XXI Bienal de Sevilla

El baile como una consecuencia

  • María del Mar Moreno presenta por primera vez propuesta en solitario en la Bienal con 'Memoria Viva', un espectáculo donde busca la naturalidad impregnada de voces netamente jerezanas

María del Mar Moreno, en un momento del ensayo general de 'Memoria Viva'.

María del Mar Moreno, en un momento del ensayo general de 'Memoria Viva'. / Miguel Ángel González

Los nervios del estreno, el calor y la tensión que supone no haberse enfrentado al público sobre el escenario desde hace más de seis meses, sobrevuelan el ensayo general de ‘Memoria Viva’ en el Teatro Villamarta. Así se denomina la última creación de la bailaora María del Mar Moreno, una obra que estrena mañana en el Teatro Central dentro de la XX Bienal de Flamenco de Sevilla y donde casi ha agotado el papel.

La malagueña de Elu de Jerez levanta los aplausos de sus propios compañeros, y el vello a los que miramos desde el patio de butacas, a lo que responde Dolores Agujetas, que por seguiriyas se estremece para exhibir, desde su interior, esa forma de decir el cante con sello propio.

Son sólo dos de los recursos que esconde ‘Memoria Viva’, donde voces como las de Saira Malena José ‘El Berenjeno’, El Tolo, José de los Camarones y Antonio Malena envuelven un espectáculo, el úndecimo con su compañía, cargado de sensaciones y donde María del Mar Moreno asume el guión, la puesta en escena y la dirección.

Resulta curioso pero la jerezana, pese a acumular casi veinte años con compañía propia, llevará por primera vez a la muestra hispalense una propuesta propia, pues con anterioridad, cada una de sus apariciones (todas en el Hotel Triana) siempre fueron dentro de un colectivo. En concreto, en 2008 con ‘Jerezanas’, acompañada por La Macanita, Chati y Paqui Méndez y en 2012, con ‘Jerez’, donde compartió escenario con El Torta, José Méndez, Luis ‘El Zambo’ o la propia Macanita, entre otros. 

A unas pocas horas para su estreno, María del Mar Moreno no esconde “la emoción que tenemos todos dentro porque en mi caso, como ocurre también con otros compañeros, llevo seis meses sin pisar un escenario y eso parece que no impone, más si cabe si el regreso es en un marco como la Bienal”.

La bailaora admite que los últimos meses “han sido muy duros para todos, con problemas personales y profesionales, y eso hace que las ganas y la emoción estén, pero también un miedo raro porque es como un volver a empezar. Es como si te despiertan y de momento te dicen, ‘venga, a la Bienal’”.

Para ella, poder estar en la Bienal “es un orgullo y una alegría, sobre todo porque se nos da una oportunidad a artistas que hacemos un flamenco sin artificio, y que vamos a llevar un montaje con una carga muy fuerte de cante. Por eso digo que al ser la primera vez que vamos como compañía, lo lógico es que vayamos haciendo lo que llevamos veinte años reivindicando, no vamos a meternos en otra piel que no nos corresponda”.

‘Memoria Viva’ busca “algo natural, porque antes de que nos pasara todo esto del confinamiento y la pandemia, tenía otro concepto para este mismo espectáculo, era otra historia. Pero después de esta experiencia, no pegaba reivindicar nada, no sentía la necesidad de reivindicar nada ni de contar algo mío, me parecía muy individualista, y creo que no es el momento de mostrar al público mi yo interior ni un montaje conceptual. Necesitaba ser muy natural, necesitaba improvisación y si a Dolores (Agujetas) le apetece hacer en vez de una letra por seguiriyas, dos, no pasa nada, siempre dentro de una puesta en escena”.

“No tenía ganas, -añade- de someter a mis compañeros a ensayos kilométricos, sentía que necesitaban dar rienda suelta a su cante y su toque y eso es lo que hay. Cada uno de ellos lo aporta y todos disfrutamos”.

Pero lejos de todas esas sensaciones que le aporta el momento que vivimos, ‘Memoria Viva’ tiene también un aire personal “porque mi madre tiene Alzheimer y me he dado cuenta que ella se conecta cuando escucha cantar y escucha bailar, pero las cosas naturales. Le pongo un cante por soleá o por seguiriyas y se vuelve loca, es una memoria que es anterior a todo el aprendizaje, es algo ancestral”.

Tras poner en marcha ‘Mujeres de cal y cante’, que exhibió en la Fiesta de la Bulería de 2019, y ‘Medea’, con el respaldo de Pilar Távora, la bailaora jerezana retorna a su senda más tradicional, “porque necesitaba volver a la edad de la inocencia, ser esa niña que bailaba mucho por tientos, que se vestía de hombre para hacer el polo o que le encantaba el cante por serranas. También, el desarraigo que hemos vivido con este confinamiento, que ha sido como apartarnos del grupo, lo expreso a través de la petenera, que siempre me cantaba mi padre, y de la seguiriyas que hago con mi hermano Santiago y Antonio Malena. No tiene ni palmas, estamos solos, y sufro, pero no me importa sufrir porque es lo que me pide el cuerpo”.

Su vuelta a la Bienal llevará, como no podía ser menos, la marca Jerez, “aunque reconozco que al principio, como he dicho antes, no tenía en mente ese concepto. Soy una persona que, para bien o para mal, vivo en amor y lucha con Jerez y como buena jerezana tengo mucha contradicción con nuestra tierra, más que nada porque sin ella no sé vivir. Su cante, el compás, la esperanza y los niños de aquí me marcan mucho. Quizás sea una loca enamorada, pero tengo claro que no sería la que soy sin todo ello, muero con mi tierra y con cada uno de sus artistas”.

Para los que conocemos día a día, una de las cosas más llamativas en este regreso a los escenarios de la jerezana será su cambio físico, algo que lleva con orgullo y convencimiento. “El confinamiento y esta pandemia que nos asola está siendo muy mala económicamente para todos los flamencos, y lo que quiero es que pase cuanto antes, pero he de reconocer que esta situación, en lo personal, me ha hecho mucho bien, porque he vuelto a mi centro, y darme cuenta del valor del día a día, de la persona que tienes al lado, y eso ha hecho que me cuide un poquito más. A veces vamos demasiado deprisa y no prestamos atención a uno mismo. Por eso decidí dar un vuelco y en estos tres meses he perdido catorce kilos, aunque todavía me quedan quitarme unos poquitos”.

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