Desaparece 'Los Gabrieles', el colmao madrileño ligado a González Rajel
Jerez, tiempos pasadosHistorias, curiosidades, recuerdos y anécdotas
Las antiguas bodegas jerezanas tenían allí, en las proximidades de la plaza de Santa Ana, un original escaparate publicitario, en grandes y magníficos anuncios pintados en azulejos1. El cantautor Paco Ibáñez, ante el mosaico de González Rajel 2. Fachada de "Los Gabrieles".
EN fechas recientes se decía que en Madrid se iba a exponer una buena parte de la obra de nuestro paisano el pintor Carlos González Rajel y hasta se hablaba de que dicha muestra tuviera por marco el Museo Reina Sofía. Y la verdad es que no se si la exposición se ha celebrado, o el proyecto no ha pasado de ser una mera especulación. La cuestión es que, durante un siglo aproximadamente Carlos González Rajel -Ragel es con ge, pero él firmaba con jota- tuvo su particular museo en los aledaños de la plaza de Santa Ana de la capital de España, en el viejo y famoso colmao flamenco 'Los gabrieles', donde dicen que paraba muchas noches el general Primo de Rivera, como muy aficionado al flamenco, como buen jerezano; y hasta el mismísimo Alfonso XIII, se corrió alguna que otra juerga.
Pero este museo, donde las pinturas de Rajel estaban adosadas a los muros de sus salones y cuartos reservados, reproducidas a gran tamaño en una preciosista colección de grandes azulejos, está desapareciendo o ya ha desaparecido por completo, victima de la piqueta que hasta fechas muy recientes estaba procediendo a su derribo.
Allí, las antiguas bodegas jerezanas tenían un original escaparate publicitario, en grandes y magníficos anuncios, pintados en espectaculares mosaicos, con reproducciones de esqueletomaquias del gran pintor jerezano, expresamente pintadas para el caso. Como una, de las bodegas de José García Delgado, que uno de sus dueños, Luís García Delgado de la Calle, ha tenido la gentileza de enviarme, en varias fotocopias a todo color, donde puede verse al guitarrista jerezano Perico el del Lunar, en esqueleto, y a Pastora Imperio, también en los huesos, tocando y bailando flamenco, respectivamente, sobre antiguas cajas de madera del fino 'Clarita' que tanto se bebía en Jerez, en Madrid y en toda España, en tiempos pasados.
Y me dice el buen amigo Luis García Delgado que no entiende cómo los artistas flamencos jerezanos no utilizaron nunca dicho fabuloso decorado, para promocionar su arte y sus discos; tal como hicieron en fechas no muy lejanas el grupo 'Ketama', la pintora y fotógrafa francesa Christine Spengler, y el famoso cantautor Paco Ibáñez.
BREVE HISTORIA DE "LOS GABRIELES"
Lo que muchos aficionados al flamenco ignoran es que el nombre de 'Los Gabrieles' no le venía a este histórico colmao madrileño porque sus dueños se llamaran Gabriel, ni mucho menos; sino porque en el habla castiza de Madrid, a los garbanzos se les llama 'gabrieles'. Y de ahí el nombre de tan célebre lugar, porque el cocido de garbanzos era el plato estrella de las comilonas que allí solían servir. Y, de hecho, el diccionario de la lengua de la Real Academia Española, recoge dicho modismo coloquial, en plural, como 'garbanzos del cocido'. Y nadie ignora que el cocido madrileño es el plato típico por excelencia de los Madriles.
El colmao 'Los Gabrieles' se abrió al público en 1907, llamando la atención, desde el primer momento, por tener todas sus paredes revestidas de murales cerámicos, lo que la hacía lugar preferido de artistas y aficionados, para la celebración de fiestas privadas en sus cuartos, en los que tantas veces cantaran, al amparo de sus azulejos alegóricos y publicitarios de vinos de Jerez, don Antonio Chacón, don José Cepero y tantas otras figuras flamencas de esta tierra, en reuniones convocadas por los pintores Julio Romero de Torres y Zuloaga; o por los toreros Ignacio Sánchez Mejías y Rafael el Gallo; amén de por poetas y escritores, como Manuel Machado; y también por grandes actores y actrices que solían parar en este lugar, a la salida de las funciones de los cercanos teatros.
En los últimos tiempos, 'Los Gabrieles' ofrecía cada martes unas noches flamencas, muy buscadas por el turismo nocturno; pero su mobiliario ya no era el mismo de sus mejores tiempos, ni la gastronomía gozaba del sabor tabernario de los garbanzos de su clásico cocido madrileño.
Y ahora, tras su cierre y derribo, uno se pregunta, verdaderamente preocupado: ¿Qué sería de las maravillosas pinturas de Carlos González Rajel, tan soberbiamente reproducidas en los vidriados azulejos de sus paredes? ¿A dónde habrán ido a parar? ¿Podría recuperarse todavía algo de ellas, a estas alturas? Lo dudoý
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