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Obituario

Fallece Carlos González Rivero, expresidente de González Byass

  • El funeral se celebra hoy a las seis de la tarde en la Parroquia de Las Nieves tras su muerte a los 90 años por causa natural

En la tarde de ayer, y a los noventa años de edad, falleció por causas naturales Carlos González Rivero, expresidente de González Byass y persona muy conocida en la ciudad por su labor al frente de la compañía vinatera del 'Tío Pepe' y de sus negocios relacionados con la construcción.

La muerte le sobrevino en su propia casa, cuando se encontraba junto a su esposa y cuidadores. Carlos estaba casado en segundas nupcias con Marisol Bolín, tras la muerte en accidente de tráfico de su primera mujer en 1972, y no tenía descendencia. Hijo único, pertenecía a la cuarta generación de la familia González y, junto a su primo hermano Mauricio González-Gordon, marcaron una de las épocas más gloriosas por las que atravesó la compañía.

Por expreso deseo de sus padres, Carlos González-Gordon y Emilia Rivero Dávila, Carlos nació en Jerez el 20 de mayo de 1921, aunque a los tres meses volvió al Reino Unido, donde se crió, hasta su vuelta a la ciudad ya con veinte años. "De mi infancia y primera juventud -decía siempre-, recuerdo mi añoranza por Andalucía y cómo deseaba que volvieran las vacaciones para regresar". Formado en los jesuitas, pertenecía al grupo de los Luises y fue miembro de la Hermandad del Amor y Sacrificio. A partir de los veinte años de edad -decía que su familia y amigos se reían de él por el acusado acento inglés que tenía a su regreso a su ciudad natal, pero que pronto cambió por un pronunciado acento andaluz-, Jerez fue el centro de sus actividades, que conjugó periódicamente con Sevilla y, por supuesto, Gran Bretaña, principal destino de los vinos de González Byass.

Desde entonces, Carlos trabajó en la empresa familiar, donde llegó a ser presidente del consejo de administración en 1980 por un espacio de doce años. Durante sus 62 años en la bodega, fue consejero delegado desde 1955. Fue, además, consejero del Banco de Bilbao, y fundador y propietario de la promotora Ceret, con la que presumía de haber levantado la urbanización El Bosque sin tocar un sólo árbol de los que pueblan la zona.

González Rivero desembarcó en el negocio inmobiliario en el año 61 movido por su deseo no cumplido de ser arquitecto. Ceret nació con la impronta de la calidad propia de la bodega, de la que la promotora también heredó su esquema de empresa familiar, netamente jerezana, y cuyo negocio se extendió pronto a poblaciones vecinas como Sanlúcar, Algeciras, San Fernando, El Puerto y Ubrique, así como a Sevilla y Córdoba.

En lo que se refiere a su labor vinatera, Carlos es considerado artífice, junto a su primo Mauricio González, de una segunda 'época gloriosa' de la compañía, gracias a la expansión del brandy y de sus vinos, juntamente con la construcción del complejo 'Las Copas' y la 'Gran Bodega', que a punto estuvo de no construirse por su negativa a talar una palmera, que finalmente trasplantó.

Hace unos diez años, el expresidente de González Byass vendió sus acciones a las familias González-Gordon y los Revuelta, desvinculándose de la bodega, en la que fundamentalmente desarrolló su labor a la sombra, dedicándose por entero a cuestiones internas. Previamente, en 1988, siendo presidente del consejo, asistió a la compra -por parte de los González- del 40% del accionariado que obraba en manos de la familia Byass. Con posterioridad se produjo la entrada en el accionariado de Benetton y de la multinacional IDV (International Distillers and Vintners), que adquirió la parte de la empresa italiana, por lo que los González tuvieron que esperar hasta el año 97 para recuperar la totalidad de las acciones y convertir la bodega en patrimonio exclusivo de la familia jerezana.

Las amistades de Carlos González hablan del personaje como "una persona maravillosa, con gusto exquisito, gran trato, sensible, muy 'inglés' y, como todo González, gran amante de la naturaleza".

Hombre de profundas creencias religiosas, su colaboración con la Iglesia le valió en 2009 una distinción pontificia con la concesión del título de caballero comendador de la Orden de San Gregorio Magno. En la reseña biográfica para la ocasión se resalta "la ejemplar generosidad" del matrimonio González y "su desprendimiento, tan espléndido como absoluta y deseada su discreción".

Esta redacción acompaña en sus sentimientos a la familia, que dará hoy su último adiós a Carlos González Rivero a las 18 horas en la iglesia de Las Nieves. Descanse en paz.

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