Jerez

Fallece Diego García de los Santos, el último de los grandes capataces

  • Gran muestra de pesar por el fallecimiento de quien ha tocado los llamadores de casi todas las cofradías y formaba parte de la gran estirpe de la historia costalera

"Una gran pérdida". Esta frase resume lo que el mundo cofrade local siente ante el fallecimiento ayer de Diego García de los Santos, último de una estirpe de capataces jerezanos que han protagonizado toda una época de la costalería que es ya historia gracias a hombres que pusieron su talento al servicio de las hermandades cuando mandaban cuadrillas asalariadas y más tarde dirigiendo a los primeros cofrades que se decidieron a tomar las trabajaderas. Por tanto escribió su historia en las dos épocas, la de capataz a la antigua usanza y la de los que voluntariamente tomaron el testigo en las trabajaderas sin remuneración económica. Fue una transición que supo manejar e incluso liderar en muchos aspectos. En 1978 enseñó a la primera cuadrilla de hermanos de la Borriquita. Ahí empezó ese periplo junto a su hermano Juan, formando el tándem de los Gorriones, sobrenombre muy respetado en el mundo cofrade y entre la 'gente de abajo', donde sigue muy presente pese a la importante evolución que han experimentado las formas costaleras. Diego, sobrino de Paco Sacrificio, llevaba ingresado en el hospital jerezano desde antes de la Semana Santa. Una grave enfermedad le tenía postrado con escasas expectativas de poder superarla, aunque no se esperaba tan rápido desenlace. El tanatorio fue ayer un punto de encuentro de cientos de cofrades y amigos que testimoniaron su pesar por el óbito del bueno de Diego. El consejo de la Unión de Hermandades se hizo presente de forma corporativa, en un gesto que pone de manifiesto la trascendencia que tuvo el trabajo de Diego García de los Santos, que también era el hermano mayor de la hermandad de Rosario, Patrona de capataces y costaleros. Tocó casi todos los llamadores de los pasos jerezanos. En su devocionario estaba siempre por delante el Señor de las Penas, pero también otras advocaciones especiales para él: La Piedad, Virgen de los Dolores y Mayor Dolor. La ultima vez que mandó un paso en la calle fue el palio de Los Dolores durante un tramo que le ofreció Tomás Sampalo, en homenaje a él, que cumplió 50 años como capataz. El currículo de Diego es mucho más extenso de lo que se reseña en este obituario. Fue una buena persona, cofrade grande, maestro y ejemplo para las actuales y futuras generaciones como modelo de talante y talento en el llamador.

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