La Minerva vuelve a llenar de color el barrio de San Miguel
Como es costumbre, ayer salió la procesión eucarística del Crucifijo que, como siempre, ofreció hermosas estampas cofrades por calles alfombradas y engalanadas
El corazón el barrio de San Miguel vibró ayer con la anual procesión de la hermandad sacramental del Santo Crucifijo, capaz de transformar una tranquila mañana en una jubilosa jornada en la que manda la belleza de una procesión de Corpus que delata el apego de un barrio a sus más profundas tradiciones, que cuenta por siglos su recorrido histórico. Junto a este enorme valor, también se le añade el ambiente que es capaz de imprimir la hermandad que no ahorra detalles de sabiduría cofrade para engrandecerla. Como es costumbre, todo empezó muy temprano. A las nueve horas comenzó la función solemne que precedió la salida del popularmente conocido como el Corpus de Minerva. La puerta principal del grandioso templo de San Miguel se abrió para dejar salir a una expresión de fe muy diferente en sus formas a lo que sucede en la Madrugada, del silencio y del negro de la noche a la brillantez de una mañana luminosa con retumbar de tambores y un entorno lleno de color.
Una larga fila de hermanos fueron portando cera o escoltando el impresionante y rico altar de insignias de la cofradía, las de carácter mariano fueron por delante del primero de los dos pasos, el de la Virgen de los Reyes, Patrona de Sevilla, imagen que ocupa una de las capillas laterales de San Miguel. Fue en su pequeño paso adornado con claveles blancos y conformado con detalles del palio de la Encarnación. No faltaron las clásicas representaciones corporativas de otras hermandades, también algunas sacramentales junto a las del barrio. Por cierto, que la del Cristo se la Expiración instaló un altar en la misma fachada de la iglesia con la imagen de san Telmo.
La mañana fue cálida y completamente despejada, como corresponde a las fechas en las que estamos. El recorrido se ciñó al corazón del entorno de San Miguel con calles de por sí hermosas y entrañables pero que ayer se 'vistieron' con alfombras y balcones adornados, sobre todo la plaza León XIII y calle San Miguel, engalanadas por la propia hermandad, y Berrocalas y Santa Clara por vecinos del barrio junto a grupos parroquiales, en especial los scouts, y la hermandad del Rosario, hermanada con la del Santo Crucifijo, y la Agrupación de la Sed.
Una característica de la Minerva es la espontaneidad de la gente del barrio, con casa puertas adornadas, pequeños altares con estampas del Cristo y la Esperanza sin que faltaran macetas orillando en la calzada. En ese cofradierismo que hace grande a esta procesión volvió a jugar un papel fundamental la música con marchas muy de palio tras Nuestra Señora de los Reyes, a cargo de la banda de Jesús Nazareno de Rota, que cada vez suena menor, y sonidos más solemnes en la custodia, con la banda de Gailín de Puerto Serrano, que dio el susto a los hermanos del Crucifijo llegando a lo justo a San Miguel, tras el paso con Jesús Sacramentado. Mención especial merece el conjunto que forman el magnífico paso con templete de la Virgen del Rosario y la impresionante custodia de Juan Laureano de Pina.
Con este guión que afortunadamente se repite cada año, transcurrieron las tres horas que el Corpus de San Miguel estuvo en la calle, solemne, hermosa e insustituible un año más, pese a que el gran público, incluido el cofrade, no se haga presente como merece esta procesión que sí tiene alicientes y 'ganchos'. Pero en el ánimo pesa más evitar el madrugón dominical. Una muestra más para que la tengan en cuenta quienes abogan porque el Corpus de la Catedral salga por la mañana.
También te puede interesar
Lo último
Contenido Patrocinado
Contenido ofrecido por Restalia