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EDUCACIÓN | Psicología

Ensayo sobre el tiempo

Ensayo sobre el tiempo

Ensayo sobre el tiempo / FILLE FRISÉE

A nadie se le escapa lo rápido que pasan algunos días en los que nuestro único objetivo es disfrutar todo lo posible, mientras que hay otros días que parecen que no terminarán nunca por mucho que los intentamos terminar. Mientras que con algunas películas no conseguimos llegar hasta el final, con otras no sólo nos quedamos hasta el final, sino que podemos llegar a verlas varias veces.

Todo el mundo sabe que no es lo mismo pasar tiempo a la sombra que pasarlo a pleno sol. Sobre todo en esas tardes de verano en el sur, en las que se corre el riesgo de terminar derretido por las altas temperaturas en medio de cualquier calle o lugar; mientras se sufre la envidia de esas salvajes lagartijas que, sin ni siquiera mirarte, parecen disfrutar en esa misma situación.

Sin embargo, aunque las circunstancias determinan en una gran cantidad de ocasiones la percepción del tiempo, también es cierto que algunas personas, en igualdad de condiciones, toleran infinitamente mejor el paso del tiempo que otras. De hecho, muchos de los grandes éxitos que una persona puede conseguir a lo largo de su vida suelen estar precedidos por la paciencia. Saber esperar el tiempo necesario para recorrer ese camino que conduce al triunfo es necesario y, a veces, incluso suficiente, es decir, que sólo con esperar puede bastar para conseguirlo.

La paciencia, por tanto, es una buena aliada del éxito. Pero, como no podía ser de otra forma, el éxito también tiene sus enemigos. De hecho, muchos posibles triunfos se desvanecen cuando aparece uno de esos pensamientos que, a modo de troyano, te convence de que la espera ya ha excedido los límites razonables y el abandono de la lucha por ese éxito, entonces, está ya garantizado, pase lo que pase.Por ejemplo, encender un ordenador del siglo pasado para escribir un artículo puede acabar con la inspiración del más erudito literato, siempre y cuando, claro, no disponga de los recursos psicológicos adecuados para afrontar esta adversidad que representa la pérdida del tan valioso y limitado tiempo.Pero, como esto no es una novela, vamos a ver la importancia del tiempo desde una perspectiva educativa y científica. Para ello, nada mejor que citar a Khaneman, me encanta citarlo, además de a otros muchos científicos que tienen toda mi admiración (siempre después de Cajal, claro).

Daniel Kahneman es un psicólogo americano ganador del Premio Nobel de Economía, en el año 2002, por sus investigaciones sobre la toma de decisiones en situaciones en las que el tiempo resulta fundamental. Simplificándola mucho, su teoría se basa en que el cerebro dispone de dos sistemas de toma de decisiones, el sistema 1 que es super rápido, intuitivo e impulsivo, y el sistema 2 que es cien veces más lento porque se empeña en analizar las ventajas y los inconvenientes de cada una de las opciones disponibles a la hora de tomar una decisión.

Por tanto, el tiempo del que dispone una persona para tomar una decisión es el centro de su teoría. Cuando alguien tiene que decidir qué hacer frente a un accidente que puede costarle la vida no hay tiempo para activar el sistema 2 pero, afortunadamente, dispone del sistema 1, ideal para las emergencias, que seguro que utilizará por muchos riesgos que este asuma. Las estructuras cerebrales que conforman cada uno de estos sistemas están ya bastante definidas e, incluso, disponemos de programas que nos permiten entrenarlos para optimizar nuestra toma de decisiones tanto en situaciones de riesgo como en situaciones cuyas consecuencias se encuentran fundamentalmente a largo plazo.

Por tanto, conviene colocar el tiempo como uno de los aspectos fundamentales en nuestras vidas y, por ende, en el sistema educativo. No se trata solo de qué hago, sino de cuándo lo hago. Y por supuesto, no se trata sólo de tomar una decisión sino de acertar si la tengo que tomar rápido o puedo tomarme todo el tiempo que necesite.

Así, en la famosa agenda estudiantil podría resultar interesante estructurar los tiempos en función de las actividades a planificar, reservando espacios más largos para aquellas actividades que dan la sensación de finalizar antes de haberlas empezado y reservar tiempos más cortos para aquellas actividades que parecen que no terminarán nunca. Siempre garantizando, en la mayor medida posible, el éxito de cumplir con lo planificado.

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