rafael iglesias BAÑOS. fotógrafo

Retratos desde el cuarto oscuro

  • Jubilado desde el año 2000, relata ahora pinceladas de su vida, su niñez en La Plata, sus años en Alemania y su vuelta a la ciudad para ponerse detrás de una cámara, a través de la que conoció y le conoció todo Jerez

Mantiene su abundante pelo blanco, su risa socarrona, su charla salpicada de anécdotas y sus ganas de disfrutar de la vida. Rafael Iglesias Baños, nacido en La Plata vieja en 1943, es, sobre todo, miembro destacado de una saga de fotógrafos, que se remonta a su bisabuelo y ha continuado en uno de sus sobrinos. Durante tres décadas fue fotógrafo de Diario de Jerez, pero su periplo comienza mucho antes y en aquellos primeros años en el barrio de La Plata, en los bloques viejos -insiste- van tomando forma sus recuerdos. "Ese barrio era buenísimo, un encanto, alguna familia rarilla había, pero la mayoría éramos muy deportistas, jugábamos al fútbol, las cosas de los jóvenes de aquella época". Su padre, Manuel Iglesias Jiménez, compró a los pocos años un piso en la parte nueva de La Plata y allí tenía su laboratorio, desde donde revelaba sus fotos primero para el 'Ayer' y luego también para 'La Voz del Sur' .

Rafael hizo la mili en el cuartel de Artillería 74 y de allí emigró a Alemania. "¿Quieres saber por qué? A mi no me faltaba trabajo en Jerez, había aprendido el oficio de electricista con mi tío Pepe y cuando hice la mili fui el electricista de Artillería, pero quería comprarme una Bultaco Metralla y me decían que si me iba a Alemania en un año trabajando allí hacía dinero para la moto. Total que me fui para un año y estuve diez. Al final la moto no me la compré pero gripé unos pocos coches". Se fue con 20 años, soltero pero con novia, a la ciudad de Duisburgo. "Yo me lo pasé muy bien, tenía dinerito en el bolsillo, había un montón de diversión los fines de semana y muchos españoles, así que aprendí alemán lo básico, pero a fondo no, porque entre nosotros hablábamos en español". En todos aquellos años trabajó para una empresa como electricista, realizando instalaciones en bloques de viviendas. A Jerez volvía en vacaciones y en una de ellas, en 1966, se casó con su novia de siempre, Dolores. En Alemania nació un 12 de octubre la primera de sus tres hijas, a la que pusieron el nombre de la madre, aunque recuerda que la monja que atendió el parto le mencionó que era la festividad de El Pilar y que podría haber llevado el nombre de la Virgen. "Yo ni sabía que era la Virgen del Pilar, si lo llego a saber se lo hubiese puesto", comenta.

A principios de los 70 el matrimonio decidió volver a Jerez. "En Alemania había estado ganando mucho dinero, pero el país entró en una crisis y ya no me permitían trabajar por cuenta, porque así colocaban a los parados que había. Me empezó a bajar el salario, lo pensé y le plantee a mi mujer hacer las maletas y volvernos para aquí".

Hasta entonces la fotografía había quedado un poco aparcada en su vida, aunque desde pequeño convivía con ella y sabía del oficio. "Al tener mi padre el cuarto oscuro en la casa, todo el mundo aprendimos algo, nos metíamos, revelábamos, hacíamos copias. Me acuerdo que a mi padre le daba mucho coraje porque le gastábamos el papel fotográfico". Así que cuando regresó de Alemania montó con su padre un estudio de fotografía en la calle Francos. "Aquello era el estudio de fotografía con más arte de Jerez. Allí se hablaba de todo, de cante, de toros, de Terremoto, de Paula, todos los gitanos de Santiago se reunían allí. A mi padre le encantaba eso".

Y al estudio fueron a buscarle para que trabajase como fotógrafo en la corresponsalía en Jerez de Diario de Cádiz, antes de que naciese Diario de Jerez. Nada que ver con la forma de trabajo actual. "Bueno es verdad que todo era distinto, no estaban ni los móviles, pero nos apañábamos para enterarnos de las noticias. Y las fotos las revelaba, las metía en un sobre y se iban para Cádiz bien en autobús o en el Comes de las ocho de la noche. Una vez incluso le pedí al maquinista del tren que iba para Cádiz a las diez de la noche que se llevase el sobre, que alguien lo recogería allí. Fíjate las artimañas que había que hacer para mandar las fotos".

Asegura Rafael que el Ayuntamiento en aquella época siempre daba noticias y "luego estaba las fotos denuncia que hacía. Recuerdo que en el hospital he hecho fotos, porque me llamaban diciendo: mira cómo está esto y al día siguiente de salir la foto se arreglaba".

Con su cámara recorría no sólo Jerez sino también muchos pueblos de la provincia. "Me acuerdo cuando estaban los gobernadores civiles: que el gobernador civil iba para Ubrique, pues allí había que ir a acompañarle. Eran los que mandaban y arrastraban a toda la prensa. Decían hasta lo que les gustaba en el lugar que visitaban, para que se lo tuvieran preparado. Que si me gustan las gambas blancas, el jamón de nosequé y eso es lo que le servían. Antes de que llegase ya sabía todo el mundo lo que había que ponerle al gobernador".

Pero volviendo a Jerez, Pedro Pacheco llegaba a la alcaldía en 1979 y según Rafael, aquel hecho acabó con la rutina. "Removió Jerez de punta a cabo. Con Pacheco siempre había alguna movida y además que era el mejor alcalde que ha tenido Jerez". ¿Cómo se llevaba con él? "¿Yo con Pedro? Estupendamente. Es verdad que tenía un carácter fuerte, según el día que le cogías, pero indiscutiblemente para mí ha sido el mejor y eso que he conocido a algunos alcaldes: Tomás García-Figueras, Cantos Ropero, Miguel Primo de Rivera. Hay anécdotas muy graciosas porque Jerez ha tenido alcaldes que han durado hasta sólo tres días. Uno de los que estuvo de forma interina fue Jerónimo Martínez-Beas, que me decía: hazme una foto para tener un recuerdo de cuando fui alcalde".

Iglesias ha conocido a todo Jerez y todo Jerez le conocía a él. Por "el fotógrafo del pelo blanco", le reconocían algunos. Cuenta que las informaciones que más le han impactado han sido los sucesos en los que había víctimas. Se acuerda especialmente de la niña cuyo cuerpo apareció carbonizado en junio de 1981 en un descampado junto al Cuco. "El que quemó a la niña y abusó de ella iba delante del ataúd cuando se enterró. Yo hice fotos del funeral y aparecía él. Cuando le cogieron, vimos que era el de la foto, el que iba delante de la chiquilla en el entierro". Y también recuerda con pesar un accidente en la carretera de Arcos, con varios muertos.

A lo largo de sus tres décadas de fotógrafo de prensa no le quedó más remedio que reciclarse. "Me jubilé en el año 2000 y ya me pilló algo del tema digital. Lo trabajé algo. Teníamos ya todos cámaras digitales, las analógicas estaban guardadas y empezamos con las tarjetas. No me costó mucho. Llegaba al periódico, ya no tenía que revelar ni nada, metía la tarjeta y decía yo: esta foto para la central. Mucho más cómodo. Era una maravilla lo que inventaron". En su casa guarda una colección formada por una veintena de cámaras de fotografía, de todos los formatos. "Tú le das a un fotógrafo de ahora una cámara antigua como las que yo tengo y no sabe ni cogerla, ni meterle la placa. Pero bueno, ya no sirven de nada, las digitales se han cepillado todo lo que había antiguamente y mira que había buenas cámaras".

Fotógrafo en el Rocío

Desde el año 75, el primero que la Hermandad del Rocío de Jerez tenía autorización para efectuar el camino en peregrinación hasta la aldea y el regreso portando el Simpecado, Rafael ha plasmado con su cámara las mejores imágenes de la romería. Su hija Yolanda le recuerda el homenaje que le hizo la hermandad, y la ayuda que prestaba a los peregrinos, a los que siempre les ofrecía comida o bebida que sacaba del maletero. Le bautizó en el camino Andrés Cabral. "Los mejores momentos de mi vida los he pasado en ese coto, ni en Alemania, ni aquí, ni en Rusia ni en ningún sitio. Eso era... por la mañana a las ocho para allá hasta las siete de la tarde que me venía con las fotos para el periódico. Comiendo, bebiendo, escuchando cante, guitarras, la gente llorando, eso era una maravilla".

Tampoco se puede olvidar su otra faceta, la de fotógrafo taurino, puntual en todas las corridas de la Feria del Caballo. "Mi padre y yo siempre hemos sido del Paula. Es verdad que tenía que salirle el torito que a él le gustara y entonces ya ponía la plaza boca abajo, pero tenía que salirle el torito. Un gran torero, no hacía la lidia completa pero lo que hacía suelto lo bordaba". ¿El flamenco? "A mí me ha encantando Terremoto, Agujetas, El Torta, Tío Borrico, El Sordera. Me ha gustado todo lo bueno".

¿Y ahora cómo ve Jerez? Se lo piensa. "Me da pena hasta hablar de mi pueblo, pobre de mi pueblo en la situación que está y además no hay luz en el túnel, ya puede decir Rajoy todos los chistes que quiera contar pero aquí no hay luz en el túnel", sentencia.

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