Jerez

Pastor urbano

  • José Bernal está jubilado pero desde hace tres años ejerce de pastor cada vez que lo llaman

  • No cobra por ello porque para él es sólo un entretenimiento: "Lo hago porque me gusta"

A lo lejos se distingue el edificio de Jerez 74 y un poco más cerca se ve la clínica Serman y las vías del tren. Al otro lado se sitúa el estadio Chapín y el paso de vehículos es constante. En medio de todo, en plena ciudad, un numeroso grupo de ovejas campa a sus anchas entre hierbas, barro y árboles casi salvajes. Es el contraste del que puede disfrutarse en Jerez, una ciudad en la que el ladrillo ha ido ganando espacio a lo largo de los años pero en la que todavía todo lo relacionado con el campo -la ganadería y la agricultura- sigue ocupando afortunadamente un espacio destacado.

José Bernal natural de Ronda aunque casado con una jerezana y afincado en la ciudad desde hace casi dos décadas, está jubilado. A pesar de ello, a sus 66 años sigue en plena actividad y se dedica al pastoreo. Lo hace, sin embargo, no por dinero sino por afición. "Yo no le cobro al dueño, estoy aquí porque me gusta y sé que me necesita. Mi mujer tiene peleas conmigo por esto", dice entre risas este pastor de ciudad, recalcando que "ya sé que no me hace falta pero me gusta ¿qué hago yo allí sentado en la casa?". "Aquí al menos te distraes, mejor eso que estar todo el día en el bar o estorbando en mi casa", insiste Bernal, contando que muchas veces ni siquiera se va a la hora de comer a pesar de que comienza su jornada a las diez de la mañana habitualmente.

Mientras con la vista controla a las ovejas, siempre acompañado de su vara y su perro, explica que hasta su jubilación ha estado dedicado a la construcción pero desde hace unos tres años "he vuelto a mis tiempos antiguos". De hecho, recuerda que "en Ronda he guardado ovejas, cochinos y vacas cuando era un niño. Después hice la mili en Jerez y cuando volvía ayudaba a mi padre, porque mi padre siempre ha estado en el campo. Esto es sencillo".

Bernal no está solo con el rebaño, ya que otro pastor se encarga de controlar también a las ovejas. "Yo no estoy siempre, vengo sólo cuando hace falta", afirma. En concreto, está presente cuando el propietario de los animales, de El Cuervo, demanda su presencia porque "hay muchas ovejas pariendo como ahora". Y no miente, en el tiempo que dura el reportaje dos ovejas paren tres borreguitos. "Y esa está con dolores y cree que el que acaba de nacer es suyo, pero no lo es, es de la otra oveja", explica. Incluso, añade entre risas "esto es lo más listo que hay, nace y a los diez minutos ya está de pie, no es como nosotros, nosotros somos torpes para todos. Ellos desde que nacen ya están llamando a la madre si se queda atrás".

De momento esta semana el rebaño continuará pastando en los terrenos aledaños a Chapín, en la zona que habitualmente sirve de aparcamiento en Feria y en eventos deportivos. "Llegamos el martes y seguiremos mientras haya comida", dice en alusión a la todavía abundante vegetación. "Otras veces estamos en la zona de Ikea, Área Sur... Normalmente en zonas públicas o en terrenos que nos deja la gente", detalla. A pesar de que son unas 700 ovejas, entre las que también hay un grupo de cabras, todas permanecen en este espacio sin ocupar en ningún momento las calles y sin interrumpir el tráfico. ¿Cómo se logra eso? "Con el perro, él controla el rebaño", asegura Bernal. Eso sí, cada vez que se trasladan a otro terreno o zona de Jerez, "viene la Policía Local para que no haya problemas con los vehículos y poder cruzar con seguridad".

A pesar de que durante el día el rebaño disfruta de libertad para moverse, por la noche "las metemos ahí detrás en el corral. Yo me voy a dormir a mi casa y él -en alusión al otro pastor- se queda en la caravana que hay al lado". Son ovejas, según aclara, de las que se aprovecha fundamentalmente la lana: "Se esquilan una vez al año, normalmente en mayo aunque también antes si hace mucho calor".

José Bernal cuenta emocionado todo lo que tiene que ver con su actual tarea y señala que por la zona apenas "hay tres o cuatro piaras más. Hay un pastor dicen de Guadalcacín y también en la avenida del Colesterol suele estar otro". Le hace gracia las miradas de los conductores y peatones al pasar para observar a las ovejas y siente nostalgia al comprobar día a día que el de pastor es un oficio que se está perdiendo. "¿No me va a dar pena? Si ya no hay nadie que haga esto. La gente joven no quiere nada más que paseos y por la noche, 50 euros para gastárselos. Esto es muy sacrificado pero, cuando nos muramos, los viejos ¿qué va a pasar? Alguien se tendrá que meter en esto", lamenta pensativo.

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