"Hoy es difícil vivir del cante, ya ni en Japón se gana dinero"

Reserva flamenca · Mateo Soleá

El artista de moda del pasado otoño en las peñas jerezanas se siente con fuerzas para seguir "dando guerra en el escenario" aunque reconoce que "cada vez hay menos pureza".

Mateo Soleá posa en su bar, 'La Gitanería', un pequeño islote flamenco dentro del barrio de Santiago.
Mateo Soleá posa en su bar, 'La Gitanería', un pequeño islote flamenco dentro del barrio de Santiago.
Fran Pereira/ Jerez

13 de enero 2013 - 01:00

En plena calle Ancha, Mateo Soleá ha forjado su propio islote flamenco. Por allí deambulan personajes de todo tipo, muchos del propio barrio de Santiago y otros tantos que vienen a disfrutar de su famosa carta "de guisos" y hasta de la denominada "Burger King gitana", enuncia con orgullo. Su experiencia y su vivencia cantaora le han hecho ser a día de hoy un referente para turistas, curiosos y algún que otro joven cantaor, que no duda en recurrir al maestro jerezano para ilustrar y mejorar su cante, porque de eso mismo, de cante, Mateo puede presumir.

-Ha sido usted el hombre de moda en el otoño peñístico de Jerez, ¿es una segunda juventud de Mateo Soleá?

-(Risas) No, tanto como eso no, pero sí es verdad que las peñas se han acordado de mí. El año pasado me llamó Tío José de Paula y este año lo hicieron Terremoto y Los Cernícalos. Ahora para marzo a lo mejor sale también una cosita en la Peña La Bulería, aunque ya se verá.

-¿Y por qué ha estado tanto tiempo apartado de los escenarios, por decisión propia o porque nadie se acordaba de usted?

-No es por eso, simplemente por circunstancias. Las peñas no tienen dinero y al no tener dinero las criaturas no pueden hacer nada. Además, hoy día, todo el que va a cantar quiere seiscientos u ochocientos euros y eso no puede ser. Hay que tener un poquito de consideración con ellos y yo la he tenido, por eso a lo mejor han acudido más a Mateo Soleá.

-O sea que si la cosa pinta mal para el artista, ¿verdad?

-Como lo sabe... Está todo muy mal. Hoy día es difícil vivir del cante. Con decirte que ya ni en Japón se gana el dinero que se ganaba antes porque la gente, por coger algo, están yendo muy baratos a los sitios y eso no es bueno.

-¿La necesidad está perjudicando al flamenco?

-Sí que perjudica, pero si las criaturas no tienen nada no tienen más remedio que ir. Si le dan mil quinientos o dos mil euros y les pagan la estancia y las dietas aprovechan para ir tirando.

-Dicen los entendidos que cuando un cantaor llega a una determinada edad se toma las cosas de otra manera, ¿es su caso?

-El que no sabe no tiene responsabilidad y se monta en un escenario como el que tira un huevo a un perol, pero el que sabe cantar tiene esa responsabilidad. Está claro que los chiquillos de ahora tienen más facultades que uno, pero cantaores como yo estamos más hechos y eso le gusta a la gente. Hasta que no subimos al escenario y hacemos el primer cante, la responsabilidad pesa.

-Hay muchos jóvenes que vienen a pedirle consejo en algunos cantes, ¿qué supone eso para usted?

-Una alegría grande, y es algo que me enorgullece. Yo he tenido muchas vivencias con Tía Anica La Piriñaca, con Tío Borrico...En mi caso puedo presumir de todo eso y todo lo que hago, hablo y digo es con propiedad, no hablo cosas que no sean verdades, porque eso tiene mucha guasa y al final se ríe la gente de uno. Mira, El Quini y El Maloko a veces me preguntan cómo se hacen algunas cosas, igual que mi 'cuñao' Antonio Malena, que con todo lo que sabe a veces recurre a mí. Por ejemplo, la seguiriya que hace él en Rito y Geografía del Cante se la puse yo y era de Tía Anica.

-¿Echa de menos todas esas vivencias que cuenta?

-Claro que sí, y me da pena por la gente joven, que no ha podido disfrutar de gente como Tía Anica, Tío Borrico. Tú te sentabas con Tía Anica en La Moderna de Santiago y te hablaba de los cantes de Tío Juanichi, de los de Frijones, del Marruro, de Paco La Luz... Todas esas cosas se echan en falta.

-¿Le da pena cómo está el barrio de Santiago hoy en día?

-Sí que me da pena porque ya no hay nadie. Ya no puedes pararte con un flamenco viejo y preguntarle algo. Y si coges la calle Cantarería ya no existen las casas en las que se formaban las fiestas buenas de gitanos. De la Calle Nueva ya ni hablamos. Sólo hay algunas mujeres de la Peña Tío José de Paula que han tenido muchas vivencias en los campos y han podido escuchar a los gitanos viejos.

-Empezó a cantar con 14 años y ya ha superado los sesenta y cinco. ¿Le queda alguna asignatura pendiente en su carrera?

-La única espina que tengo es no haber podido compartir escenario con Antonio Mairena en un festival, porque con los demás he tenido la suerte de cantar. He convivido con los mejores guitarristas y he cantado en los mejores tablaos de Madrid. Además, he cantado a Manuela Carrasco y Ana Parrilla, que para mí era la bailaora de Jerez. Todo eso no lo cambio por nada.

-Ya que habla de Mairena, ¿qué ha sido para usted este cantaor que unos idolatran y otros critican?

-Para mí Mairena es el mejor. De mi barrio me ha gustado siempre Tío Borrico, La Piriñaca, El Serna y Terremoto, pero mi cantaor favorito es Antonio Mairena, y lo es desde que me levanto hasta que me acuesto. Soy de los que pienso que si coges la escuela de Mairena puedes comer de esto, porque lo demás es imposible. Agujetas sólo hay uno, hay que tener voz 'agujetera', de La Paquera no se puede hacer nada porque tienes que tener la voz de 'paquero' o de Caracol, y de Terremoto y de Tío Borrico, igual.

-Por lo que veo usted 'muere' con todos esos cantaores de Jerez...

-Es que sólo nos queda eso, porque ahora no hay nada, al menos eso es lo que yo pienso. Es que como yo he escuchado a Tío Borrico cantando por soleá y por seguiriyas y haciendo las cosas de Paco La Luz, su familia, y de Tío Juanichi no se olvida. Luego está La Paquera, un bicho. Francisco Méndez Garrido, yo. Tú, Fulana y Mengana, detrás, nadie se le ha puesto delante. Eso marca. Todavía recuerdo un programa que grabó en Canal Sur con la Bernarda y la Fernanda. Salió ella y se acabó todo.

-Da mucha pena que algunos se fueran tan pronto...

-Es verdad, porque podían haber dado mucho más al cante. Yo me acuerdo mucho de gente como Curro de la Morena y Diego Rubichi, por ponerte un ejemplo. El eco de Curro de la Morena era único, y para que salga un eco como ese tienen que pasar muchísimos años. Bueno, yo creo que ya no sale. Para mí, él y Diego Rubichi han sido de los mejores cantaores que yo he escuchado. Cantaban con fatigas, que es la que te duele. Curro cantaba por soleá, por seguiriyas y por saetas y había que echarle el pan desde lejos. Era un buen cantaor y un buen gitano. A Diego le pasaba igual, era un cantaor muy humilde y que apenas hablaba, pero cuando abría la boca por soleá o por malagueñas, haciendo las cosas de los Rubichi, había que morir.

-¿Eso hay que llevarlo dentro o se puede aprender?

-Aprender se puede aprender, pero no es igual. Soy de los que pienso que el cante tiene que nacer con uno. Cuando se aprende al final te conviertes en un robot y llega un momento en que no dices nada. Eso le pasó a Luis de Córdoba, que tenía un timbre de voz precioso. Estuvo dos años encerrado en su casa aprendiéndose cosas de Vallejo, de El Gloria, la malagueña del Canario... Estuvo ahí unos pocos de años y ganó mucho dinero, pero cuando le faltó el fuelle se fue a su casa. Con Fosforito, lo mismo. Pero, ¿y por qué a Terremoto, Lebrijano, El Sordera, El Serna o a Tío Borrico no le pasó eso? Porque les salía de dentro. Un ejemplo es el de Curro Malena, que cuando le ha faltado el fuelle se ha rebuscao y ha formado el alboroto.

-Ya que menciona a un cantaor lebrijano, ¿cómo es su relación con Lebrija?

-Buena, de hecho me gusta mucho ir por allí porque no han perdido nunca sus orígenes, cosa que aquí en Jerez, al menos en mi barrio, se ha perdido. Allí siguen haciendo los casamientos como antes, no han perdido la gitanería. Además, soy un gran admirador de Curro Malena, me encanta hacer sus cosas. Creo que si no hubiera puesto malito sería un cantaor puntero, porque no hay artista mejor que ese cantando por soleá y por seguiriyas.

-Usted formó parte de aquella generación que dio nombre a 'La nueva Frontera del Cante'. ¿Hay algo parecido actualmente?

-Yo creo que no. Aquel disco, que lo grabó la Peña Los Cernícalos con la casa RCA, tenía a una camarilla de cantaores que no se parecían. El Torta hacía su cante, Manuel Moneo, El Garbanzo, el Gasolina, Luis de la Chicharrona, Manuel Malena y Rubichi, el suyo, por no hablar de Tío Borrico, que por bulerías partía la pana. Ahora, lo de hoy no tiene nada que ver, todos se parecen mucho. El único que veo que tiene algo distinto es José El Mijita, suena muy flamenco y las cosas que hace las hace muy bien, con pureza.

-(Saluda a un par de personas que entran en el bar) Es usted el anfitrión en toda regla...

-(Risas) La gente viene porque se le da cariño y calor. También vienen por la comida, con unos guisos que hay que quitan el sentío. Tenemos de todo, hasta la 'Burger King Gitana'. El que viene no se va, viene pa comer y se queda cuatro o cinco horas (risas).

-También es que hay mucho cante espontáneo, ¿no?

-Sí, porque hay muchos que vienen y me buscan, me sacan de mis casillas y al final acabo cantando. Eso a mí me da vida y siempre termino haciendo cosas de Tía Anica, de Antonio la Peña o de Tío Juanichi (en ese momento entona el 'Comparito Cuco', el macho por seguiriyas). Mira,-continúa-el otro día estuvo aquí El Marsellés y vinieron los bailaores Mami y Hiro, que son japoneses. Le dije al Hiro: 'Quillo, hazme un bailecito que no te ha visto Antonio'. Salió el Hiro y lo volvió loco: '¡Cómo es esto Dios mío. Cómo puede bailar así con esa cara tan blanca...!', decía El Marsellés que no podía explicar lo que veía. Son cosas que suceden a diario aquí.

-Para ir terminando, ¿para cuándo el disco?

-Pues mira, si todo va bien voy a grabarlo en marzo en la calle Francos con Josema García-Pelayo, pero a través de Ángel Cantos. Juan Diego Mateos va a ser el productor y me van a tocar Domingo Rubichi, Manuel Parrilla y el propio Juan Diego en las bulerías. Quiero hacer cosas con guitarras y otras sin guitarras. Seguiriyas, tarantos, cantes de trilla, la bulería por soleá del Sordera... Me quiero buscar dos buenos cambios, uno de Antonio y otro que se lo escuché a Calixto Sánchez hace más de veinte años (vuelve a entonarlos acompañándose con los nudillos).

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