándose la pareja en Granja de Torrehermoso, provincia de Badajoz, le sorprendió la muerte. "Desde entonces, mi único hijo Pepe - añadía Consuelo -, que con Cesáreo forma pareja de clonws, se encargó de la dirección artística del circo".
Pepe Sala, además de dirigir el Circo Estadio, ejecutaría también un arriesgado número de moto, con el nombre de 'Ops Sala', que, al decir de su madre, estrenó en Jerez, antes de su despedida de la ciudad, en 1943. "Algo nuevo y sensacional en la pista aérea, de sorprendentes efectos luminosos", según declaraba.
CADA VEZ QUE VENÍA, LO PRIMERO QUE HACÍA ERA VISITAR A LA VIRGEN DE LA MERCED
Consuelo 'La Jerezana', decía conservar aquí, pese a sus largos años de ausencia, muchos y muy buenos amigos, a los que visitaba cada vez que venía a su tierra. "Sin embargo - añadía - mi primera visita es para la Virgen de la Merced, la Patrona, a la que siempre me he encomendado al disponerme a realizar mi arriesgado trabajo; y después, al monumento a don Miguel, como le decimos nosotros al general".
'La Jerezana' tenía su residencia habitual en Barcelona, capital, donde vivía con su hijo, su nuera y sus tres nietos; donde poseía una torre de nueva planta, otra que había regalado a su hijo, cuando se casó, y donde guardaba, en el banco, una buena cantidad de pesetas, fruto de su trabajo en el circo, durante casi medio siglo.
- No puedo quejarme -manifestaba nuestra paisana-. He trabajado mucho, pero poseo algunas pesetas, este circo, una torre de nueva planta en Barcelona y otra que regalé a mi único hijo, el día de su matrimonio…
Todo ello, fruto de su arriesgada vida, entregada completamente al circo, durante casi medio siglo; y que, hoy, hemos querido evocar, como recuerdo a esta jerezana de humilde condición, que se hizo trapecista por amor y que, volando de trapecio a trapecio, recorrió el mundo entero.
También te puede interesar
Contenido ofrecido por Ciudad autónoma de Ceuta
Contenido ofrecido por Consorcio de Bomberos de Cádiz
Contenido ofrecido por Restalia