Visita Emisario Real

El Gran Visir llega a lo grande

  • El emisario real recorre las calles de la ciudad en medio de una gran multitud y llevando la ilusión a los más pequeños

  • Música y mucho colorido en su entrada triunfal en Jerez

Cabalgata del Gran Visir / miguel Ángel González

Rodeado de un gran séquito, el Gran Visir, el emisario de sus Majestades los Reyes Magos, llegó ayer a la ciudad. Su presencia será la antesala de lo que vendrá el próximo jueves cuando los tres reyes de Oriente desembarquen en Jerez tras un largo camino para llevar a los niños y niñas los regalos de estas fechas.

En medio de una gran multidud, pues está claro que desde la puesta en marcha de esta iniciativa hace ahora ocho años, la pequeña cabalgata cada vez tiene más seguidores, el Visir recorrió las calles, desde Muro hasta el Alcázar, donde ha quedado instalado su campamento. Lo hizo sin los caballos inicialmente previstos.

Ilusión y expectación se respiró por todo el recorrido, plagado de gente que no quiso perderse esta entrada triunfal. Fue un séquito largo, que llegó perfectamente vestido gracias al excelente trabajo de la empresa jerezana Brotons Cabalgatas y Disfraces, una verdadera garantía, y donde las juventudes de muchas cofradías jerezanas disfrutaron de una jornada espléndida y alegre.

Niños y niñas, padres y madres, abuelos y abuelas, tíos y tías...todos se acercaron al centro de la ciudad para seguir la cabalgata compuesta por unas seiscientas personas y dos carrozas, la del emisario real y otra con personajes de Disney, capitaneada por el mismísimo ratón Mickey.

La música de las bandas de San Juan y Cristo de la Clemencia pusieron la banda sonora al deambular del Visir por las calles de la ciudad, aunque especialmente llamó la atención el sonido del pungi, ese instrumento de viento que usan los encantadores de serpientes para embelesar a los reptiles.

La nota exótica la pusieron las bailarinas procedentes del lejano oriente, en concreto de la Escuela Carmen Amal, muy vistosas y que a más de uno hipnotizaron con su particular danza del vientre. El contrapunto, un forzudo que hizo las delicias de los más pequeños con unas pesas de lo más curiosas.

En lo más alto, el Gran Visir, con deslumbrantes ropajes de plata y terciopelo y ataviado con el clásico turbante, también de plata lanzaba a diestro y siniestro caramelos y regalos a la multitud ayudado por sus acompañantes, recibidos por todo lo alto.

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