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HISTORIA DE UNA FINCA Punto final a doscientos años del Recreo

Goodbye 'Altillo'

  • Fallecida Blanca de la Quintana, el Ayuntamiento tomará posesión de la finca · El largo camino hasta la expropiación de un paraíso · El lado oscuro y desconocido de un cuento maravilloso

La historia del Recreo de 'El Altillo' no es sólo la maravillosa historia de un paraíso de un mundo dentro de otro mundo.  Es también la historia descarnada de una traición, la de un abogado sin escrúpulos y aprovechados constructores, una historia de odios e insultos, la de un pulso legal que perduró durante cerca de quince años.  Es el lado oscuro y desconocido de un cuento maravilloso. Pero antes de señalar culpables o machacar a nadie, será mejor que dejemos reposar los hechos.

Los comienzos

Cuando Manuel María González Ángel, a la sazón fundador de las  bodegas González Byass, adquirió hace dos siglos las más de quince hectáreas para disfrutar de una plácida vejez,  'El Altillo'  era una finca alejada de la ciudad, en una zona elevada. Y de Alta, Altillo. Y allí levantó una mansión de tipo victoriana como las que se estilaban en su admirada Inglaterra. Pero Jerez creció y creció. Casi dos siglos después, la ciudad ha pasado por encima de la finca. Está rodeada de asfalto y viviendas. Es una finca anacrónica incrustada en una de las zonas residenciales más codiciadas de la ciudad. 

El proyecto municipal no era nuevo: Ya en tiempos de Álvaro Domecq como alcalde, se pensaba que 'el Altillo' tenía que ser público tarde o temprano. Con la democracia, un inquieto joven empleado del departamento de quintas de la Caja de Ahorros que llegó a alcalde, clavó sus ojos en aquel inmenso recreo. Las siete hermanas De la Quintana González plantaron cara y se resistieron a abandonar su fortaleza. Así nació un pleito que se prolongó durante cerca de quince años.

Al grano: El primer plan de urbanismo del Jerez de la democracia, en 1984, ya contemplaba el Recreo como zona de equipamiento. Pasó el tiempo y se iniciaron conversaciones para la compensación entre la propiedad y Urbanismo que a nada llegaron. A la finca le salieron infinidad de novios, algunos de los cuales no lograron doblegar a las siete hermanas con argucias aprovechando su debilidad. Uno de ellos es el promotor inmobiliario valenciano Rafael Galea, persona muy próxima a Pacheco -con quien se decía acudían a la capilla de las hermanas a rezar para obtener su disposición a vender-, que adquirió la finca antes de su expropiación municipal para alojar un geriátrico. Problemas que se ignoran  frustraron la operación. Galea levantó entonces el centro de acogida junto al complejo residencial de Pie del Rey.

La UE 10-1B

El proceso se convierte en un tremendo berenjenal jurídico. La UE 10-1B es la unidad de ejecución de 'El Altillo', unos simples números que estremecen a las hermanas al oírlos. Eliminada la vía del sistema de compensación, el Ayuntamiento optó sin éxito por la composición y, finalmente, por la expropiación forzosa que le daba potestad el PGOU de 1995.

Pasaron años y años de actuaciones ante los juzgados hasta llegar a finales de 2000. En ese año, entra en escena uno de los grandes protagonistas de la historia: Es el abogado sevillano Carlos Ferrazzano, un hombre que Blanca ve como salvador de la causa. La obsesión por conservar la finca le hizo decir que a su abogado le había enviado el Espíritu Santo. Más coba: Un colaborador de Ferrazzano regala a las hermanas un cuadro de la Virgen de la Macarena y el letrado firma incluso en el libro de visitas. Habían captado su voluntad, la confianza de las hermanas era total.  Pero este hombre no era trigo limpio. Ferrazzano ya asesora a las De la Quintana y las convence para suscribir el convenio expropiatorio: El Ayuntamiento abonará a la propiedad 520 millones de pesetas, y ésta se comprometerá a aportar 20 millones para construir una biblioteca pública en la avenida de Visley y retirar todas las actuaciones planteadas en los tribunales. Inesperadamente, una sentencia del Tribunal Supremo anulaba a finales de 2000 todo el proceso de expropiación. La finca revertiría a las hermanas, pero la decisión contó con diferente interpretación entre las dos partes.

El Supremo alegaba la existencia de dos actos administrativos contrarios a derecho contenidos en los planes municipales de 1991 y 1993. Para ellas, el proceso expropiatorio se remontaba al plan de 1991. Urbanismo defendía que actuó a partir de cero con el plan de 1995 bajo el brazo. La cosa se complicó con un posterior dictamen del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA) cuando -sin que las 'niñas' pudieran ejecutar la sentencia del Supremo- dictó una resolución contraria entendiendo que las deficiencias detectadas eran subsanables por la Ley del Suelo del 92.

'La valla de Guantánamo'

Entretanto seguía su marcha la maquinaria judicial, que fue prolífica, el Ayuntamiento actúa por su cuenta, pone en subasta pública la finca, que adquiere la constructora Noriega, del potente grupo familiar de Sánchez Ramade, que ofrece 2.186 millones por el suelo. Levantará 250 viviendas en la parte urbanizable -'El Membrillar'-, aunque la promoción quedó finalmente inacabada. 'El Membrillar' constaba de unos 70.000 metros cuadrados a los que hay que sumar los 67.000 de arboleda y más de 10.000 que ocupan la mansión y parte del jardín y arbolado.

Cuando Pacheco ordenó el desalojo de la casona victoriana, las hermanas se plantaron.  Por lo que, a modo de "obra de caridad", como calificó Pacheco, podrían quedarse en la mansión pagando un alquiler de 200.000 pesetas mensuales y el compromiso de que la ocuparan como usufructo y, una vez fallecidas las inquilinas, Urbanismo tomaría posesión de la finca. Ahora que se ha marchado la última 'altillana', Blanca, el Ayuntamiento asumirá la finca para instalar un equipamiento  sobre esos terrenos.

En febrero de 2001, Pacheco pasea por vez primera por los jardines en tanto se realizan las obras del parque escénico. Les separa una valla de la casa, 'la valla de Guantánamo', como la llamó.  Las De la Quintana quemaron todos sus cartuchos legales sin éxito hasta 2006.

Ferrazzano fue condenado a dos años y tres meses por un delito de estafa  y la inhabilitación de un año. El abogado ingresó los 520 millones en una cuenta en Sevilla, de la que dispusieron otros dos inculpados, entre ellos Luisito (también condenado por estafa), una persona de confianza de las 'niñas' que les llevó hasta Ferrazzano, que les devolvió 300 millones de los 520. La minuta que pasó a las hermanas ascendió a la escandalosa cifra de 203 millones.

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