Jerez y la lectura vigilada durante la posguerra
Lectores sin remedio
Tras la Guerra Civil el libro vivió una verdadera ofensiva de las nuevas autoridades para controlarlo. Es muy significativa la frase que escribe el presidente del Instituto Nacional del Libro, el jerezano Julián Pemartín, en la Revista Bibliográfica Hispánica (1942): “Tenemos que esgrimir el arma del libro en todas direcciones y contra toda clase de enemigos”. Y esa política se intentó llevar a rajatabla, sobre todo en el primer periodo de la posguerra. Pero el control que las autoridades ejercieron férreamente sobre la radio, la prensa, el teatro o el cine, jamás dio los mismos resultados con el mundo del libro. ¿Por qué? Quizás por lo que afirma Gabriel Andrés cuando escribe: “En el entorno del libro, el Régimen encontró mayores dificultades de las esperadas para imponerse sobre la voluntad de una multitud de sujetos, protagonistas del mundo editorial, no siempre fáciles de gobernar: autores, editores, impresores, libreros, bibliotecarios, traductores, ilustradores y, finalmente, los lectores que parecían mostrarse pertinaz y calladamente insumisos ante las prácticas totalitarias anunciadas en el ámbito de la lectura” (‘La batalla del libro en el primer franquismo’. Huerga y Fierro, 2012).
Lo cierto es que durante años las requisas y quemas de libros en ciudades españolas siguieron siendo una realidad (‘La persecución del libro 1936-1951’. Ana Martínez Rus, 2014) y esta situación solo comenzaría a cambiar tras la 2GM. En Jerez aunque las intervenciones y requisas, ya documentadas, de las milicias sobre los fondos bibliográficos privados van disminuyendo tras la Guerra Civil, la censura con sus múltiples caras está muy presente en la realidad diaria hasta bien entrada la década de los cincuenta. En las bibliotecas públicas también la consulta de determinados libros era algo impensable, pero hay que decir que junto a centros donde el control sobre el material bibliográfico fue muy estricto, en otros la normativa se aplicó de una manera más laxa. En la Biblioteca Municipal de Jerez, con una elevada afluencia de usuarios que osciló entre los 32 y 40 mil anuales a lo largo de la década de los 40, aún se puede identificar en los ficheros manuales ya en desuso pero que aún se conservan, cómo numerosas fichas tienen una señal a lápiz. La interpretación de esas señales era advertir al funcionario de que si un usuario solicitaba un libro registrado en una de esas fichas marcadas, se debía inmediatamente consultar con la dirección de la Biblioteca para solicitar autorización sobre si se permitía su consulta. Lo curioso es que libros de autores como Dashiell Hammett o Flaubert entre otros muchos, cuya obra era desautorizada por las autoridades de la época, fueran de libre acceso en la Biblioteca de Jerez y sus fichas aparecen inmaculadas y sin señal alguna. Sin duda todo un intento -con sus sonoros fallos- de lectura vigilada.
Literatura y fútbol
La verdad es que si uno busca en Internet o pregunta en su librería de guardia por libros, sean del género que sean, que tengan al fútbol como centro de atención, verá con desaliento lo poco que se han relacionado la literatura y el deporte rey. Apenas unos libros de relatos, en los que destaca el nombre de Eduardo Galeano, y mucha biografía o, mejor dicho, mucha hagiografía. Y es cuando menos extraño que un deporte que despierta tantas pasiones, cuyo impacto mundial es incuestionable, no tenga tras de sí toda una corriente literaria, más cuando muchos escritores han confesado su afición a este deporte y, en concreto, a un equipo (el caso de Javier Marías y el Madrid, o de Juan Bonilla y el Barcelona) y, sin embargo, apenas en sus obras se cita el fútbol. O, al menos algún escrito sobre la devoción, que degenera en idolatría por los colores nacionales. De esto saben mucho los argentinos.
De lo mejor que un lector puede leer sobre fútbol sin duda son los artículos que, a modo de selección, se recoge en el libro póstumo ‘El penúltimo negroni’, antología de textos del inigualable David Gistau (otro gran madridista). Hará unos meses adquirí un libro titulado ‘Kafka en Maracaná’, que lleva por subtítulo “90 partidos, 90 autores, 90 relatos”, escritos por tres autores: David García Cames, Miguel Ángel Ortiz y Marcel Beltrán. Y ciertamente son 90 relatos todos dedicados a un autor/a y que hacen alusión a un partido, muchos de los cuales se pierden en la memoria de los más recalcitrantes aficionados. Lo pretencioso del título se traslada a buena parte de las páginas del libro, cuyos autores han querido rendir un homenaje literario al fútbol y apenas han logrado unos cuantos, muy pocos, relatos felices. En la lista negra, el apartado “Rondo musical” que es totalmente prescindible, así como el esfuerzo fallido por reproducir cierto acento andaluz en el relato “La magia de la Venta de Vargas”, que delatan las carencias de sus autores. ¡Qué pérdida más irreparable la de Gistau! José López Romero.
Reseñas
El cielo árido
Emiliano Monge. Random House, 2012.
Con esta obra Emiliano Monge (Ciudad de México, 1978) obtuvo el premio Jaén de novela del año 2012. Y gran acierto el premio pues el relato que nos ofrece Monge es todo un desafío, y en ello estriba su atractivo literario, para el lector. Los saltos en el tiempo, aunque se especifican las fechas, que convierte a la novela en una sucesión de estampas o acontecimientos que se narran a gusto del narrador y que tienen a su protagonista, el Gringo Germán Alcántara Carnero, como núcleo aglutinador, y que el narrador va cambiándole de nombre según estos acontecimientos (y así será “Quienasciende” o “Estatemblando” o incluso “Elquebusca”); la propia figura del narrador, en una primera persona que se debate entre querer ser y no poder ser personaje de la historia; y sobre todo la violencia de unos personajes en unas tierras donde no puede vivirse de otra forma. Magnífica. J.L.R.
La madre Naturaleza
Emilia Pardo Bazán. Cátedra, 2012 (5ª ed.)
Se cumplió el año pasado el centenario de la muerte de doña Emilia y ningún homenaje mejor que releer sus dos novelas más emblemáticas: ‘Los Pazos de Ulloa’ y la que aquí reseño ‘La madre Naturaleza’, que desde su primera edición (1887) ya se presentaba como segunda parte de la primera. Y así es. ‘La madre Naturaleza’ se ambienta en los mismos espacios que ‘Los Pazos’ y hereda de esta personajes como el marqués de Ulloa, don Pedro Moscoso, o el cura don Julián, pero el protagonismo de esta segunda entrega pasa a Manuela y Perucho, hijos ambos del marqués, aunque el segundo bastardo, que eran unos niños en la primera novela. La llegada del tío de Manuela, don Gabriel Pardo de la Lage, con el propósito de casarse con su sobrina y sacarla del estado asilvestrado (la madre Naturaleza) en que se encuentra, actúa de espoleta que hace saltar los acontecimientos, en un enfrentamiento entre el amor natural y el amor por conveniencia. J.L.R.
El Bar de Joe
Muñoz & Sampayo. Salamandra, 2023
Gran noticia no solo para los amantes de la novela gráfica, sino también para los de género policiaco, la recuperación en un solo volumen de todas las historias que estos autores argentinos han venido publicando de su icónico detective Alack Sinner, ambientadas en un bar de Nueva York, entre 1978 y 2002. Sinner, un ex policía, aparece por vez primera en 1974 por entregas en distintas revistas europeas (entre ellas la española Totem), y va evolucionando desde unos inicios que sigue los patrones clásicos del género negro hasta historias donde el factor humano es el predominante. Esto es lo que encontraremos en esta recopilación de historias ambientadas en un bar, en ese “Bar de Joe”, donde el detective Alack Sinner cede su protagonismo a personajes solitarios de la noche neoyorkina, cuyas intensas historias invitan a la meditación sobre la condición humana. R.C.P.
Ladrones de libros
Anders Rydell. Desperta Ferro, 2022
De un tiempo a esta parte es evidente el interés que el público empieza a mostrar de manera generalizada por la historia del libro. ‘El infinito en un junco’ de Irene Vallejo es la prueba más evidente, o el excelente, entre otros, ‘La Biblioteca en llamas’ de Susam Orleam. Siguiendo esa estela de escudriñar en esa historia, la del libro, que tiene aún tantos rincones por iluminar, se publica este emocionante libro que sigue el rastro de la inmensa destrucción que sufrió el patrimonio bibliográfico europeo durante la 2GM. El autor, valiéndose de una sólida documentación, va inventariando bibliotecas públicas y privadas o librerías, que las tropas de ocupación alemanas saquearon o destruyeron, llevando a la práctica esa otra guerra contra las ideas que fue tan virulenta como la de los campos de batalla. Un relato tan apasionante como triste y necesario. R.C.P.
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