Ni los más veteranos de entre los asistentes al acto recordaban tan amplia e ilustre representación eclesial en una toma de posesión en la diócesis jerezana. No es que hayan sido muchas -solo cuatro con la de ayer- .

Los datos lo dicen todo: el nuncio de Su Santidad en España, presencia obligada; dos cardenales, uno de ellos el incansable fray Carlos Amigo que pese a su edad aguantó con total entereza toda la ceremonia incluidas las procesiones de entrada y salida hasta el Obispado; cinco arzobispos, entre ellos los metropolitanos de Sevilla y Granada; quince obispos, el portavoz de la Conferencia Episcopal, la alta curia de la prelatura Opus Dei.... en definitiva una impresionante embajada de la Iglesia de España para amparar a José Rico Pavés en sus primeros momentos como obispo de la ciudad.

Ciertamente se echó de menos la presencia del presidente de la Conferencia Episcopal, Juan José Omella, cuya ausencia despertó más de un comentario sin que se justificara su no asistencia, más dada la estrecha vinculación de José Rico con la CEE.

Si importante fue la eclesial, las representaciones de las instituciones, partidos políticos, alcaldes y alcaldesas así como la militar y la policial, sumando también las de todas las asociaciones, órdenes y colectivos vinculados a la Iglesia local, dieron forma a la principal masa social que se reunió ayer en el primer templo diocesano, una embajada excepcional de la ciudad de Jerez y las ciudades y pueblos de Asidonia-Jerez.

La Catedral se llenó pero con prudencia, es decir, aforando los espacios para mantener las distancias en la media de lo posible. No cabe duda que todos, en mayor o menor medida, disfrutaron de una ceremonia muy rica en lo litúrgico y en el que la música de órgano y coral, dirigida por Ángel Hortas. En definitiva, un acto para la corta pero intensa historia de Asidonia-Jerez, un recorrido de cuatro décadas que han proporcionado madurez y relevancia eclesial a este rincón de Andalucía que es Asidonia-Jerez.