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Solidaridad

Hogar La Salle, la voz de los sin voz

  • El centro busca soluciones para poder autogestionarse y mantener vivo este proyecto que rescata a jóvenes de situaciones extremas para ofrecerles formación profesional y alojamiento

La esperanza de conseguir educar a los niños más necesitados viene de antaño. San Juan Bautista de La Salle fue el primer soñador. A lo largo de su vida intentó instruir a los niños de la clase social más pobre y abundante en la Francia de Luis XIV. Su intento de ayudar a estos chicos a ser hombres libres a través de escuelas, sigue vivo en muchos lugares.

El Hogar La Salle Jerez es un vivo ejemplo actual de la lucha por la educación y acogida de jóvenes necesitados.

Este proyecto solidario nace hace seis años gracias al trabajo de la familia lasiana de Jerez que, inquieta por la situación de los jóvenes en riesgo de exclusión social, pone en marcha el Hogar La Salle Jerez.

El primer proyecto que se lleva a cabo es el Centro de Día donde se ofrece a los chicos formación. En el Centro de Día se imparten clases de alfabetización, de castellano, clases de apoyo para el estudio del graduado escolar o distintos ciclos formativos como los de jardinería y peluquería y estética.

Detrás de cada joven que acude a este lugar hay historias que bien podrían servir para inspirar a novelistas y cineastas. Llegadas tortuosas a nuestro país de forma ilegal, rechazo por parte de la sociedad, familias desestructuradas, absentismo escolar... Experiencias extremas que hacen poner el grito en el cielo, llevando a estos adolescentes a acudir a este centro para poder asegurarse oportunidades de futuro.

Muchos de estos chicos que acudían al Centro de Día carecían de vivienda, apunta Michel Bustillo, director del Hogar La Salle Jerez. Esta situación hace que el centro ponga a su disposición un lugar de emancipación donde poder habitar. Desgraciadamente no hay sitio para todos, tan sólo doce habitan en el centro de forma permanente, y muchos de aquellos que no pueden ser acogidos vuelven a la calle y comienzan a delinquir, haciendo que algunos acaben en prisión.

En mayo de 2010 un chico que acudía al hogar ingresa en la prisión de Puerto III. Hasta allí se desplaza el equipo de voluntarios para conocer de cerca la situación de los jóvenes inmigrantes presos. A raíz de este acontecimiento nace el Proyecto AMAL, a través del cual se acompaña al joven durante su estancia en prisión y se trabaja por su reinserción social. La responsable de este proyecto es Ana, pedagoga del centro.

En un servicio que se sostiene con el trabajo de voluntarios, figuras como las de Ana son fundamentales. El proyecto le enamoró de tal forma que hoy día se ha convertido en su trabajo. Igual le ocurre a Soraya Sánchez, otra de las voluntarias del hogar, quien sostiene que es el lugar donde más se ha valorado su trabajo como educadora social.

Pero no todo son facilidades, como todo proyecto que ofrezca servicios el capital es fundamental para seguir adelante y por ello el Hogar La Salle lucha por su autogestión en este periodo de crisis. El gobierno ha cerrado el grifo de las ayudas y esto multiplica el trabajo del centro mediante la creación de proyectos que ayuden a recaudar fondos.

'La noche de las estrellas', gala celebrada el pasado viernes, es una de las alternativas para recaudar efectivo. Por una módica cantidad se pudo disfrutar de música en directo, tómbolas y otras actuaciones. Además, de estas inciativas benéficas surgen otras muchas como el alquiler de huertos, un total de 42 parcelas a disposición de todo aquel que quiera disfrutar de la práctica de la siembra ecológica. También se puede colaborar mediante la donación de un euro participando en la campaña 'La luz de los sin luz'. Toda idea es insuficiente para conseguir reunir fondos.

Todo lo contrario ocurre con el capital humano. El Hogar cuenta con un importante grupo que forman pedagogos, voluntarios y educadores socioculturales, que ofrecen sus conocimientos de forma desinteresada.

Estos últimos, los educadores socioculturales, ayudan a la integración de jóvenes que siendo inmigrantes presentan dificultades con el castellano. Jóvenes cuyo perfil se suele comprender entre los diecisiete y diecinueve años, inmigrantes o no y en riesgo de exclusión social. Soraya, educadora, sostiene que acuden perdidos, muchos de ellos bajo libertad vigilada con lo cual intentan mediante la formación evitar la entrada de estos en centros de menores o penitenciarios.

Muchos de estos chicos residen durante años en el Hogar. Es el caso de Abderrahim, un simpático joven marroquí de casi veintiún años, que lleva ya tres años en el centro. Llegó a España en busca de un futuro mejor pero no encontró más que dificultades.

Acudir al Hogar La Salle ha ayudado a este joven en su formación profesional y en la regularización de su residencia en el país. Aquí ha aprendido castellano, realizó cursos de formación de cocina, monitor sociocultural y jardinería, además estudia para obtener el graduado escolar. Desde su experiencia, considera que acudir al Hogar La Salle es la mejor opción para todos los jóvenes que se encuentran en situaciones complicadas. Ahora está feliz, se siente querido por sus compañeros y educadores, continua formándose y busca trabajo como ayudante de cocina, ya que dice que le encanta cocinar.

Paseando por el patio del centro se puede ver como los chicos conviven en armonía. Aquí no sólo se les forma profesionalmente, también aprenden valores. Entre la pluralidad de chicos y chicas, nacionalidades y culturas, se respira un clima de respeto, compañerismo y admiración por los educadores.

El Hogar La Salle Jerez es un proyecto real con los que soñaba por entonces el quijotesco San Juan Bautista de La Salle quien, con sus utópicas ideas, ha conseguido que tres siglos más tarde se conserve su espíritu luchador gracias a personas que trabajan de forma voluntaria en poyectos tan necesarios como éste para ser la voz de los sin voz.

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