Jerez

Mil formas de vivir el vino de Jerez

  • El enoturismo ha ido variando con el paso del tiempo, ofertando actividades atípicas y curiosas

  • La siesta entre botas o la posibilidad de vendimiar y pisar la uva son algunos ejemplos

Si algo tiene de especial el vino de Jerez es su capacidad de maridaje con todo aquello que se le presente, sin límites. Se trata de un vino único en el mundo, con diferentes variedades y sabores que consiguen transmitir a todo aquel que lo cata una historia particular, una esencia. Todos ellos se encuentran bajo la denominación de origen Jerez-Xérès-Sherry y con la supervisión del Consejo Regulador del vino.

Toda la historia que tienen que contar los jereces ha sido canalizada en forma de visitas. A mediados del siglo XIX ya consta en algunas bodegas jerezanas el interés que despertaba este mundo. Desde entonces, las visitas se han ido organizando cada vez mejor, dando lugar al conocido enoturismo. Una actividad que, tradicionalmente, se ha centrado en las bodegas, en las que se podían presenciar cómo se gestaba y envejecía el vino en la bota, además de conocer la historia de la propia bodega y de todos sus vinos.

Ya hace algunos años que el enoturismo comenzó a cambiar. A reinventarse. Las empresas del sector supieron aprovechar la capacidad de maridaje que posee el vino del Marco de Jerez y, a través de diferentes actividades, dar a conocer al mundo su amplia gama de posibilidades. La Viña La Constancia es una de las múltiples empresas que decidieron innovar en el enoturismo. La cata sensorial, denominada 'sensaciones del vino', es una de las más reclamadas entre los turistas, y no es para menos. El pasado viernes tuvo lugar una de ellas en su propia bodega. El proceso era peculiar, qué duda cabe. Los asistentes debían colocarse un antifaz antes de entrar al lugar donde se iba a catar el vino. Durante 40 minutos todos permanecen a ciegas y en un completo silencio. "Nadie va a explicar ningún vino, los propios vinos son los que, a través de su sabor y el sonido, van a contar su propia historia", adelantaba José Luis Baños, uno de los organizadores de la actividad.

El resultado fue espectacular. "A cada persona le puede surgir una historia diferente", comentaba Baños. La emoción, en forma de lágrimas incluso para algunos de los asistentes, era sencilla de palpar. Se percibía en sus caras.

Esto no es todo. Al día siguiente, tuvo lugar un conocimiento de la bodega totalmente atípico y desconocido para muchos. Las personas comenzaban conociendo la viña, el fruto de la uva desde sus inicios. Todo ello bajo un sol abrasador con temperaturas que rozaban los 40 grados. "Aquí está el matiz", adelantaba Baños antes de proseguir con la actividad. Con la entrada a la bodega se entendía el comentario de José Luis. El fresco natural existente en la bodega era notable con respecto a las altas temperaturas del exterior. Esa bajada de grados se apetecía. El culmen de la visita llegaba al divisar dos hamacas situadas entre las botas. Efectivamente, una siesta entre botas de vino. Poca luz, únicamente algunas velas colocadas previamente iluminando el habitáculo y, de fondo, música relajante. El escenario era ideal. La tranquilidad se compaginaba con catas de diferentes vinos y con un producto estrella: El 'Amontijito'. Un coctel creado y elaborado por esta bodega y digno de probar.

Si aún les parece poco, La Constancia tampoco se olvida de los amantes del yoga. Entre sus viñas preparan la actividad denominada 'Yoga de la risa entre viñas'. José Luis Baños reconoce que aún pretende seguir innovando y, con motivo del 'International Sherry Week', que se celebrará del 8 al 14 de octubre, quiere potenciar una actividad en la que el vino marida con el Carnaval de Cádiz. Tal cual.

Baños no es el único en querer mostrar todas las simbiosis posibles del jerez. En el campo de golf de Montecastillo también tiene cabida este singular vino, con la posibilidad de disfrutar de una jornada de aprendizaje de este deporte para posteriormente catar un fantástico menú maridaje. Todo esto no sin antes poder relajarse en una lujosa habitación de hotel con desayuno.

'Spirit Sherry', por su parte, le quiso dar una vuelta más a esto del enoturismo y ocupar un vacío que no existía: conocer la viña y la crianza de la uva. Las bodegas siempre han copado todos los focos y la viña ha quedado en un segundo plano. Eduardo Valderas y Cecilia Rodríguez comenzaron esta andadura hace siete años, "porque creíamos que podíamos ofrecer a los turistas más conocimiento sobre la historia de nuestro vino", explica Cecilia. Una de sus actividades estrella se centra en ofrecer la posibilidad de vendimiar a todo aquel que lo desee, para posteriormente poder pisar la uva que han recogido -rememorando una actividad centenaria en la ciudad- y catar los diferentes vinos.

Además, en la cocina y en la comida, como no podía ser de otra forma, los vinos del marco cobran una especial relevancia. Es por ello por lo que cabe la posibilidad de vivir una jornada en pleno contacto con los productos de la zona. Visitar una bodega y conocer la gestación del vino es un bonito precedente de esta actividad, que continúa con una compra en el mercado local, conociendo el género de la ciudad, para posteriormente ejercer una clase de cocina que finalizará con un almuerzo maridado con los mejores vinos.

Un sector con capacidad para escribir un libro. Maridajes con los mejores quesos o bombones belgas, visitas a las viñas en 4x4, atardeceres y amaneceres en los pagos, catar vinos durante la estancia en unos baños árabes o mientras contemplas obras pictóricas del mismísimo Picasso o Velázquez, son sólo algunas de la infinitas actividades que cada año se organizan en torno al vino de Jerez.

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