El 'León de Correos'
MUCHOS no se lo creerán pero ayer eché una carta a un buzón. Si, sí, lo juro. Se trató de una de esas gestiones que no hay más remedio que hacer a través de carta... Me eché el sobre al bolsillo —era de los de “a franquear en destino”— y me dispuse a buscar un buzón. Todos los que recordaba habían desaparecido. Tras intentar no salirme mucho de la ruta que me trae al Diario, acabé por dirigirme al edificio de Correos para reencontrarme con un viejo amigo: el ‘León de Correos’. Recordé los tiempos pre-internáuticos en los que había que hacer hasta cola pues decían que las cartas allí depositadas llegaban antes y el temor de los niños al rozar sus dedos la boca del metálico felino, lo que era motivo de risas. Echando la carta pensé que el día que Correos sea demolido, habrá que buscar la forma de mantener allí al León como recuerdo, en su eterna esquina, con su hierática y fría mirada perdida entre Cerrón y Santa María.
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