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La otra cara del periodismo gastronómico del vino de Jerez

  • Paz Ivison conjuga los tiempos y modos del jerez, la esencia de su dilatada trayectoria periodística volcada en el mundo de la gastronomía y el vino

Un momento de la conferencia de la Cátedra del Vino de Paz Ivison en la bodega de San Ginés.

Un momento de la conferencia de la Cátedra del Vino de Paz Ivison en la bodega de San Ginés. / Manuel Aranda

Historia y vino, literatura y vino... y, por qué no, periodismo y vino. Paz Ivison encarna los valores del periodismo gastronómico más allá de la burbuja alimentada por blogueros y aficionados glotones, entre otros muchos intrusos que invaden esta rama de la profesión hasta hacerla cansina. La veterana periodista jerezana, Premio Nacional y de Andalucía de Gastronomía, sienta cátedra con cada uno de los reportajes y artículos que desde principios de los ochenta pregonan el mundo de la gastronomía y el vino.

Pionera y referente del periodismo gastronómico, la avezada reportera ha compartido este miércoles su experiencia y dominio de la materia en la Cátedra del Vino, que ha planteado como un juego gramatical, ajeno a los cánones de lo que es una cátedra propiamente dicha, y en el que el lengüaje cobra doble sentido, aunque sin ánimo de aleccionar.

“La idea es presentar cuanto menos un discurso entretenido, ameno, jugando con la palabra, los tiempos y modos verbales, para equipararlos con los tiempos y modos del jerez”, confiesa Ivison antes de “salir al ruedo”, donde da rienda suelta a una suerte de “gramática del jerez” articulada como “una charla simpática sobre estos vinos que conjuga los pasados, presentes y futuros; los perfectos, imperfectos y pluscuamperfectos; pero sin impartir lecciones del subjuntivo, que sería muy aburrido”.

Más habituada a la escritura que a las charlas, Ivison avanza que “un reportaje y una cátedra no tienen nada que ver, pero espero hacer algo distinto y cumplir las expectativas, al menos las mías”, ironiza, no sin confesar que su designación por parte del Consejo Regulador para el cometido “es un reconocimiento en tu propio pueblo que me hace mucha ilusión y me llena de orgullo, aunque no deja de ser también una responsabilidad”

La periodista gastronómica Paz Ivison junto a Evaristo Babé en la bodega de San Ginés. La periodista gastronómica Paz Ivison junto a Evaristo Babé en la bodega de San Ginés.

La periodista gastronómica Paz Ivison junto a Evaristo Babé en la bodega de San Ginés. / Manuel Aranda

Poco devota de palabros como enogastronómico, Ivison se define como una periodista volcada en el vino y la gastronomía con afán divulgativo y “no necesariamente dedicada a las cosas del comer y el placer”. No en vano, detesta “la imagen del periodista gastronómico que está todo el día de comilona, frente a lo que intenta mostrar otra cara del mundo de la gastronomía y no sólo a los grandes cocineros y resturantes con estrella Michelin”.

“Todo lo que sé del jerez lo he aprendido con la lectura de libros y artículos periodísticos”

Comenzó a ejercer la profesión, antes incluso de licenciarse, en la revista ‘Dunia’, publicación con trasfondo feminista –una revista para la nueva mujer, rezaba en su lema– fundada en los inicios de la democracia bajo la dirección de Vicente Fernández de Bobadilla.

“Empecé escribiendo una columna en una revista para señoras que no era una revista de señoras al uso”, rememora Ivison, quien detalla que detrás de esa corteza femenina y de moda había un importante lecho de artículos de fondo y reportajes de actualidad.

Jerez ha estado siempre muy presente en los artículos de Ivison, cuyos primeros reportajes en prácticas dedicó al Museo de Relojes y los caballos cartujanos. “Siempre he tenido al jerez en mis labios” –comenta parafraseando la célebre cita de Winston Churchill “Cuba siempre estará en mis labios” sobre su afición a los puros cubanos–, lo que no quita que su primera columna vinatera la dedicara a un vino de Rioja lanzado por aquellos años como un cosechero joven con maceración carbónica, crítica que el bodeguero aún conserva en su despacho como paño en oro.

Sus apellidos (Ivison, Sánchez Romate y O’Neale) delatan que también lleva al jerez en la sangre, pero manifiesta que todo lo que sabe sobre estos vinos lo ha aprendido con la lectura de libros y artículos periodísticos, al margen del poso que queda de sus cerca de 40 años de experiencia, marcados por el propósito de ayudar a los productores, “que es lo que más me importa”, por ejemplo “para subir el precio de la uva”.

A sus 69 años, Ivison no piensa en la jubilación y resta importancia a los premios cosechados en su dilatada carrera, “más difícil es aprobar una oposición”, al tiempo que observa cierta dualidad en la escena actual del jerez, un vino en el que “sigue habiendo dos velocidades”. “En el siglo XIX eran los vinos más caros del mundo junto a Burdeos y Champagne, pero ¿cómo se vuelve a eso?”, se pregunta quien asegura no tener la solución para devolver el esplendor de entonces al jerez, para el que “veo mucho futuro, aunque todo es condicional”.

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