Jerez, ciudad guarra
YA hablé en esta misma columna no hace mucho de cómo estaba de guarra la ciudad en Semana Santa. Cuatro semanas después, la cera sigue inundando buena parte de las calles del centro, con el peligro que eso conlleva para ciclistas y motoristas. Desgraciadamente, Jerez se ha convertido en una ciudad sucia, tanto, que a veces parece hasta dejada de la mano de los que mandan. El sábado, camino de la redacción por una calle cercana a varias discotecas, tuve que sortear dos vomitados, cuatro botellines de cerveza y dos colchones. Todo eso en menos de 200 metros. Ni que decir tiene la impresión que eso da no solo a los vecinos, sino a las personas que visitan Jerez a diario. Pero pongo otro ejemplo. Ayer se celebró por la mañana la media maratón. A las nueve de la noche todavía se podían encontrar tirados por la calle los centenares de botellines de agua y de vasos de plástico usados por los corredores. ¿Nos merecemos los ciudadanos este servicio de limpieza? Yo creo que no.
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