Desayuno sin diamantes

Arantxa Cala

23 de julio 2012 - 16:21

AQUí va la historia de un desayuno. El microrrelato de un espacio de 25 minutos, a la sombra de un velador en el casco histórico, junto a un grupo de ‘guiris’ pegados a sus mochilas y saboreando la vida del Sur. Un pequeño tiempo sin cabida a que las cosas cambien en el mundo de la hostelería. Y es que el camarero nace y tiene la suerte de que también se hace, se aprende. No faltan en Jerez escuelas para ello. Y me parece envidiable la persona que tiene el talante para ello, la paciencia con el cliente, el buen estar, cómo dar capotazos si la carta falla... y tener encima cara de buenos amigos, sin guasa en el rostro. Algo que a muchos hosteleros no les pasa, cuando te obligan a pedir una tostada entera en vez de media, cuando ponen nata en vez de leche, cuando tiran un cubo de agua con lejía justo al lado de la mesa en que estás desayunando... Dan ganas entonces de engullir lo antes posible el pan y acabar de una vez con aquella pesadilla que tanto se repite.

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