Caía el frescor de la tarde cuando el paso de María Auxiliadora se acercaba al dintel de la puerta del Santuario, junto al colegio de Lora Tamayo. Poco a poco, sus costaleros -gran mayoría antiguos alumnos del colegio- fueron acercando a la bella imagen Auxiliadora del pueblo cristiano a las calles del barrio de Icovesa. El paso, como viene siendo ya tradicional, estaba exornado con claveles de color rosa que dibujaban la bandera salesiana junto al azul celeste del cielo. Un largo cortejo, formado por alumnos, la asociación de María Auxiliadora o representación de la hermandad de la Redención, fue desplegándose por la avenida de San Juan Bosco. El santo salesiano también fue protagonista al estar presente este año en su paso junto a Domingo Savio, joven santo salesiano cuya devoción se va arraigando, poco a poco, entre la familia salesiana de la ciudad.

La agrupación musical de la Clemencia acompañó a la Santísima Virgen con sus sones hasta llegar a la calle Bulería. Aquello ocurrió sobre las 21,30 horas. Fue el centro neurálgico de la procesión. Petaladas al paso de la Virgen, así como plegarias que volvieron un año más a hacerse presentes para endulzar el rostro de la patrona del barrio de Icovesa.

Una procesión que pretende hacerse cada vez más en el barrio -este año no acudió al santuario de San Juan Grande- y que tuvo también, como singularidad, la falta insustituible del religioso salesiano Ruperto Pozuelo, fallecido hace unos meses, al que se le echó de menos con su cámara en ristre grabando, como cada año hacía, la procesión de su Virgen, María Auxiliadora, patrona del barrio de Icovesa. Don Ruperto, ya goza del descanso eterno junto a la bella estampa de su Madre, inefable intercesora de todos los cristianos.