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Navidad

Una Navidad sin perder la esperanza

  • Una familia de refugiados ucranianos en Jerez relatan cómo están ‘celebrando’ estas Fiestas tras su llegada a la ciudad

Lyudmila y Kostiantyn, junto a sus hijos, Mariyka y Stepanko, en su casa de La Granja.

Lyudmila y Kostiantyn, junto a sus hijos, Mariyka y Stepanko, en su casa de La Granja. / Miguel Ángel González (Jerez)

La familia, junto a su amiga Olena. La familia, junto a su amiga Olena.

La familia, junto a su amiga Olena. / Miguel Ángel González (Jerez)

Lyudmila y sus hijos, Mariyka y Stepanko, llegaron a España al comienzo de la guerra de Ucrania. Primero vivieron con una familia española en Chiclana, que no pudo mantenerlos después, y pasaron a un programa estatal de Cear (Comisión Española de Ayuda al Refugiado). Tras permanecer en el centro de refugiados de El Pinar (Puerto Real), se trasladaron a Jerez. Luego, en octubre, llegó Kostiantyn, el marido de Lyudmila, bombero, que padece una discapacidad, lo que le permitió salir del país.

La familia reside ahora en una vivienda en La Granja, que les ha conseguido un amigo, Isidoro, “que nos ha estado ayudando todo el tiempo, desde antes de partir de Polonia”, cuentan. Llevan poco en la ciudad, tienen todos los permisos pertinentes, pero están en proceso de empadronamiento para que los pequeños puedan ir al colegio. En Ucrania han dejado a sus familiares. Aquí llegaron con una pequeña mochila de ropa y poco más.

Es casi la hora de comer y Lyudmila está en la cocina preparando algunos platos típicos del país para estos días navideños. Está elaborando varenyki, una especie de empanadilla de masa hervida sin levadura, con un relleno de patatas, carne, champiñones, verduras, frutas, bayas y queso. Junto a ellos se sienta a la mesa su amiga Olena, que ha venido con su perrito Tomo, que nació en un autobús que provenía de Polonia. Confiesa Olena que lo más complicado para los refugiados es encontrar una casa, “porque los propietarios tienen miedo de que ocupen las viviendas o no vayamos a pagar, y eso no es así”. Olena, que vive sola, está muy implicada en la ayuda a sus compatriotas y a los jerezanos que lo necesiten, “en agradecimiento por lo que han hecho por nosotros”.

Sin mucha intención de celebrar las Navidades, “vivimos con sufrimiento lo que está sucediendo allí, nuestras familias que se han quedado... Todo está muy peligroso. Normalmente no queremos celebrar ninguna fiesta pero por los niños.... es su infancia. Haremos una cena con amigos, otros niños...”. Ahora están conociendo las costumbres navideñas españolas, “como eso de comer doce uvas en fin de año. Es muy raro (ríe), no sé si nos dará tiempo a todas”. También les sorprende la tradición de los Reyes Magos. “Normalmente no celebramos el día 24, ya que somos ortodoxos y lo hacemos el 6 de enero, pero ahora queremos adaptarnos y sí hacemos una cena”, explican.

“Estamos bien, dentro de la situación que estamos viviendo, porque hemos recibido mucho cariño en España. Hay un gran comunidad de ucranianos aquí, tenemos un grupo de yoga y los niños en general son felices, aunque es verdad que preguntan a menudo cuándo vamos a volver a casa”.

El futuro ahora mismo pasa por Jerez, aunque la meta es regresar a Ucrania. “Ahora lo que necesitamos es que Kostiantyn encuentre un trabajo. La ayuda del gobierno no es suficiente. El idioma lo complica un poco, así que está buscando cualquier empleo que pueda hacer. Es lo que más necesitamos y trigo alforfón, para nuestras comidas. También estamos teniendo problemas para pagar un dentista. Tenemos una ayuda pero no llega”. Lyudmila, al igual que Olena, se dedicaba a la venta de seguros de vida en Ucrania. No esconden su miedo, el temor a ese futuro, al de sus hijos, la incertidumbre...

Desde ‘Hombros contra el Hambre’, Andrés Pecino Peña recuerda que los ucranianos “siguen viviendo aquí, siguen necesitando nuestra ayuda. La ayuda inicial fue un boom, pero no podemos olvidarnos de ellos. Es verdad que la situación económica nuestra actual no es muy buena, pero compartir no está de más. Es importante. Es dar de lo que tienes, no de lo que te sobra. Yo sigo dispuesto a seguir trabajando por ellos como por otros colectivos que hay en la ciudad. Hay que arrimar el hombro”.

Todos están muy agradecidos a la solidaridad española, “cada palabra, cada gesto, cada litro de leche... ropa. Todo. Gracias”.

Unas Navidades, “que no serán una fiesta, más bien tristes y llenas de incertidumbre”, pero en las que Lyudmila asegura que “no hemos perdido la esperanza de que todo pase de una vez”.

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