Elegía, aplazada, de la viuda de León; del palacio de Montana a la Casa de Moreda

Fátima Ruiz De Lassaletta

jerez, 01 de noviembre 2022 - 17:33

Disfrutamos varios Lunes Santos, ya en este siglo, su compañía en el balcón al paso del Amor y Sacrificio. Y tomando una taza de té y media torrija, de su conversación refinada y jocosa –con la dicción bilbaína materna- que es la que se adquiere desde la niñez, en los días que su padre se quedó en el frente de batalla y con su hermana bajaron Despeñaperros, para 'sufrir con resignación' los fríos húmedos de las grandes casas del Sur y, más concretamente, los de los techos infinitamente altos y los suelos marmóreos del palacio de Montana, en Alameda Cristina, en los días en los que el monumento –por suscripción popular– de su abuelo paterno sentado, aún no había tomado la patina del tiempo la piedra esculpida.

Vivía y regentaba la casa-palacio -que entonces ya había dejado su segundo nombre de palacio de Aladro- su abuela la marquesa de Casa Domecq y d’Usquain. Más los fuegos de los hogares se limitaban a las habitaciones de estar y a las copas o braseros de cisco y picón de los dormitorios. Por lo que las largas galerías, escaleras y el patio barroco-hispalense más hermoso de Andalucía… "Eran heladores, al extremo de mantener los abriguitos puestos, que eran de 'animal print'… que con unas medias negras de luto, resultaba un 'look' impropio para dos niñas, camino de misa, en la vecina iglesia del convento de Santo Domingo". En la austeridad, dentro de un ambiente de bien hacer y búsqueda de la excelencia personal, aprendió Pilar –la nieta mayor y después sucesa- del palacio de Domecq, su ‘savoir-faire”, en las demás casas que vivió y conservó a lo largo de su vida.

Y se refería al patio porticado de cuatro ánditos y arranque de escalera imperial, de doble paso, que había encargado labrar el marqués de Montana y que nunca llegó a vivir allí Cabeza de Zarco y Aranda –propietario de las primigenias bodegas CZ (luego Rivero)- por lo que el Cabildo Colegial, a cuyo cargo estuvo el Patronato creado para gestionar la testamentaria de aquel marqués, arrendó el palacio para las oficinas de la Administración de Rentas, Real Aduana y Despacho de Sal. Hasta que en 1855 lo adquirió el antepasado tío bisabuelo de doña Pilar Domecq, legándoselo en primera instancia a Juan Pedro Aladro Domecq, hasta que lo compró, en vitalicio a la viuda de Aladro, don Pedro Jacinto de Domecq y Loustau, a quien tantas generaciones de jerezano debe los miles de empleos en las bodegas y campos y quien fue pionero en el envejecimiento de alcoholes vínicos como Brandy.

En este Otoño, de reciente reapertura a las visitas publicas del bien llamado Palacio de Domecq, por una de las cinco ramas descendientes –la Domecq–Diez y Mora Figueroa- ha sido la buena gestión editora de Inés Domecq, en la revista ¡Hola!, quien trajo a sus páginas internacionales, no solo la primera casa que vivió en Jerez su tía-abuela segunda que ocupa mi elegía –sino también publicó las que le fueron propias, de la Viña Berango (con la de la calle Ancha hoy de los marqueses de Villa Real) y su casa-palacio del cargador a Indias de Sanlúcar, Moreda, ya de su primogénito Tomás. Todas conservadas y embellecidas por la viuda de León Manjón. Quien fue el mejor ejemplo de responsabilidad ante tales legados y patrimonio, para sus hijas e hijos. Siendo el mayor y el benjamín de los varones, quienes conservan la tradición jerezana bodeguera Domecq, también y la sanluqueña de Manjón, con sus V.O.R.S. y V.O.S. Sherries (Premium). Y como viticultor-productor su nieta Morenés León, como sus nietos, de estos apellidos, destacan con su Yeguada, y por séptima generación. Enhorabuena.

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