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Jerez

"Dicen que el hombre viene del mono, el problema es cuando viene del borrego"

Un 9 de octubre. San Dionisio. La ciudad celebraba en 1960 el Día de su Patrón cuando en Osuna nacía el que es hoy el tercer obispo de Asidonia-Jerez. José Mazuelos recuerda bien cómo pasaba las horas de su infancia jugando a la pelota en la calle con sus amigos y cómo los chicos de la pandilla aspiraban más a ser toreros que futbolistas. "Era una vida de pelota y bicicleta. Ahora eso se ha perdido, pero yo me lo pasé de maravilla", recuerda.

En su despacho del Obispado le envuelve un halo de misterio, de solemnidad, de institución. La luz que entra por el ventanal choca en una habitación marcada por los tonos oscuros de la madera en paredes y escritorio. Pero José Mazuelos se ríe, bromea, dialoga. Su discurso deja entrever su carácter, por un lado serio y por otro divertido. Hay tiempo para todo. Lo mismo riñe a la Administración por la falta de ayudas para el patrimonio "de todos", que reconoce que es 'normal' que los jóvenes -generalizando, aunque al obispo no le guste- no acudan a la Iglesia porque "por regla general, a los 18 años uno no se hace preguntas existenciales. El joven actual está viviendo 'el hijo pródigo'. Ha dicho adiós a la casa paterna y está viviendo su vida, hasta que se dé cuenta de que Dios no viene a quitarte libertad".

En junio de 1983, el osunense se licenció en Medicina y ejerció en las Urgencias de su pueblo hasta el mes de noviembre, cuando entró en el servicio militar. Estuvo en el hospital de San Carlos de San Fernando y después en un barco. "Fue después del servicio cuando sentí la 'llamada'. Quería estar seguro y bueno, ahí se tienen sus luchas, que sí, que no..., pero al final uno descubre la verdad. Yo le digo a los jóvenes que Dios transmite, lo importante es que nosotros tengamos un buen aparato de radio para sintonizar su voz. Cuando la sintonicé, ya no hubo problemas. Sabía que era mi sitio", declara el obispo.

En ese momento comenzó una "aventura amorosa" con Dios de la que no ha dudado, sintiéndose cada día "más contento". "Me han preguntado muchas veces ¿por qué cura si siendo médico también ayuda a la gente? Yo siempre contesto: la medicina ayuda a vivir la vida terrenal, pero el sacerdocio cura para la vida eterna", remarca.

Su primera 'parada' cuando fue ordenado sacerdote fue el Priorato de Lora del Río, una estancia que no fue nada fácil. Relata que "no era una iglesia tradicional. Era un poblado moderno con gente muy desarraigada, había una lucha fuerte entre el partido comunista y el PSOE..., no era un sitio clásico". Allí no sólo 'ejerció' de párroco, sino que también tuvo que sustituir al médico. El sanitario tenía niñas pequeñas en casa y algunos fines de semana "le decía que se fuera, porque yo iba a estar ahí y no me importaba quedarme también de médico. Así que el hombre se ponía a hacer carteles de 'urgencias, al cura'".

¿Por qué y para qué?

Mazuelos estudió en un colegio público, en un instituto público y cursó sus estudios universitarios en la facultad pública de Sevilla. Precisamente los recortes en educación no los ve como una acción de hoy, sino que llegaron "cuando se aprobó el Plan Bolonia. No es una cuestión del Gobierno actual, es una cuestión de Europa".

"Todos los partidos que hoy están en la calle aprobaron eso, están al servicio del neocapitalismo, ¡vamos a dejarnos de historias! Bolonia implicaba un sistema de universidades privadas, implicaba que la pública venía en detrimento y el que pagaba, el que tenía dinero, podía tirar bien. No nos rajemos ahora las vestiduras. Pensemos y no seamos hipócritas", remarca.

De ahí que eche hoy en falta el "espíritu" de la Transición que vivió en sus años de universidad, aquel espíritu "de cambio, de diálogo, de tolerancia. Ese espíritu estaba ahí y creo que hay que volver a retomarlo. Hay que buscar de nuevo el sentido del bien común", remarca.

Justamente esa pregunta, la de ¿vamos en busca del bien común?, es la que el obispo cree que se deberían hacer los jóvenes que salen a la calle con discursos "más políticos que sociales". "Siempre le decía a mis alumnos: dicen que el hombre viene del mono, pero el problema es cuando el hombre viene del borrego. Tristemente creo que una de las carencias que hay entre la juventud es que no piensa. Se deja llevar. Estoy en la calle, pero ¿por qué estoy en la calle? ¿Para qué? ¿Esto es bueno o malo? ¿Asumo ciertos comportamientos generalistas que me dan desde fuera y me lanzo? Ésas son las preguntas", cuestiona Mazuelos.

El obispo cree que es necesario volver al debate porque "se ideologiza todo. Hoy o te pones a un lado o en contrario. Pero señores, vamos a razonar porque es posible discernir entre lo que es verdadero y falso. Y como creo que en eso, y en que el ser humano es el hombre que busca la verdad, volvamos a venir del mono y dejemos a los borregos".

Con Santiago dando pasos (lentos) hacia su recuperación, el obispo reivindica que si bien el patrimonio de la Iglesia es 'propiedad' justamente de ella, "los poderes públicos deben ayudar a cuidarlo porque en el fondo es patrimonio que todos". Mazuelos explica que la Diócesis ha realizado un estudio en el que se informa de que, durante los diez últimos años, la Administración ha dado 4 millones de euros para mantenimiento del patrimonio, "y los católicos han puesto más de 20, sin contar las hermandades y lo 'rutinario' como limpiar los tejados, pintar... Estamos haciendo un gran esfuerzo, pero es que nosotros formamos parte de esta sociedad, no somos un añadido. No es un privilegio que se le da a la Iglesia, sino una obligación a los ciudadanos que somos católicos".

Desde pequeño ha vivido con intensidad la Semana Santa. En Osuna, el Nazareno y la Virgen de los Dolores son las dos imágenes con las que creció y aquí, en Jerez, también vive con fervor la Semana Mayor. "Me encanta El Cristo. Esa mirada desafiante, ese Viernes Santo por la tarde, esa devoción que arranca. Indiscutiblemente todas son especiales, pero esa me impacta", reconoce.

En sus días libres prefiere no viajar, "con los viajes a los que el Señor me manda tengo bastante", apunta entre risas. Sin embargo, no le cuesta subirse a un avión para ir a Colombia. "He ido muchos veranos a la misión y me enamoró, y eso que viví momentos difíciles. Estaba en zonas de guerrillas, de narcotráfico..., tuve experiencias importantes y uno se tenía que poner en las manos de Dios porque no sabía si iba a volver a España".

La lectura es una de sus aficiones preferidas, aunque ahora pasa más tiempo preparando conferencias que inmerso en una novela. Los libros los suele dejar para el verano porque "como me ponga por la noche y me enganche, soy capaz de no dormir". Recomienda 'Oh, Jerusalén', aunque disfruta con las obras de Jesús Sánchez Adalid y 'El capitán Alatriste' de Pérez Reverte. Así como estaría horas y horas leyendo, tampoco le pesa conducir. Más bien lo contrario, le relaja. "O me voy al campo a dar paseos o cojo el coche y me pongo a conducir. Antes, me ponía música en el coche, ahora prefiero estar en silencio", declara el obispo, quien reconoce que de poner la radio prefiere las canciones de Pink Floyd y los Beatles, "también he escuchado mucho a Camarón y Alan Parsons. Es música que me trae buenos recuerdos de las noches de estudio en Medicina, de las primeras fiestas, total..., todas esas cosas". A pesar de que pueda dar sensación de melancolía, el obispo no lo echa de menos: "Merece más la pena la vida eterna, que la vida terrenal".

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