Sucedió en Jerez

Diecisiete años se necesitaron para empezar a transformar la Feria del Caballo

  • En 1985 cayeron las primeras casetas fijas en el Hontoria, hasta que en 2000 se tiraron las tres últimas y se amplió el recinto, que empezó a ser el de hoy

La gran remodelación del González-Hontoria dejó una cosa clara, que la Feria del Caballo es para ese parque; ningún otro, ningún cambio de ubicación, algo que se remachó en 1984 con un plan de reordenación del espacio.

En 1985 el plan se inició con el derribo de las primeras casetas de mampostería: militares, Rumasa, Club Nazaret, y alguna más, quedando para el 2000 la demolición de las tres últimas: González Byass, Domecq y Casino Jerezano. De esta forma solo quedaron en pie los dos templetes, uno de ellos usado privadamente por el Casino.

Fue una remodelación no solo en el concepto urbanístico, también en la recuperación de lo espiritual, de la esencia de la Feria potenciando sus grandes valores, uno de ellos el concepto de ‘Feria abierta a todos’, caballos, enganches y belleza, eliminando todo lo que enturbiara el sentido de la celebración.

Los pleitos judiciales fueron corriendo conforme las máquinas iban a lo suyo: derribando, ampliando, creando el nuevo saneamiento. El 4 de julio de 1985 comienza la reforma del González Hontoria para crear el nuevo recinto ferial empezando con la demolición de las casetas fijas. Pero esta operación quedó paralizada. La Audiencia Territorial de Sevilla aceptó el recurso presentado por titulares afectados ordenando la paralización de los derribos.

Al final entre pleitos, recursos y desestimaciones favorables al Consistorio, la cuenta fue de diecisiete años desde la puesta marcha del plan de Pedro Pacheco -siempre dijo que la Feria no le gustaba en lo personal pero sí como escaparate de Jerez-, hasta que en la de 2001 se pudo apreciar esa primera fase de la gran catarsis del González Hontoria, planificación que se vería ultimada dos ferias más adelante una vez alcanzado el objetivo de las tres fases, que incluyó un pequeño espacio ajardinado, además del gran salto tras las vías del trazado ferroviario, una vez elevado el mismo, donde finalmente quedaron ubicados los ‘cacharritos’.

Esa zona, años más tarde, se asfaltó con cargo al Plan E de Zapatero. Se descartó la gran fachada, dejando la que existe como puerta principal del parque. Sí se invirtió en estética, donde el albero -tratado para evitar polvareda- mandaba en la superficie, el alumbrado ganó en belleza y originalidad, se exigió un esfuerzo de creatividad en las casetas por parte de los concesionarios, se ordenó el paso de jinetes y enganches... Como repetía el entonces alcalde Pacheco, trataba de potenciar el concepto de “ciudad efímera”al ciento por ciento, sin renuncia a la calidad y a la excelencia. Pero con todas las esencias de esta fiesta.

La aceptación general de los cambios fue muy favorable, pero en los últimos años, la proliferación de casetas-discoteca empezaba a enturbiar la naturaleza misma de la Feria junto al botellón indiscriminado por los paseos del Real. El problema de las ‘disco’ parece encausado -no resuelto- y el del botellón.

Resta mucho por hacer para que la genuina y jerezana Feria del Caballo no se prostituya con otras ‘formas’ tan alejadas del alma de la fiesta. En ese objetivo, el Ayuntamiento, sea del color que sea, debe dejar de lado el criterio de contentar a todos, ser valiente y ceñirse a lo que es la Feria del Caballo, un expositor único en el que se muestran las fortalezas de Jerez.

Año 1985, primeros derribos de casetas fijas con la de Rumasa al fondo de la imagen. Año 1985, primeros derribos de casetas fijas con la de Rumasa al fondo de la imagen.

Año 1985, primeros derribos de casetas fijas con la de Rumasa al fondo de la imagen. / Archivo

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