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Jerez

Fallece Francisco Castro, el quiosquero de la Porvera

  • Xerecista y gran defensor de todo lo relacionado con Jerez, fue de los primeros en sellar quinielas y en vender prensa extranjera

Francisco Castro, en el lugar que ocupaba su antiguo quiosco, junto a su nuevo local, en una imagen retrospectiva.

Francisco Castro, en el lugar que ocupaba su antiguo quiosco, junto a su nuevo local, en una imagen retrospectiva.

Cosas del destino, Francisco Castro, Paco el del quiosco de la Porvera, como muchos jerezanos le conocían, quiso abandonar este mundo un domingo, el día que por excelencia la prensa tiene más tirón. Durante 50 años permaneció en su 'pequeña casa' de la calle Porvera, un lugar en el que defendía a capa y espada a su Jerez y a un sector, el de la prensa, que conocía y admiraba a pesar del sacrificio que entrañaba su profesión. No en vano, su jornada comenzaba a eso de las cuatro de la mañana y se prolongaba, de una forma u otra, hasta las diez de la noche. Así se lo contaba al añorado Manolo Liaño, que inclusó solicitó la Medalla de Oro al Trabajo, en una de sus columnas. "¿Usted sabe, Manuel, a qué hora he venido abriendo el quiosco un día y otro? A veces a las cuatro de la madrugada y más de un día antes. Y me voy a comer muchas veces a las seis dela tarde", contaba.

Hasta lo que para cualquier ciudadano es un derecho, las vacaciones, para él era todo un reto. "Sólo me he podido ir de vacaciones cuando me casé y una vez a ver las motos a Checoslovaquia", recalcaba. Aún así, todo lo recompensaba con la fidelidad de sus clientes, que depositaron en él durante años, una confianza, un cariño y un respeto hacia su figura.

Porque Paco era uno de esas personas con las que se podía hablar de todo, en parte por su habitual relación con la actualidad, "me leo al menos seis periódicos al día", reconocía en alguna de las múltiples entrevistas que concedió a Diario de Jerez, un periódico del que fue siempre un gran valedor.

Francisco Castro empezó a trabajar en la venta de periódicos recién salido del colegio, con apenas 12 años, recordaba en enero de 2004, el día en el que una máquina derribaba su antiguo quiosco de la calle Porvera, para trasladarse sólo unos metros más allá, a un local más amplio y cómodo.

El viejo quiosco era el tercero que se ubicaba en el mismo lugar. El primero, en el que empezó con la venta de periódicos, era de madera, que se sustituyó años después por uno de aluminio, y el tercero había sido diseñado por Ramón González de la Peña. A Francisco se le saltaron algunas lágrimas aquel día, al ver caer su quiosco, donde había pasado 45 años de su vida.

Acostumbrado a tratar con el público y a vivir situaciones de todo tipo, Paco, que no se andaba con rodeos cuando había que decir las cosas a la cara, había sido pionero en muchas cosas dentro de su negocio. Fue de los primeros en sellar quinelas de fútbol y primitivas, y en vender prensa extranjera, el único sitio, junto al quiosco del Villamarta, donde se podían adquirir en Jerez.

Pero si había algo de lo que presumía y llevaba a gala Paco Castro era su xerecismo. Hasta el último día defendió a su Xerez Club Deportivo, "una de mis pasiones", admitía en otra entrevista en el Diario.

Con él, como buen xerecista, disfrutó y sufrió en los buenos y en los malos momentos, en los descensos y en los ascensos, el último el que de Tercera el pasado año, en Domecq, en Chapín, y en muchos campos a los que alguna que otra vez acudió a ver a su equipo. Aunque para él, el más emotivo, sin lugar a dudas, fue aquel histórico ascenso a Primera División. Como muchos jerezanos, nunca entendió la fundación de un nuevo club, y siguió siendo fiel a sus colores hasta el día de su adiós.

Ayer domingo se marchaba con la sensación, para los que a diario y año tras año convivieron con él, de haber perdido a un amigo, a alguien cercano. La familia, que recibió durante toda la jornada el cariño de muchos jerezanos, agradecía desde estas líneas el excelente comportamiento y trato de los miembros de la planta de oncología del Hospital de Jerez.

Diario de Jerez se une al pesar de la familia en este amargo trance. Descansa en Paz, amigo Paco.

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